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El Empedrado

“La experiencia humana, donde quiera que se manifieste, empieza en el corazón. En medio de las venas que irrigan nuestro ser. Cualquier tierra sirve para que crezcamos, para que alcancemos la plenitud de nuestro humanismo, para erigir la morada de la memoria. Somos quien designa el lugar de la aventura, el lugar de la crisis, el lugar propicio para ampliar el horizonte de la imaginación, el lugar donde el pensamiento, cuando es desafiado, produce respuestas para algunas de nuestras dudas. Todos formamos una parte esencial de la pedagogía del saber que nos orienta a cosechar la producción humana dondequiera que se encuentre. A recolectar sobras y retazos que constituye nuestro legado fundador. Nada se pierde de esta cosecha que, plantada en el alba de la historia humana, constituye la línea de montaje del pensamiento”.

INTRODUCCIÓN

Hablar de El Empedrado, su historia y sus vivencias, es, a todas luces, cuesta arriba; esta y todas las aldeas similares, que pueblan la geografía nacional, e incluso internacional, son comunidades sin historia conocida; asentamientos humanos cuya cotidianidad no encierra, por lo general, nada excepcional ni extraordinario que le permita a un cronista, empecinado en resaltar su historia, desarrollar una relación cronológica de relativa importancia para generar interés

Son pueblos apacibles circulando en el gran río de la vida con muchas penas y con tan pocas glorias, que el tiempo, en su inexorabilidad, va diluyendo las mismas paulatinamente, hasta envolverlas en sus brumas, excluyéndolas del recuerdo.

El hombre, como el animal más exitoso de este planeta, va poblando lugares, arrinconando especies y ocupando espacios en su lucha ancestral por su supervivencia, dejando a su paso un rastro cultural, que puede ser de interés para algunos estudiosos, pero que pasa desapercibido para la generalidad de la gente, y por lo tanto olvidado. De ahí la dificultad para seguir ese rastro, reseñar esos hechos y darlos a conocer.

Las hazañas o proezas de cierta excepcionalidad de alguno de sus habitantes, en cualquier época, va pasando de generación en generación de forma oral, que el tiempo las va distorsionando hasta desdibujarlas, para luego llegar a un punto cuyo rescate del hecho histórico es imposible, dado la tergiversación del evento, producto de la distancia en el tiempo y la desnaturalización del mismo, o más grave aún, la mitificación del hecho en sí.

Aun así, no deja de ser interesante, apasionante y aleccionador, esculcar esos recuerdos, disipar esas brumas y sacarlas a la luz, para que las nuevas generaciones que se van levantando y que desconocen, por razones obvias, sus raíces, conozcan las mismas y aprendan a valorarlas.

Llegué a los principios, es decir a la génesis, de esta comunidad, más por razonamientos lógicos que por soportes históricos, pues estos son inexistentes, o en muchos casos inaccesibles; pero la dinámica de la trayectoria misma del pueblo, en su lucha contínua por sobrevivir, va dejando una estela, críptica la más de las veces, pero susceptible de entender ante premisas válidas, lo que me permitió llegar a sus orígenes sin dudar de la veracidad de lo hallado y develando, al mismo tiempo, un nacimiento común a toda la generalidad de poblaciones de igual índole.

Quise comenzar mi relato, remontándome someramente 40.000 años atrás en el tiempo, con el fin exclusivo de que los jóvenes que se adentren en estas páginas, conozcan el origen poblacional, no sólo del pueblo en cuestión, sino del país y aún más allá, del continente todo, para que quien quiera profundizar en la materia, tenga una base para hacerlo, y un conocimiento, que aunque superficial, los pondrá al tanto de sus orígenes y comienzos, desde el punto de vista existencial y comunitario.

Ya llegado al punto central de mi estudio, es decir, el pueblo mismo y sus alrededores, desestimé varias hipótesis de otros autores, por considerarlas fuera de orden y concierto, y en muchos casos denigratorias del gentilicio de nuestra comunidad; como fue el caso de esa idea peregrina que mantienen algunos, de que el pueblo fue fundado y poblado por delincuentes fugitivos que utilizaron sus predios para ocultarse. Y esa otra idea de querer arrogar protagonismo a un solo individuo, en detrimento de una colectividad que luchó desde sus inicios con perseverancia, para arraigar y consolidar su permanencia en estos parajes preñados de oportunidades.

Pienso, así mismo, que en la colonización de nuestros aborígenes y su posterior hispanización, no sólo se aplicó la “Encomienda”, como forma de subyugación de los mismos, sino también “Las Misiones”, sistema de dominación menos traumático y que contenía, en su estilo, no solo la esclavización del aborigen, sino además la enseñanza de nuevas formas de cultivo, fabricación de cerámicas, etc, así como el aprendizaje por parte del misionero, de la lengua nativa de nuestros ancestros , para una mayor y mejor comunicación entre las dos culturas. Prueba de esto que afirmo lo constituyen los restos arqueológicos rescatados por Feliciano Montes y Williams Escalona, donde se puede apreciar diferentes objetos elaborados por nuestros indios, cuyo confeccionamiento reviste singular belleza, como producto lógico de un aprendizaje.

Por otra parte, se hizo un recorrido por todos y cada uno de los caseríos satélites de este pueblo, tanto los que están aún vigentes, como los que ya han desaparecido, a fin de que se tenga un conocimiento cabal de toda la parroquia, tal como está conformada actualmente. No quise estudiar las comunidades que alguna vez pertenecieron al Empedrado, y que paulatinamente fuimos perdiendo, y hoy en día pertenecen a otra parroquia; mencioné los límites antiguos del pueblo para dar una idea de la extensidad original de nuestra comunidad, y que por razones, que en su momento explico, fuimos perdiendo gradualmente.

En todo momento mantengo la situación existencial y organizacional de la comunidad en estudio, en relación con el devenir histórico y político de cada época, pues aunque los cambios administrativos del gobierno nacional, poco o nada nos afecten, debemos mantener la armonía del pueblo dentro de la globalidad nacional, como es lógico suponer, a pesar de los mínimos beneficios alcanzados por el pueblo en las diferentes gerencias, independientemente de la ideología reinante.

Para nadie es un misterio que lo vivencial de estos pueblos, su perdurabilidad en el tiempo, se debe más a su propia dinámica, que va creando poco a poco su propia personalidad, que a la atención, que por deber y obligación deben prestarnos los gobiernos centrales, como parte integrante que somos de la comunidad nacional. Pero aun así, somos parte de un todo y como tal debemos observarnos. Eso me motivó a mantener el desarrollo de esta crónica, en relación directa con los acontecimientos históricos nacionales y aun mundiales, con el fin de mantener la concordancia regional con el todo nacional.

Resalto todos y cada uno de los problemas que sufre el pueblo en la actualidad, especialmente en lo referente a la carestía del agua, de la que no vislumbro una solución a corto plazo y que está poniendo en jaque la supervivencia misma de esta colectividad. Los acuíferos están realmente disminuidos, lo que conlleva a soluciones no endógenas de difícil alcance por lo oneroso, por nuestra poca capacidad de lucha para hacer valer nuestros derechos y por la apatía reinante en la administración pública para resolver problemas a comunidades que poco aportan al presupuesto nacional.

Destaco las personalidades que han contribuido, de una u otra forma, al desarrollo moral e intelectual del pueblo, tratando siempre de ser justo y objetivo en mis apreciaciones y en la valoración de sus conductas. Muchos se sentirán relegados, o injustamente olvidados, pues todos, de una u otra forma hemos contribuido a la permanencia y crecimiento de este pueblo, pero nombrarlos a todos es imposible. Sé que todos valen, que dentro de los diferentes gremios que hacen vida en esta comunidad, hay personalidades dignas de ser resaltadas, pero esta pequeña obra no da para tanto, por lo que me limito a distinguir a los más conspicuos, sobre todo a los que están dentro del grupo de educadores, que por el valor intrínseco de sus actividades, son la base moral e intelectual de una comunidad.

Mi objetivo central fue dilucidar el origen y evolución de esta comunidad y sus satélites, descubrir sus raíces, enaltecer sus luchas y sobre todo, rescatar el pundonor de sus primeros pobladores, injustamente agredidos por tesis sin fundamentos y por premisas falsas. Cada uno de nosotros sabe el lugar que ocupa dentro de la comunidad y el grado de importancia que el mismo conlleva, no hace falta que nadie nos lo recuerde.

Así mismo envío un mensaje de alerta a la Iglesia Católica, que ha abandonado, a mi entender, los preceptos primarios que conforman la esencia y razón de su ser conductivo. Veo a la juventud de este pueblo, perdida en los laberintos de la promiscuidad, y toca a la Iglesia Católica, como mentor espiritual, señalar caminos, marcar sendas, reforzar valores y en fin, orientar conductas que conlleven a un desarrollo sano de su feligresía, la cual representa la casi totalidad de los habitantes de esta comunidad.

Resalto las personalidades que a través de las épocas nos han visitado, engalanando con su presencia nuestro lar nativo y nuestro gentilicio. Muchas celebridades quedaron fuera de esta estadística, pues la memoria del pueblo es frágil y no existe registro escrito de estas visitas, sólo las más destacadas y las más recientes permanecen en la memoria colectiva.

En fin, traté de hacer un buen trabajo; júzguenlo ustedes; espero me disculpen por las omisiones, errores o posibles desfases en que haya incurrido. Pero tengan siempre presente que hice esta pequeña labor con desprendimiento, por el amor que siento por mi pueblo y por su gente, y por la perentoria necesidad de aclarar conceptos, disipar dudas y sacar a la luz los orígenes de una comunidad, que aun con los errores que su gente haya podido cometer, tiene un peso específico dentro del conglomerado de pueblos que conforman nuestra entidad larense.

Quiero dejar claro, por razones de concepto, que esto es una crónica, en el sentido estricto del término, que reza así: “historia que sigue el orden de los tiempos”; no la crónica clásica, aquella que se enmarca dentro del conjunto del objeto en estudio, y que desmenuza punto por punto todos y cada uno de los factores de ese objetivo, vale decir: geografía, historia, costumbres, personajes sobresalientes y populares, diversiones, etc, pero sin salirse de los parámetros y límites de esa comunidad; aplicada por la mayoría de los autores de este tipo de literatura. No. Yo no quise limitarme a ese marco geográfico ni histórico, pues considero que El Empedrado es una colectividad de relativa importancia y por lo tanto merecía ser estudiada dentro de un marco que trascendiera lo regional y abarcara lo nacional, como parte integrante de una entidad política que por derecho nos corresponde.

Es por ese motivo que voy estudiando la evolución del pueblo, en todos sus órdenes, acorde con el desarrollo de la entidad, tanto regional como nacional, a la cual pertenecemos, pues nada del acontecer nacional, es ajeno a nosotros, por razones que no necesitan explicación, y que de una u otra forma nos afecta desde todo punto de vista. Por lo tanto, limitarme a una cronología simple, en referencia al desarrollo y evolución de esta comunidad en solitario, como varios me aconsejaron, me pareció una cortedad de miras y una pérdida de tiempo y esfuerzo que podía utilizar en un trabajo, que no me atrevería a calificar como mejor, pero sí diferente, o por lo menos poco común. Es por ese motivo que me extendí en mi cronología, abarcando incluso correlaciones mundiales, en un claro mensaje a la juventud de este pueblo, que es mi objetivo central, para su conocimiento cabal de la colectividad en la que les tocó vivir, o por lo menos nacer.

 

 


“El que no sabe llevar su contabilidad

Por espacio de tres mil años

Se queda como un ignorante en la oscuridad

Y solo vive al día”.

Goethe.

LAS PRIMERAS MIGRACIONES

Sobre el origen del hombre Americano se han tejido diversas hipótesis, que hoy, gracias a los estudios antropológicos, se ha ido desglosando cada una de ellas hasta llegar a dilucidar su procedencia y lo que es aún más significativo, su desplazamiento por el continente en cuestión. Se calcula que hace aproximadamente 40.000 años habrían pasado desde Asia hacia América, por el estrecho de Bering, esa pequeña franja de agua ubicada entre lo que es hoy Rusia y el territorio de Alaska perteneciente a los Estados Unidos y que permite el paso del agua del Océano Pacífico del Norte hacia el Océano Glacial Ártico, congelado en su momento por una de las tantas glaciaciones que ha experimentado nuestro planeta a lo largo de su existencia, habrían pasado, repito, las primeras oleadas humanas, posiblemente huyendo de situaciones adversas en su territorio.

Esta primera oleada fue denominada por los estudiosos de la materia como Paleoasiáticos, es decir Asiáticos de la edad de piedra y que el venezolano Miguel Layrisse junto al norteamericano Johannes Wilbert determinaron la presencia de un factor sanguíneo denominado «Diego» para diferenciar, por esta vía, su relación con las diferentes oleadas humanas que habrían pasado desde Asia a América la primera hace 40.000 años como ya dijimos, la segunda hace 25.000 a 35.000 años y la tercera hace aproximadamente de 14.000 a 20.000 años.

Estos primitivos habitantes de nuestro continente eran nómadas y se sustentaban de los productos de la caza, la pesca y de frutos y raíces silvestres, pues hasta hoy no se han hallado indicios de asentamientos humanos que daten de esa época y que nos permita colegir lo contrario a lo expuesto. Hacia el comienzo del Pleistoceno o periodo actual, parte de estas oleadas humanas ya se habían difundidos por lo que hoy es Suramérica, habitando las costas del Pacifico y los Andes, estableciéndose en lo que hoy denominamos el Pie de Monte Andino Latinoamericano, para luego pasar a lo que es hoy el territorio Venezolano.

Estos pueblos Ge-Pano-Caribes y Macro Arawacos, emparentados con los pueblos mongoloides del Noroeste de Suramérica, aparecen en el valle de Carora y en el Pie de Monte Andino del Estado Trujillo posiblemente hacia 3.000 años antes de ahora, y en las riberas orinoquenses del Estado Guárico, hacia 2.400 años antes del presente. Por otra parte, los primeros pobladores Arawacos de la cuenca del Orinoco de aproximadamente 3.000 años atrás, aparecen en Barrancas, estado Monagas y las poblaciones Caribe alrededor de 1.700 años antes de ahora en las riberas Orinoquenses del Estado Guárico, según estudios realizados por Mario Sanoja e Iraida Vargas en su libro: < Orígenes de Venezuela>.

Ya para esa época, bastante obscura por cierto, pues hay muy pocos rastros arqueológicos, se tiene, sin embargo, la certeza de una evolución cultural que llevó a estos antiguos pobladores al inicio de prácticas agrícolas que les permitió cultivar plantas de valor alimenticio, siendo el Maíz el cultivo preferencial, cuya existencia tiene una datación de más de 9.000 años, remontándose su procedencia al México imperial de los Aztecas, pasando de este modo a constituirse en poblaciones agro-alfareras lo que los llevó a crear asentamientos permanentes y abandonar de esta forma su cultura nómada prevaleciente hasta el momento.

Ya para el inicio de la era Cristiana, sostiene Juan José Salazar en su libro: <Sociedades Complejas>, la antigua sociedad indígena larense, que es la que nos interesa mayormente en este trabajo, habían diseñado sistemas de regadío y conformado sociedades, políticas y socialmente muy complejas que culminarían, en el siglo XVI, en extensos señoríos como el de los Caquetíos cuyo dominio alcanzaba desde el Litoral Caribe Falconiano hasta los llanos de Apure.

Esta misma evolución cultural se observó en diferentes áreas del territorio nacional tanto en Caribes como en Arawacos que dio como resultado la colonización de nuestra actual Venezuela; sin llegar, sin embargo, al grado de cultura que caracterizó a los pueblos Indígenas de México, Perú y gran parte de lo que es hoy Centro América. “Cuando empezó la conquista-sostiene José Gil Fortoul, en su Historia Constitucional de Venezuela- los aborígenes venezolanos encontrábanse todavía, bajo muchos aspectos, en un estado social rudimentario, inferior no solamente al de los españoles, sino también al de los indios que desde México hasta el Perú habían ya constituido poderosos y civilizados imperios. Andaban los venezolanos desnudos, o sólo cubiertas las partes genitales; eran unos nómadas y otros se agrupaban en bohíos o caneyes de paja. Tenían grandes sementeras de maíz, yuca y legumbres, con preferencia en terrenos de regadío. El régimen económico de las tribus más avanzadas era probablemente un comunismo semejante al de la monarquía peruana. De los metales no conocían sino el oro, sirviéndose de él, en algunas partes, como moneda, y en otras para labrar sus ídolos y joyas”

Aunque nuestros orígenes son asiáticos, nuestras costumbres y modos de vivir fueron adaptándose a las nuevas realidades, creando al mismo tiempo, culturas autóctonas que nos diferencian de los demás pueblos y que son propiamente americanas.

Así mismo nuestra región larense, específicamente la que compromete al Pie de Monte Andino , somos una amalgama de costumbres heredadas tanto de los Timotes como de los Cuicas que fueron los últimos pobladores aborígenes, descendientes directos de esos Paleoasiáticos y Paleomongoloides que por circunstancias desconocidas, llegaron un día por el estrecho de Bering para venir a poblar a este continente, que aún hoy , pese decirlo, no vislumbra el camino que lo lleve definitivamente hacia el supremo destino de un desarrollo sustentable en el tiempo, y que nos caracterice como pueblo desarrollado y no en vías de desarrollo, que no es más que un eufemismo para llamarnos atrasados .

Aun, las culturas más desarrolladas en la aurora de nuestra civilización, como fueron los Mayas, los Incas y los Aztecas, permanecen estancadas en el tiempo sin lograr salir de su inercia y catapultarse de una vez por todas, hacia derroteros de grandeza, que nos permita sentirnos orgullosos de nuestro ser americano como lo soñaron nuestros ancestros libertadores y nuestros cultores de la civilidad, en las diferentes épocas de nuestro quehacer humano.

Referirse a las causas o motivos de nuestro estancamiento evolutivo, seria aventurarnos por senderos demasiados trillados que nos conduciría, indefectiblemente, a un callejón sin salida, y culpar a los pueblos desarrollados por nuestro atraso y nuestras miserias no es más que un acto de irresponsabilidad y un insulto a la inteligencia de nosotros mismos. Debemos hacer un ejercicio de introspectiva y hurgar en nuestra propia esencia, para identificar las causas de nuestro fracaso como pueblo y actuar en consecuencia, es allí, en nuestro propio interior donde radica el origen de nuestros males y es allí donde debemos buscar, sin entendernos en causas foráneas, que son más una consecuencia que un origen.

Algunas ideologías, y personalidades con un cierto grado de ascendencia en nuestra política nacional, han querido justificar estos estancamientos evolutivos, con premisas falsas, buscando de esta forma sembrar en la mente de los habitantes de esta región, doctrinas a todas luces incompatible con la naturaleza misma del hombre, en cuanto a ser comunitario, sin llegar al fondo del problema con seriedad y honestidad, que permita hacer un diagnóstico preciso de nuestros problemas y limitaciones. Han querido sembrar en nosotros, al mismo tiempo, ese resentimiento social propio de mentes subdesarrolladas, cuya base fundamental es el odio hacia todo lo que vislumbre progreso y desarrollo, ante la imposibilidad nuestra de transitar caminos de grandeza.

Ellos sostienen, estos idealista, que los países desarrollados lo son por la colonización y posterior explotación a los países subdesarrollados; y justifican nuestro subdesarrollo por la expoliación y explotación a la que hemos sido sometidos; pero, ¿será esto así?, Los Incas y Los Aztecas colonizaron muchos pueblos, y no llegaron al desarrollo como tal, por el contrario, fueron colonizados por uno de los países más atrasados de Europa, como lo era y lo sigue siendo España. Y la misma España, a pesar de su colonización de casi toda la América del Sur, donde expolió las mayores riquezas imaginables, ¿es desarrollada? Sin duda alguna que la base fundamental del desarrollo de un país se centra en una buena gerencia y por supuesto en su diafanidad administrativa, en la honestidad de sus conciudadanos y sobre todo en la aplicación de políticas sociales y educativas que coadyuven al crecimiento intelectual y espiritual de su gente.

Y los casos de Suiza, Suecia, Japón, etc. países que no han conquistado ni colonizado a nadie y que gozan de un desarrollo integral en todos los órdenes, es un buen ejemplo de lo que afirmo y que desmiente la perorata trasnochada de los comunistas, que ha logrado engañar a mucha gente y subyugar a muchos pueblos, logrando con ello, solo el estancamiento de su evolución mediante la conculcación de sus libertades políticas, sociales y aun religiosas. Riqueza no es necesariamente desarrollo, Venezuela es inmensamente rica, pero es atrasada en la misma proporción, pues sus gobiernos, todos sin excepción, son desvergonzadamente corruptos, y como dijo alguien: “el desarrollo de los pueblos es inversamente proporcional a su grado de corrupción”, es decir: a mayor corrupción, menor desarrollo, lógicamente, y decididamente no hay nada más corrupto que un régimen comunista, cuyo entramado ideológico oculta todo.

Hemos cometido demasiados errores a lo largo de nuestra existencia como república, evidenciando nuestra falta de sindéresis y que hoy nos pesa enormemente. Por la inconsistencia de nuestras acciones, perdimos la primera República y Miranda murió injustamente en La Carraca; por la ingratitud de nuestro pueblo, Bolívar murió decepcionado; por la ceguedad de sus contemporáneos, perdimos la oportunidad de disfrutar de un verdadero gobierno civilista y progresista en la figura de José María Vargas, quien renunció por dignidad y no por debilidad, como muchos aseguran; por la liviandad de nuestra forma de ser, renunció Andrés Bello a venir a su patria y le entregó todo su saber a otro país; por no entender el adelanto de su intelecto, desterramos a nuestro Simón Rodríguez, patriarca de la filosofía americana. En fin, es una caterva de absurdos sin justificación. ¿A quién vamos a culpar?


 

“Porque el pensar y el ser son una y la misma cosa”.

Parménides.


 

ARAWACOS

Pero dejemos esta dicotomía por el momento y volvamos a nuestros Arawacos a quienes dejamos instalando sistemas de regadío para el cultivo de plantas alimenticias y posicionándose, ya definitivamente, en asentamientos permanentes y dejando atrás el nomadismo como prueba insoslayable de un proceso evolutivo en marcha.

Ya para esa época, en que la alfarería y el cultivo ocupaban el mayor tiempo de nuestros ancestros, se aposentaban las carabelas de Colón en el litoral de nuestro territorio, lo que representaría para nuestro aborígenes una conmoción sin precedentes en el discurrir de su cotidianidad, que conllevaría a un cambio radical en la evolución social, espiritual e intelectual de todos y cada uno de los pueblos que componían el conglomerado de la nación indígena.

Fue un tsunami de proporciones bíblicas, donde se vieron comprometidas todas sus costumbres y modos de vivir imperantes hasta el momento de la llegada de los europeos. Su religión, sus costumbres e incluso su libertad les fueron conculcadas por una raza a todas luces superior, que sin miramientos y sin respeto por el orden establecido, impusieron su voluntad, desarraigando todo lo hasta allí existente.

Claro, no podemos desconocer el salto evolutivo que nuestros aborígenes experimentaron con la llegada de los europeos, pasando, aun con traumas, de una edad de piedra en que vivían inmersos, a una edad de hierro que los encaminaría hacia estadios superiores de existencia, aun a costa de la disminución alarmante de su población como consecuencia de los malos tratos, trabajos excesivos y sobre todo, el contagio de enfermedades desconocidas hasta entonces por nuestros ancestros y para las cuales no tenían defensa alguna.

Inclusive, nuestro Pie de Monte Andino, lugar de asentamiento de esta comunidad, objeto de este estudio, se vio amenazada en su integridad, lo que obligó a las naciones (pues no podemos hablar de tribus, dada la inmensidad de sus territorios) Timotes y Cuicas, a unirse en 1549 para sumar esfuerzos en su lucha contra el invasor, dando lugar al término «timoto-cuicas» acuñado por Mario Briceño Iragorri para referirse a la comunidad que habitaba esta región.

Ahora bien, al llegar a este punto de la historia, debemos hacer una disociación que nos permita entender a cabalidad la compleja organización de nuestros aborígenes, para no perdernos en vericuetos que nos haría incomprensible lo que se pretende dilucidar.

Llamo compleja organización, por la variedad de etnias que componían o conformaban el entramado aborigen, siendo Caribes y Arawacos la denominación nacional, donde los Caribes se extendían y dominaban todo el litoral, oriente y gran parte de los llanos centrales, mientras los Arawacos eran los dueños y señores del resto de la tierra firme; es decir eran dos grandes grupos que se dividían y sub dividían en grupos más pequeños con costumbres similares pero idiomas o lenguas diferentes.

En vista de lo expuesto, son los Arawacos quienes nos importa en este estudio y específicamente los que habitaron el Pie de Monte Andino, en la conformación de lo que hoy denominamos estados Lara y Trujillo, pues debemos recordar que El Empedrado ocupa un lugar limítrofe entre los dos estado y que estamos más cerca de la región andina, que de los áridos valles caroreños de vegetación Xerófila.

Estos Arawacos, que habitaban esta zona centro-occidental se dividían en: los Caquetios, que conformaban una confederación de aldeas dominando las áreas de Barquisimeto y todo lo referente al Valle del rio Turbio, donde desarrollaron una agricultura a base de riego. Los Jiraharas, quienes habitaban todo el sur de Barquisimeto hasta Sarare. Los Gayones, ocupaban la región de Sanare, Rio Claro y serranías del Tocuyo. Los Ayamanes, habitaban los territorios de los actuales municipios Irribarren y Urdaneta, los Cuibas, quienes ocuparon los valles de Quíbor, y los Achaguas, o Ajaguas ocupante de todo el territorio hoy conocido como parroquia Manuel Morillo, cuya capital es El Empedrado y punto central de nuestro objetivo.


 

LOS AJAGUAS

Para conocer en profundidad a los aborígenes que poblaban estas zonas que estamos estudiando, antes de la llegada de los españoles y que representan nuestro gentilicio ancestral, me voy a permitir transcribir en su casi totalidad un artículo que Chío Zubillaga publicó en Febrero de 1936 en la revista: AJAGUA, donde dice lo siguiente: “No se había tenido una determinación segura de los pobladores indígenas de nuestra región, basada en estudios especiales sobre tal materia trascendente.

Para el año de 1883, el Doctor Andrés Riera Silva, que fue quien entre los escritores del pasado se ocupó más de las investigaciones históricas nativistas caroreñas, afirmaba que los primeros pobladores de Carora eran gentes mansas, propensas a la hospitalidad, en un todo distinto a sus vecinos, los bravos y aguerridos JIRAHARAS.

De nuestros aborígenes –siguiendo, por supuesto, las voces de la tradición- se expresaba así el Doctor Riera: “en su salvaje inocencia, desnudos de malicia y vestidos en partes con toscos tejidos hechos con la fibra de ciertos árboles, recibieron los “Carora” a Martínez con obsequios y genuflexiones, por lo cual este jefe resolvió reanimar las extenuadas fuerzas de sus soldados, demorándose dos meses entre ellos y haciendo uso discrecionalmente de los abundantes recursos alimenticios que le proporcionaba una provincia, que más que tierra predestinada al exterminio por crueles invasores, parecía una casa de beneficencia elegida por la Providencia para refugio inmerecido de los mismos que debían exterminarla. ¡Cuántas veces este jefe <Martínez>, fugitivo de los Jiraharas, no se reiría de la cándida generosidad de los Carora!

Pero aunque en verdad el informe tradicional del Doctor Riera Silva concuerda exactamente con lo que el carácter de los aborígenes caroreños habían anotado los cronistas de la Conquista española, y que con toda seguridad el mencionado escritor no había leído, parece que es el Doctor Alfredo Jahn, y antes que él, el Dr. Pedro Manuel Arcaya, a quienes se debe haber fijado la tribu Ajagua como la pobladora de esta región en que habitamos, tipo indígena que siendo de raíz auténtica de nuestro árbol social, ha regido con sus características especialísimas todo el curso de nuestra historia.

Alfredo Jahn, en su monumental obra: “Los Aborígenes del Occidente de Venezuela”, determina –valiéndose de los informes de Federmann, de Pérez de Tolosa y de otros- que fue la nación Ajaguas la primitiva pobladora de los montes y sabanas que rodean a Carora, desde donde se prolongaron en dominio y existencia hasta el hoy Distrito Democracia del Estado Falcón, según el erudito decir del Dr. Arcaya.

Algo interesante que anotar respecto a los primitivos pobladores caroreños, es el hecho de que –como se observa en el mapa etnológico que trae la citada obra del Dr. Jahn- estos abuelos Ajaguas existían en la Región completamente separados de sus tribus fraternas, pobladores de casi toda la llanura venezolana y colombiana. ¿Cómo y por qué vinieron los Ajaguas a fundarse aquí? Es éste, hasta ahora, un problema de la historia.

Los Jiraharas, Caquetíos, Gayones, y otras tribus que cercaban a los Ajaguas, estaban aproximados a sus hermanos o afines en la misma circunscripción, manteniendo relaciones de amistad entre sí, como es natural suponerlo, para el ataque o la defensa.

Pero los Ajaguas permanecían aislados de los suyos, predominantes en las lejanas regiones del llano. Sus condiciones morales eran excelentes. Eran virtuosos, aseados, trabajadores, y según lo indica la etimología de su mismo nombre –según el Padre Urtega- los Ajaguas serían también “los prudentes”, “los aconsejadores”.

Quizás, en razón de ese carácter racial, eran nuestros abuelos Ajaguas esquivos al contacto con los demás, y por ello vivían de la caza. Según el Dr. Arcaya, los Ajaguas de Coro, de la región de Pedregal, que eran una inmediata ramificación de los nuestros, todavía para el siglo XVIII conservaban la innata afición de andar por los montes, a pesar de haber sufrido la larga domesticidad impuesta por las Encomiendas.

Si se ve con cuidado el incomparable cuadro estadístico que para fines del siglo XVIII formaba de la feligresía caroreña el eximio Obispo Martí, es necesario convenir que África aportó poco contingente humano a nuestro amasijo social, ciñéndose éste con la preponderancia de dos factores étnicos: el europeo, compuesto por españoles sedentarios que vinieron a estas tierras estériles impulsados por la idea cuasi mística de servir a Su Majestad, y el indígena, más potente y numeroso que ninguno otro, excelentemente representado por esa nación Ajagua, cuya cultura e ideología es necesario buscarla por las huellas que hayan dejado en el fondo de alguna cueva, en la página de algún registro oficinesco, o, mejor, en los rasgos idiosincráticos con que hayan marcado el carácter de sus numerosos descendientes”. Fin de la cita.

Ahora bien, ya para esta época, siglo XVI de nuestra era, cuando ya la conquista se ha iniciado y mostrado el horrible rostro del atropello, el agravio y la humillación de nuestros ancestros, deshumanizando toda relación y llevando hasta el paroxismo la maldad y la miseria que pueden anidar en el alma humana; cuando ya este estado de cosas había dado paso al sometimiento y colonización de los habitantes originarios de estos lares, cabe preguntarse: ¿ fueron sometidos y reducidos al coloniaje y al servicio de encomiendas los habitantes de esta región de la Parroquia Manuel Morillo, lo que comprende El Empedrado y sus alrededores?, me hago esta pregunta porque debemos tener en cuenta lo agreste y accidentado de su geografía y lo que es más importante, lo alejado de las rutas principales que permitiera enlazar varias comunidades, que conllevarían a un intercambio comercial entre las partes y al desarrollo sustentable de la región, como era el caso de Pie de Cuesta por ejemplo, que era el paso obligado entre Carora y Carache, lugares ambos de relativa importancia poblacional y por ende comercial.

La pregunta es pertinente desde todo punto de vista, dada la obscuridad que envuelve a la región y lo cuesta arriba que significa hallar pruebas tangibles de asentamientos humanos post- colombinos, que nos permita realizar una labor cronológica de la fundación de estas comunidades.

En 1545 se funda la ciudad de el Tocuyo, para 1552 se funda Barquisimeto y en 1569 se funda Carora, y para 1870 se habla de un supuesto fugitivo de nombre Manuel Bastidas Arteaga, que llegó a esta zona huyendo de la justicia y fundó este poblado, cosa que me parece a todas luces denigrante, inverosímil y de mal gusto. ¿Y los 300 años atrás?, de Carora a estos parajes habrá un día de camino, que los aborígenes debieron transitar con regularidad creando trochas y caminos fáciles de seguir. ¿Nadie lo hizo en 300 años, a pesar del agradable clima que impera en estas regiones? las tierras que conforman esta parte del municipio Torres son tan productivas que Chío Zubillaga llamó en su oportunidad a El Empedrado, “el granero del Distrito Torres”. ¿Y en 300 años nadie lo notó? ¿Tenía que venir un fugitivo de la justicia a esconderse en estos parajes para descubrir lo óptima que era estas tierras para la agricultura y la ganadería? ¡Por favor!

Y los indios, de la etnia Achaguas, con fama de mansos algunas veces, pero belicosos y guerreros, hasta el punto que quemaron a Carora, ¿lo aceptaron así de buenas a primeras? ¿O ya la iglesia en su acción evangelizadora los había pacificado? Adriano Márquez, a quien yo considero el cronista de este pueblo, no solamente está en desacuerdo con esta versión de los hechos, sino que se indigna cuando le dicen que este pueblo fue fundado por delincuentes. ¿Fue Manuel Bastidas Arteaga un prófugo de la justicia por las guerras internas del siglo XIX, como algunos sostienen? cuando hablan de guerras internas del siglo XIX en el período comprendido desde 1860 a 1870, se están refiriendo, lógicamente, a las rebeliones que se produjeron en el país por motivo de la inestabilidad política del general Falcón, quien asumió la presidencia de la republica a raíz de la culminación de la Guerra Federal y que desembocó en la Revolución Azul de 1868-1870, que marca el inicio de la larga hegemonía del General Guzmán Blanco que culmina en 1888, luego de la llamada Revolución de Abril.

¿Estaba Manuel Bastidas Arteaga metido en estos menesteres y colocándose en el bando equivocado se vio en la necesidad de huir? ¿O era uno de los tantos forajidos que pululaban por esos caminos, cometiendo fechorías, amparándose en el caos que reinaba en el país con motivo de la inestabilidad política que siempre nos ha caracterizado? y lo más importante: ¿existió Manuel Bastidas Arteaga? ¿Dónde nació?, ¿dónde murió?, ¿dejó descendientes? ¿Dónde están? son preguntas lógicas que debemos hacernos y buscar responder ¡porque Manuel Bastida Arteaga figura en los anales de este pueblo como su fundador! ¡Como una figura de primerísima importancia a quien debemos investigar!

Pero antes de seguir buscando en las raíces de esta parroquia su posible nacimiento, es de capital importancia conocer cómo se conformó Venezuela como entidad política luego de su descubrimiento y su posterior colonización. Pues no debemos olvidar que somos parte de una generalidad territorial llamada Venezuela, y que nuestra singularidad está implícita en ella.


 

“La acción no debe ser una reacción, sino una creación”.

Mao Tse-Tung


 

8 DE SEPTIEMBRE DE 1777

Para que estemos completamente claros sobre todo lo concerniente al desarrollo institucional de Venezuela como entidad política autónoma, que derivó con el paso del tiempo en las subsiguientes divisiones territoriales hasta llegar a los estados, distritos, municipios y últimamente parroquias, como es El Empedrado, debemos trasladarnos al 8 de Septiembre de 1777, fecha clave para entender el proceso de conquista, colonización y posterior emancipación de nuestro país y que lógicamente nos concierne como parte del territorio venezolano que somos y como descendientes directos de ese largo proceso de luchas que desembocó en ese sincretismo cultural y racial que hoy prevalece.

Cuando los españoles pisotearon con sus caballos estos parajes, adueñándose de estas tierras a través de su “Derecho de Conquista”; cuando los misioneros y encomenderos entraron a estas serranías, tomados de las manos con los conquistadores, hispanizando a nuestros aborígenes, allá, por el lejano 1650 aproximadamente; cuando el obispo Mariano Martí visitó Carora con la expresa misión de consolidar la presencia de la iglesia en esta extensa zona, en 1776, creando nuevos curatos para esta región, Venezuela no existía como entidad política. Existía una provincia llamada Venezuela que ocupaba una ínfima parte de lo que es hoy el territorio venezolano, pero Venezuela como país, como entidad política autónoma, como capitanía general, no existía.

Los estados actuales occidentales: Táchira, Mérida, Zulia, Zamora y Apure, formaban una provincia, primero llamada de Mérida, después de Maracaibo, que dependía en lo político, judicial y militar, de Santa Fe de Bogotá, hoy Colombia. Lo que hoy es Bolívar, Amazonas y El Delta, se denominaba provincia de Guayana y dependía del mismo virreinato, al igual que los estados actuales: Anzoátegui, Monagas y Sucre, llamada provincia autónoma.

En 1759, luego de la muerte de Fernando VI, sube al trono de España, Don Carlos de Borbón, quien antes de esto era Duque de Parma y luego, con la ayuda de los franceses, conquistó el reino de Nápoles, abandonando todo para quedarse con el reino español, con el nombre de Carlos III de España.

El 08 de Septiembre de 1777, emite su “real cédula”, asignándole a Venezuela su territorio con el siguiente texto: “He tenido a bien, resolver la absoluta separación de las provincias de Cumaná, Guayana, Maracaibo e islas de Margarita y Trinidad, del virreinato de La Nueva Granada y agregarla en lo gubernativo y militar a la Capitanía General de Venezuela, en lo respectivo al manejo de la hacienda real, cuyo apoyo se enviará a la capital Caracas”.

Esto nos deslindó de La Nueva Granada, pasando a depender de la Real Audiencia de Santo Domingo, hasta el 19 de Abril de 1810 en que decretamos nuestra independencia. El 8 de Septiembre de 1777 es el nacimiento de la Capitanía General de Venezuela; es el momento en que nuestro país hizo su aparición como entidad política, aunque subordinada al reino de España.

Mario Briceño Iragorri lo describe magistralmente cuando afirma: “El 8 de Septiembre de 1777, es el ante diem del 19 de Abril. Sin la integración política que surgió de la cédula carlina, Venezuela no sería lo que es hoy. Pequeñas repúblicas independientes, fáciles presas de las grandes potencias imperialistas, hubieran sido las provincias que se unieron en virtud de la cédula de 1777 y que en 1810, al reabsorber el pueblo la soberanía que detentaba Fernando VII, se volvieron a unir por medio del pacto federal que firmó la Primera República”, Fin de la cita.

18 años después, en 1795, luego de la emisión de esta Cédula Carlina, que nos elevó a la categoría de Capitanía General, se produjo el primer movimiento con intensiones independentistas, en la figura del zambo José Leonardo Chirinos, allá en Coro, respaldado por negros y mestizos, y en donde se observaba la influencia de la independencia norteamericana, alcanzada en 1783, y de la Revolución Francesa de 1793; este movimiento rebelde no prosperó, “por no contar con todo el apoyo de la clase oligárquica criolla, que era entonces la única fuerza activa nacional”, al decir de Gil Fortoul. José Leonardo Chirinos fue apresado y llevado a Caracas, donde fue ahorcado y descuartizado.

En 1797 ocurre la conspiración de Picornell, Gual y España, que también fracasa motivado a traiciones dentro de su seno; Gual murió en el ostracismo y España corrió con la misma suerte de José Leonardo Chirinos, de Picornell, la historia no registra nada, por lo menos las que yo consulté. En 1799 ocurre una sublevación de negros y mulatos en Maracaibo, capitaneados por Francisco Javier Pirela, quienes trataron de apoderarse del gobierno de la ciudad y proclamar la República; fueron descubiertos y apresados. Luego vienen las dos expediciones de Francisco de Miranda, quien invade en Abril por Ocumare y en Agosto por Coro, teniendo como resultado un rotundo fracaso en ambas tentativas.

Esta es, a grandes rasgos, las rebeliones que antecedieron al 19 de Abril de 1810, cuando se proclamó la independencia de Venezuela, y que se sucedieron gracias a la Cédula Carlina de 1777, que dio identidad política a nuestro país y permitió nuestra integración territorial como Capitanía General, y que nos llevaría, definitivamente, a República independiente en 1821, luego del triunfo patriota en Carabobo.

Todos los estudiosos de la historia patria, en las diferentes épocas del devenir republicano, celebran el 19 de Abril de 1810, como la génesis de nuestra nacionalidad, sin observar, ni por un momento, que sin el 8 de Septiembre de 1777, no hubiese habido ni 19 de Abril de 1810, ni 5 de Julio de 1811; y la importancia fundamental que encierra, deriva sobre todo del hecho de saber que nuestro territorio es aquel que corresponde a la Capitanía General de Venezuela y que es lo que conocemos como “el Utis Posidetis Juris”, que en su momento abarcaba más de 1.300.000 km2 y que hoy, lastimosamente, apenas rebasamos los 900.000 km2. Es decir, que sin haber librado guerras con ningún país, a excepción de España, que no nos quitó territorio, hemos perdido más de 400.000 km2 en una expoliación sin precedentes.

Quise incluir esta parte de la historia en este trabajo, porque considero que nos ayuda a entender mejor nuestras raíces, como parte de un todo nacional que es nuestro pueblo, y para conocer nuestros orígenes como república independiente.

Ahora bien, en 1943 llegó a esta comunidad un médico de nombre Homero Álvarez quien realizó una historia, o un ensayo histórico mejor dicho, desde el punto de vista médico, claro está, donde habla sobre la salubridad del agua, patologías más comunes, etc. y se refiere en este trabajo a la fundación del pueblo; pero oigámosle a él directamente: «para el año 1619 se cita que la parroquia San Francisco, del curato de Carora tenía entre los hatos y estancias de que contaba la gente de Agustín de Campos Galindo, de Altos de Empedradillos, queriendo esto decir que la región tenía ya para entonces tal denominación, aunque todavía no existía ningún poblado». ¿Raro? ¿No? Tenía nombre pero no gente, pero sigamos escuchando al Dr. Homero: “la formación del actual pueblo de El Empedrado, parece que haya sido determinado por lo atractivo de la región de clima saludable y ricas tierras. Los bienes de las cofradías que residían en las vasta pampa de Quediche, eran una de la mayores riquezas de esas regiones; ahora bien, las fiebres y la poca producción de la tierra, hicieron que sus moradores buscaran refugio en mejores lugares y así El Empedrado fue tierra de promisión para el trabajo del campesino” Pero ¿en qué año ocurrió esa migración? no sabemos. Lo que sí sabemos fue que las fiebres de que habla el Dr. Álvarez, ocurrieron en lo que hoy es Burere.

«Muchos moradores de los Andes Trujillanos contribuyeron también a la formación de este pueblo algunos llegaban con carácter de trabajadores» ¿A quién le trabajaban? hay quienes sostienen que estos eran una hacienda, pero ¿quién era el propietario? sigamos oyendo al Dr. Homero: “ mientras que otros buscaban refugio en sus montañas vírgenes al ser perseguidos para la recluta tan comunes entonces” , continúa el Dr. Homero: ”Cuéntase que para la época de la guerra de los 5 años, alrededor de 1860, se decía que El Empedrado era sede de numerosos guerrilleros”.

Lo que el Dr. Homero llama la guerra de los 5 años, no es más que la guerra Federal que empezó en 1859 y terminó en 1863 con el tratado de Coche entre la gente del general Páez y la gente del general Falcón; es decir, que si en 1860 El Empedrado era sede de guerrilleros, significa que ya se había constituido como pueblo quien sabe cuánto tiempo atrás y mal pudo haber llegado Manuel Bastidas Arteaga a fundarlo en 1870. Las fechas no cuadran.

QUEMA DE EL EMPEDRADO:

Sigue el Dr. Homero: “Unos revoltosos que venían de Santa Ana le prendieron fuego y acabaron con las poquísimas casas que habían, dícese con seguridad que al mando de esta gente venía don Julián Montes de Oca, valiente godo caroreño, capaz de realizar las más acometidas empresas”.

Pero el señor Oscar Franquiz, en su libro sobre la historia de Pie de Cuesta dice lo siguiente: “a El Empedrado no lo quemó Julián Montes de Oca, a El Empedrado lo quemó la esposa de éste, empujada por el fantasma de los celos, ya que Julián tenía una amante en el pueblo, de nombre Juana Bautista Ocanto Coronado y al enterarse la esposa de Julián, fue al pueblo a buscarla para matarla, pero ésta, alertada por otra persona del propósito homicida de la esposa de Julián optó por huir y entonces la esposa de Julián (cuyo nombre no sabemos ) quien iba acompañada por un grupo de bandoleros, decidió quemar el pueblo por si estaba oculta en alguna de las casas de la comunidad, muriese quemada”. La mujer logró escapar según le cuenta a Oscar Franquiz un habitante de Pie de Cuesta de nombre Fulgencio Ocanto, nieto de Juana Bautista y quien le contó a éste la historia, llevándose solamente un cristo y llegó a Parajá, comunidad hoy desaparecida y desde allí vio a El Empedrado envuelto en llamas. Juana no permaneció mucho tiempo en este sitio por temor a ser seguida por sus perseguidores y de Parajá, Juana siguió a Cuicas donde se residenció y vivió con el cristo el resto de su vida, según cuenta el nieto.

Este cronista ha realizado algunas averiguaciones, a fin de constatar si esta señora existió, Juana Bautista, pero no ha sido posible verificar esta información, ni aun con los más longevos del pueblo. Aquí vemos dos historias diferentes aunque muy relacionadas, que involucran a un solo personaje: Julián Montes de Oca, por lo que la leyenda tendría mucho de verosímil. Ahora sigamos oyendo al Dr. Homero Álvarez: «parece que después de esta quema no quedó nada del poblado y fue en la época de una epidemia de viruela, cuando la gente de Carora y lugares vecinos, buscando escapar de este terrible mal, emigró en gran parte hacia estos lugares.

Dícese que fue en esta época que Manuel Bastidas, siendo derechante de la posesión de El Empedrado, fijó residencia aquí junto con muchos de sus parientes, entre ellos Leopoldo Bastidas, Henrique Huerta, Francisco Mosquera y los hermanos Vásquez. Este señor, Manuel Bastidas -continua diciendo el Dr. Homero- es considerado como un individuo que le dio cierta organización al pueblo, como por ejemplo señalarle a los peones que trabajaban con él, donde habían de construir sus casas, constituyéndose en el único representante de cualquier gestión que fueren a realizar”.

Como podemos observar en esta versión del Dr. Homero, nos encontramos con un Manuel Bastidas diferente, más humano, pues cuando un individuo transita los caminos de la ilegalidad, violentando normas, principios y valores, pierde parte de esa esencia divina que nos caracteriza como seres espirituales, que es lo que nos hace ser humanos y por lo tanto superiores a los seres irracionales, y este no es el caso del Manuel Bastidas descrito por el Dr. Homero, donde observamos a un dirigente dando instrucciones a sus empleados.

En esta interpretación del Dr. Homero, estamos observando a un conductor de hombres, como cabe imaginar en un individuo fundador de un pueblo, vemos al hombre que decide y que se respeta sus decisiones, de lo que inferimos que debió ser una persona de recia personalidad, característica fundamental en un conductor de masas.

Así mismo, se cita que para el año 1619, el curato de Carora, de la parroquia San Francisco, es decir los curas de esta parroquia, tenían hatos y estancias en <altos de El Empedradillo>, y yo recuerdo, que Juana D´ Santiago, madre de este cronista y quien murió a la edad de 95 años, sostenía que esta zona era una hacienda, pero no supo decirme a quien pertenecía. Pero la solución es simple, la iglesia, en su acción evangelizadora, penetró esta área y adquirió estos terrenos, siendo Manuel Bastidas, derechante, lo que le permitió establecerse aquí con su familia y peones, poblando la zona; si esta versión es cierta, que lo dudo mucho.

JULIAN MONTES DE OCA.

Ahora veamos quien fue Julián Montes de Oca, a fin de calibrar la verosimilitud de la historia de la quema de El Empedrado, contada por el Doctor Homero y por Oscar Franquiz. Según Francisco Cañizales Verde, autor de Biografías de Próceres Larenses, dice lo siguiente en relación a Julián: «Julián Montes de Oca estaba predestinado por la gloria para cumplir un cimero destino en la gesta emancipadora, en la cual el honor y la constancia de sus ideales son virtudes descollantes que caracterizan su heroica trayectoria y su recia personalidad.

Nació Julián Montes de Oca en hogar distinguido, en la ciudad de Carora, el día 28 de enero de 1792, hijo de don Juan José Montes de Oca y de Doña Gregoria Ana Álvarez, de sus progenitores recibe nociones elementales de rectitud y honradez, que harán de su vida un dechado incomparable en el cumplimiento del deber y la salvaguarda del honor.

A muy tierna edad asiste a ese foco incesante de cultura y patriotismo que fue la orientadora escuela de Arenales que dirigía con admirable encomio la voluntad emprendedora del reverendo Padre José Félix Espinoza de los Monteros. Allí recibe, en ese memorable plantel, juntos con los primeros rudimentos de instrucción, una buena y eficaz provisión de leal patriotismo, inculcado por el ejemplo perseverante y la virtud paradigmática de ese meritorio sacerdote, que fue uno de los primeros civilizadores de la región y ejemplo tesonero en la enseñanza de los principios para la integral formación de la personalidad. A los 18 años, Julián Montes de Oca cierra filas en el ejército expedicionario comandado por el Márquez del Toro dando comienzo a la carrera de las armas.

Al regreso de este fatigante encuentro con su destino, es de lo más aguerridos defensores de Carora, cuando ésta es hostigada por los huestes de Monteverde. Ya había obtenido el grado de sub-teniente y al lado del comandante Manuel María Gil realiza prodigios inauditos, en lucha por la defensa de sus fueros. Después sería un errar por los montes, en estado de alerta vigilancia para no caer en manos del enemigo, pero pronto renace la esperanza ante el anuncio del victorioso avance de Bolívar en la Campaña Admirable y en compañía de otros jóvenes caroreños se traslada a Trujillo donde ofrece sus servicios al libertador.

Tiene Montes de Oca destacada actuación en todas las acciones que se desarrollaron durante los años 13 y 14, especialmente las que ocurren en suelo larense. Desde Barquisimeto acompaña a Urdaneta en la famosa retirada de Occidente. Fue de los participantes en el sitio de Cartagena y tras heróica resistencia logran salir a las Antillas y acompañó al Libertador en la expedición de los Cayos. Al llegar a las costas venezolanas se encuentra en Ocumare; interviene en la toma de la Asunción y del Castillo de Santa Rosa y junto a Mc- Gregor, pone de relieve su acometida y su valor en las acciones de la intrépida retirada de los seiscientos, que escribió página notable en los anales de la patria. Su nombre adquiere relevante prestancia en los campos de Onoto, Quebrada Honda, Chaguaramal, Alacrán y el Juncal. Es uno de los denodados oficiales en la batalla de San Félix al lado del General Piar y de su esclarecido paisano Pedro León Torres.

Por su brillante actuación en los años 17 y 18 en la campaña de Guayana, el Libertador premia sus eficaces servicios con las presillas de coronel, grado militar que ostentó con dignidad y honor. Recibe instrucciones del Libertador para iniciar la campaña de Coro y reconquista tan importante región del país. Gravemente enfermo regresa a su pueblo natal y al recuperarse de sus quebrantos, desempeña importantes funciones en la magistratura civil, como gobernador de la provincia de Trujillo y Coro, donde cumplió labor progresista y de reconocida probidad administrativa.

Después se integraría a la vida pacífica y al trabajo productor y digno en su terruño natal y ya no se alejará más de su Carora tan entrañable a sus afectos. El 17 de febrero de 1825 contrae nupcias en la misma tierra de sus ancestros con la señorita María de los Reyes Oropeza, hija de Don José María Oropeza y Josefa Riera, La vida hogareña fue su más notable preocupación en los últimos años de su egregia existencia. Como del matrimonio no hubo descendencia, él y su esposa adoptaron una niña, Zoila Meléndez, culto y alegría de la etapa postrimera de su vida plena de méritos y sacrificios ejemplares.

El 8 de febrero de 1833 muere en Carora a la temprana edad de 41 años el Coronel Julián Montes de Oca en medio del más profundo sentimiento de pensar colectivo, él representó una gloria cierta de terruño, un ínclito paladín de la independencia, un esforzado e infatigable combatiente de la libertad y un gobernante de reconocida probidad.

Con su hazaña inmortal y con su nombre preclaro, llena de lauros inmarcesibles el procerato larense, del cual es uno de los representantes más esclarecidos y enhiesto blasón del gentilicio”.

Como podemos observar en esta mini-biografía y si debemos creer al autor de la misma, Cañizales Verde, el Coronel Montes de Oca fue una gloria del gentilicio Venezolano y orgullo de las tierras larenses, amén de su probidad en los manejos de la administración pública, lo que pone en tela de juicio la versión del Dr. Homero cuando afirma que a la cabeza de unos revoltosos procedió a la quema de El Empedrado que era asiento de guerrilleros en 1860, cuando Montes de Oca muere en 1833. Si es cierto que el coronel Julián quemó este pueblo lo hizo en 1812 cuando se internó en estos parajes huyendo de las tropas de Monteverde, quien destruyó a Carora, luego de la capitulación de Miranda y la pérdida de la primera república, lo que nos da un indicio claro de que para esa época ya El Empedrado era una comunidad.

Menos creíble me resulta el cuento que el nieto de Juana Bautista le contó a mi admirado amigo Oscar Franquiz, donde dice que fue la esposa del coronel Montes de Oca la autora del hecho; pues es difícil de creer que una dama, legítima representante de la godarria caroreña, como son los Oropeza Riera y esposa de tan ilustre personaje, ande montada en un caballo a la cabeza de un grupo de facinerosos, quemando pueblos por motivos pasionales. Eso es difícil de asimilar; aunque muchas veces los seres humanos cometemos errores que nos pesan durante toda la vida, me niego a creer la última versión del hecho.

Por desgracia no hay datos precisos que sustente la veracidad de esta leyenda, ni conocemos los nombres de las personas que refirieron la misma, por lo que no nos queda otra vía que la deducción lógica y esta nos conduce a adjudicarle el hecho, es decir, la quema de El Empedrado, si es que es cierta, a Julián Montes de Oca cuando andaba huyendo por estos parajes, descartando a su esposa María de los Reyes Oropeza Riera, o fueron los indios Achaguas, habitantes originarios de estas tierras, quienes en conflictos con los nuevos ocupantes, procedieron a quemar el pueblo como pasó en Carora en 1570. Este trabajo, con toda la humildad que conlleva, ha servido para limpiar la imagen de estas personas.

POSIBLE FUNDACION

En conclusión, los hechos fueron estos: la iglesia fundó varias cofradías entre las que figuraban la cofradía de Burere. y para que estemos claros, debemos decir que “cofradía” «es una congregación o hermandad de personas devotas, gremio o asociación» según la real academia de la lengua y esta zona, lo que hoy es El Empedrado, dependía de la cofradía de Burere fundada posiblemente por la misma época en que se fundó Carora, es decir por 1569, lo que explica el lapso de tiempo de 300 años que va de 1569 cuando se funda Carora a 1870 cuando Manuel Bastidas llega a El Empedrado; la iglesia debe tener estos documentos.

En esa época había en la región un comisario, es decir una persona encargada de hacer cumplir los reglamentos internos de la cofradía, recomendado por el señor Manuel Bastidas, lo que nos dice a las claras que este señor era todo, menos un fugitivo de la justicia y que tenía un alto poder de decisión dentro de la iglesia y posiblemente dentro del seno de las autoridades locales.

Aproximadamente para 1885 muere el señor Bastidas, según las investigaciones del Dr. Homero y lo reemplaza como autoridad el señor Francisco Mosquera, hijo natural de Don Francisco Herrera de Carora, quien debió ser una persona relevante en su época. Para ese momento El Empedrado tenía 19 casas, es decir 19 familias luego del incendio que lo destruyó en 1812 0 1860, no sabemos; esto quiere decir, sin lugar a dudas, que Manuel Bastidas lo que hizo fue repoblar a El Empedrado, en una historia muy similar a la de Carora quien fue fundada por Juan del Thejo, destruida por los aborígenes con un incendio y repoblada por Juan de Salamanca 2 años después, generando con esta acción una controversia sobre su fundación.

Estos nos lleva al principio de esta historia: ¿Quién o quienes fundaron a El Empedrado? sin duda alguna que sus nombres, los de los primeros pobladores luego de la conquista, se pierde en las brumas del tiempo, y queda claro que Manuel Bastidas posiblemente lo refundó, lo que es un mérito, pero no la joya de la corona.

Por el momento continuemos con el relato del Dr. Homero, mientras iniciamos otras investigaciones que nos lleve, en definitiva, a resolver este misterio de una vez por todas. Dice el Dr. Álvarez: «en este tiempo se anexó el pequeño caserío de El Empedrado al pueblo de Parajá, que tenía entonces mucho más importancia tanto en casas como en elementos de representación» no sé a qué se refiere el Dr. Homero con «elementos de representación», ¿más habitantes?, ¿más autoridad? ¿Que era Parajá?, ¿otra cofradía? Parajá estaba ubicada en un sitio estratégico para la comunicación y el intercambio comercial con los pueblos andinos, ¿por qué desapareció?

Según las investigaciones del Dr. Homero, este estado de cosas no duró mucho, dada las desventajas que representó para El Empedrado, sobre todo con las reclutas que le pedían a Parajá y que estos cogían en El Empedrado>. ¿Quién le pedía reclutas a Parajá? ¿Las autoridades caroreñas o las trujillanas?, recuérdese que Lara y Trujillo tuvieron un largo litigio por estos terrenos, perdiendo Trujillo varios kms de su superficie por esta razón. Lo cierto fue que el señor Francisco Mosquera, como máxima autoridad, reunió un grupo de hombres y fueron en comisión hasta Burere para pedir que cesara la dependencia de Parajá y retomara Burere, como capital del municipio, la autoridad sobre esta comunidad. Ya para esa época El Empedrado se estaba constituyendo en una comunidad fuerte y posiblemente con pretensiones de protagonismo; la solicitud fue atendida y se nombró para El Empedrado un jefe Civil y dos comisarios.

Okey, con la presencia tangible de las autoridades dentro de la circunscripción de la comunidad, el pueblo gozó de una relativa calma, lo que permitió que gentes de otras comunidades cercanas y no tan cercanas como por ejemplo Santa Ana, Burbusay, Bolivia, etc. llegaran y fijaran residencia aquí, buscando progreso y prosperidad. Mucha gente de Cuicas, Carache, Cerro Libre, etc., llegaron para quedarse, lo que contribuyó a que en 1915 las personas más representativas de la comunidad se dirigieran a la Asamblea Legislativa del estado, con el propósito de lograr la creación de un nuevo municipio, cuya capital recayera en El Empedrado, pues su gente consideraba que caseríos como Paraja, Palma Sola, la Media Ladera, Cerro Alto, Matías, Los Leones, El Valle, etc., eran satélites naturales del pueblo, dado el grado de crecimiento que había experimentado éste, compitiendo con Burere, que aunque era la capital, quedaba muy alejada de caseríos para cubrir sus necesidades; se gastaba 3 días de camino desde estos parajes hasta Burere. La solicitud les fue denegada, según nos cuenta el doctor Homero, hasta tanto se verificase una reforma de la ley de división territorial del estado.

El Dr. Álvarez no lo dice, pero es una información de capital importancia para entender este embrollo y es la siguiente: en 1881 durante la segunda presidencia del General Antonio Guzmán Blanco (1879-1884) llamada «El Quinquenio», quedó establecida una nueva organización territorial, pasando la República de Venezuela a organizarse en 9 estados, sustituyendo de esta forma, la anterior ley del 23 de abril de 1856 que establecía la división del territorio en 21 provincias, promulgada por José Tadeo Monagas en su segunda presidencia. De aquí deriva la sub división de los estados en municipios y distritos. En el desconocimiento de esta subdivisión fue que se basaron los legisladores para negar el traslado de la capital del municipio de Burere a El Empedrado; cosa bastante improbable esta ignorancia, puesto que eran legisladores y vivían en la capital del estado, por lo que es fácil deducir que el motivo fue otro.

En 1923 los habitantes de El Empedrado se dirigen nuevamente a la legislatura del estado, ya no buscando la creación de un nuevo Municipio, sino queriéndoles arrebatar la capital a Burere y trasladarla para El Empedrado alegando la expansión y crecimiento poblacional de la comunidad y el gradual aumento de sus actividades agrícola y pecuaria. Pero de nuevo la Asamblea negó los requerimientos del pueblo.

CAPITAL

En 1934 se introdujo de nuevo a la Asamblea Legislativa otra petición para el traslado de la capital del municipio Burere para El Empedrado, siendo exitoso esta vez el empeño, motivado a circunstancias políticas que nos favorecieron.

Estas circunstancias no fueron otras que la mano amiga de Eufrasio García quien para la época era jefe civil de Carora y era propietario de la hacienda «Rodrigo» aquí en El Empedrado, la que hoy pertenece a José Rafael Coronado, Henry D ’Santiago y Juan Duarte. Los Burereños sin embargo no se quedaron tranquilos, y en 1939 nos vuelven a quitar la capital, apoyándose en el triunfo que la facción de la derecha, apoyada por Burere, logra en las elecciones para la Asamblea Legislativa del Estado Lara en 1938, en contra de la facción de la izquierda apoyada por El Empedrado.

Al parecer y según denuncia del periódico “Cantaclaro”, fue por instigación del Dr. Honorio Sigala que la capital del municipio pasó de nuevo a manos de Burere; cito: “Pasioncillas ratoniles auspiciadas por el Dr. Honorio Sigala, lograron en la legislatura del 39 quitarle a El Empedrado la categoría de capital del Municipio Manuel Morillo de un modo hitlerista, puesto que se hizo por decreto”

En esta acción de la nueva Asamblea Legislativa podemos apreciar en todo su esplendor, lo que se ha dado en llamar desde tiempos remotos las “Solidaridades Automáticas” que tanto daño le ha hecho al desarrollo de nuestro país en todas sus épocas. En otras palabras, no tomaron en cuenta los méritos acumulados por los pobladores de esta zona, que en un tiempo relativamente corto pasó, de una aldea repoblada por un derechante de esta cofradia, a una comunidad próspera, hasta el punto de ser llamada por Chío Zubillaga «El Granero del Distrito Torres».

Esta irresponsabilidad de la nueva Asamblea Legislativa, por poco origina una tragedia, pues comenzando la década de 1940, un grupo de Empedradenses capitaneados por un hombre de carácter decidido, de nombre Alfredo Giovanny Soto y entre los que figuraban Florentino Lúquez, el viejo, Macedonio Fernández, entre otros, resolvieron un buen día trasladarse hasta Burere y traerse El Archivo Municipal, logrando su objetivo sin conseguir resistencia de parte de los habitantes de esta comunidad, lo que evitó un enfrentamiento de consecuencias impredecibles y que hubiera dejado heridas permanentes en las dos comunidades.

Al enterarse de esto, la nueva Legislatura enmendó la plana y devolvió a El Empedrado su capital, que por derecho le pertenecía, lo que causó una honda alegría a los habitantes de este poblado, los cuales procedieron a celebrarlo por todo lo alto, como muy bien lo reseña el editorial de Cantaclaro de fecha 20 de Febrero de 1944.

A partir de este momento, queda ya definitivamente EL Empedrado como capital del municipio con todas las prerrogativas que esto conlleva; ya para esa época y gracias a las gestiones realizadas por algunos personeros de Carora entre los cuales destaca el Dr. José María Zubillaga Perera, figura destacada de nuestra Academia Nacional de la Historia, el nombre de todos los municipios del estado Lara fueron cambiados y les colocaron el nombre de héroes pertenecientes a la geografía larense y lógicamente el municipio Burere no fue la excepción, pasando a llamarse Manuel Morillo, en honor a un hijo de la comunidad de Burere y quien se destacó como guerrero en la gesta libertadora. Hay que hacer notar que otras biografías ubican su lugar de nacimiento en Carora y la fecha de la misma entre los años 1792 y 1793; lo cierto del caso es que con apenas 20 años, Manuel Morillo se integra a los batallones patriotas donde se destaca por su valor y disciplina; se cubre de gloria en la batalla de los Horcones, llamada también la batalla de los Larenses y participa activamente en las batallas de Cerritos Blancos, Araure, etc que se escenificaron entre 1813 y 1814.

Realiza la campaña de los llanos donde alcanza el grado de Capitán de Caballería del batallón Bravos de Páez, participó en las batallas de Pantano de Vargas, Gámeza y Boyacá y tiene una destacada actuación en la batalla de Carabobo donde se selló la independencia de Venezuela,

Luego de asegurada la independencia de Venezuela, Manuel Morillo ya con el grado de Coronel es enviado a la Campaña del Sur donde se destaca por su heroísmo y junto con ese otro caroreño heroico, Pedro León Torres, participa en la batalla de Bomboná en la que cae abatido, al momento en que enarbolaba la enseña tricolor; en ese mismo sitio hieren gravemente al General Pedro León Torres quien muere tres meses después a causa de estas heridas.

Un poeta caroreño le dedicó una linda poesía al general Torres por esta circunstancia:

Pedro León Torres en Bomboná

«Sacrificio y Redención»

I

¡Como un trueno principia la batalla!

Y al frenético ardor de la pelea,

El León embravecido forcejea,

¡Y el mundo tiembla... y lo infinito calla!

II

A su dolor indómito no hay valla,

Y guiado por su empuje y por su idea

vence la tempestad que centellea,

El huracán colérico que estalla.

III

Pero al trepar la cumbre de la gloria,

Se desploma su cuerpo moribundo,

Como un águila muerta en la victoria

IV

Y en ese cataclismo sin segundo

Se enlaza para siempre su memoria

Con la grandiosa libertad de un mundo.


El autor de esta hermosa oda fue el poeta caroreño Francisco Bracho Pérez.

Por otra parte y en relación con las implicaciones y complicaciones que la fundación y posterior refundación del pueblo, si damos como cierto la quema del mismo, nos ha dado, mi sobrino Henry D’ Santiago propietario de parte de los terrenos que pertenecieron a la hacienda “Rodrigo” me ha conseguido el cuadro sinóptico, o más bien sucesoral, de varias de las haciendas del lugar, y estos documentos, debidamente registrados, coloca en tela de juicio a la pretendida fundación o refundación del pueblo por Manuel Bastidas en 1870.

Según estos documentos, la hacienda Rancho Grande, próxima al pueblo, fue vendida por María del Rosario Urrieta a María Concepción Torres, según documentos registrados en la oficina de registro inmobiliarios del municipio Torres del Estado Lara, con fecha 07-07-1838 bajo el numero S/N folios 9 al 10, trimestre 3º. Si nos vamos al libro “Procerato Larense” del historiador José María Zubillaga Perera, constatamos que las familias Urrieta y Torres, pertenecen a las más antiguas familias Caroreñas, cuyos ascendientes fueron todos próceres de la independencia o integrantes conspicuos de la iglesia católica.

Esto significa, sin lugar a dudas, que para 1838, treinta y dos años antes de la llegada de Manuel Bastidas a estos parajes, ya la prosapia caroreña de más alta alcurnia, pateaba estos terruños.

LATIFUNDIO

Esto deja entrever, como todo el mundo sabe , que nuestro próceres independentistas, a quienes el pueblo y los diferentes gobiernos que ha tenido este vapuleado país, los ha divinizado, se han constituido, ellos y sus familias, -excepción clara de Bolívar y Urdaneta, no recuerdo otro que muriera en la más completa orfandad económica- en verdaderos terratenientes, como pago a los servicios prestados a la república y en claro detrimento de las tropas que los acompañaron en particular, y al pueblo venezolano en general.

El caso del general Páez es emblemático; luego de la muerte de Boves en la batalla de Urica en 1814, los llaneros que lo seguían con devoción, quedaron acéfalos y Páez aprovechó la oportunidad para llamarlos a su lado ofreciéndoles tierras al concluir la guerra, y no les cumplió, a pesar de haber ejercido un predomino absoluto en el panorama político venezolano durante 42 años, que va desde la batalla de Carabobo en 1821 donde su actuación fue decisiva en el resultado victorioso de la misma, hasta 1863, luego del Tratado de Coche que dio fin a la guerra Federal, en que definitivamente sale del país rumbo a Norteamérica para no regresar jamás.

Luego de la abolición de la esclavitud por el gobierno de José Gregorio Monagas en 1854, el incremento de la propiedad latifundista se extiende como un manto por todo el territorio nacional a expensas de las tierras baldías nacionales y municipales; el gobierno de José Gregorio Monagas trata de frenar este proceso repartiendo tierras entre los esclavos liberados, sin pagos de rentas, a fin de que se conviertan en pequeños propietarios, pero el latifundio continuó su expansión esta vez a expensas de los nuevos propietarios.

Es el eterno círculo vicioso donde el pez grande se come al pez chico, que ha dominado el panorama económico en todas las épocas. Este estado de cosas trajo como consecuencia una serie de alzamiento contra el gobierno de Julián Castro en 1858 que desembocaría en la Guerra Federal o guerra larga que tantos dolores y vicisitudes le trajo al país.

Ezequiel Zamora, quien levantó las banderas de la insurrección con su lema: <Tierras y hombres libres>, resultó asesinado en 1860, en un obscuro suceso, que muchos historiadores no han dudado en catalogar como un asesinato de la oligarquía criolla, en contra de un hombre que amenazaba sus privilegios y sus conquistas, y no dudan en señalar a Juan Crisóstomo Falcón y a Guzmán Blanco, como instrumentos usados para tal fin. Guzmán Blanco ejercería un predominio de 18 largos años en el país, tiempo en el cual, se olvidó por completo de los postulados que motivaron la Guerra Federal.

Al final, la Guerra Federal para lo único que sirvió fue para devastar al país, que recién se recuperaba del desastre de la Guerra de Independencia y para que hombres nuevos con hambres viejas, como diría Rafael Poleo, sustituyeran a otros y preservaran el mismo estado de cosas que originó la contienda y se mantuviera el privilegio de las castas latifundistas.

Para esta época, década de 1860 a 1870 había muerto María Concepción Torres y heredaba la hacienda Rancho Grande, Alejo Oropeza quien posteriormente la vendería a Luis Oropeza y éste a Amenodora Riera, todos representantes genuinos de la oligarquía caroreña, quien mantenía con mano firme sus privilegios de casta y que nos dice a las claras el rotundo fracaso de la Guerra Federal, en su inútil intento de revolucionar el estado de cosas existentes hasta el momento.

Juan José Salazar en su obra: «Antropología de la madre Tierra» «El latifundio Caroreño», destaca lo siguiente: “en el municipio Torres, del estado Lara, hasta las primeras décadas del siglo pasado, no se habían conformado totalmente los grandes propietarios de tierra. Encontramos para ese momento, numerosas sementeras, produciendo gran variedad de cereales que surtían la despensa de la población caroreña. Para proceder a cercar en aquel momento, se valían de un sistema de palizadas, constituidos por estantillos cuyo seno se nutría de ramazones espinosos.

Sólo se cercaba para fundar pequeños conucos de extensión muy limitada. De esta manera, el pequeño cultivo se convirtió en la forma de agricultura predominante, generalizándose en toda la región del municipio. Tal era la prosperidad de la zona que Chío Zubillaga comentó en su oportunidad: «Que el distrito Torres, era en Venezuela, una comarca democrática de pequeños propietarios más o menos felices».

Este equilibrio en el campo se rompió - continúa Juan José Salazar- cuando llegó a las casas de comercio Caroreñas, un elemento comercial nefasto e inesperado, el alambre de púas, perturbador de la vida del campesino, que fue acabando con la prosperidad de aquella agricultura de conuco, hasta el punto de ser llamados «lengua de la terrofagia». Fin de la cita.

Esta inesperada aparición del alambre de púas facilitó al latifundista la cerca de tierras, cercado cuya referencia y significación era posesión y propiedad absoluta. Y aquí en El Empedrado pasó un caso particular; una de las causas del abandono del caserío Palma Sola, fue la extensión del cercado de alambre de púas que fue reduciendo al pueblo hasta ahogarlo, según testimonio de personas longevas que vivieron el caso. Hoy en día, el perímetro donde se ubicaba el poblado, son pastizales sin vestigio de ruinas de la antigua comunidad, a excepción del cementerio que pertenecía a las dos comunidades­: Parajá y Palma Sola.

Dice Salazar:< en otras de las regiones del Municipio Torres, donde se evidencia la lucha del cacho contra la mazorca, es en El Empedrado, zona en la que tradicionalmente se practicaba la agricultura de conuco. Allí labraban sobre posesiones comuneras, donde existían varios “derechantes” de la posesión comunera con derecho a usufructo sobre la tierra>.

Continúa Salazar: “las excelentes condiciones climáticas y la alta calidad de las tierras para la agricultura, despertaron la voracidad de los terratenientes. Una vez más, recurrieron a su nuevo aliado, el alambre de púas, y de igual forma, como ocurrió en Quebrada Arriba, la agricultura del Empedrado sucumbió”.

Esta afirmación de Salazar se concreta en un editorial de Cantaclaro, semanario creado por Chío Zubillaga en la década del 30, que reza textualmente: “Desgraciadamente parte de la posesión de El Empedrado, pasó a manos que prefirieron la cría a la agricultura. Por eso vino el enemigo número uno de la prosperidad social representada en el alambre de púas, y por consiguiente el latifundio ganadero fue privativo, con el deplorable espectáculo del cacho en las tierras clásicas de la mazorca”. <Editorial Cantaclaro, 20 de Febrero de 1944>.

Continúa Salazar: “ El Empedrado, que en otrora se había convertido en unas de las regiones más productivas y prometedoras del Estado Lara, se vio afectada, en el mismo momento, por el latifundismo que puso sus garras sobre esas tierras, y originó una crisis en la agricultura, específicamente del maíz, además escaso por el acaparamiento de comerciantes inescrupulosos. De esta lamentable forma, fue llevándose a cabo el proceso de sustitución de la agricultura por la ganadería, en las zonas más aptas para el cultivo, de todo el Municipio Torres”. Fin de la cita.

Reforzando lo dicho por Salazar, en los documentos que mi sobrino Henry D´ Santiago me facilitó, aparece claramente especificado el origen de la hacienda Rancho Grande. Esta hacienda se formó o se originó de la compra de terrenos pertenecientes a diferentes posesiones comunales como son: Las Jaguas, La Redonda, Parajá y terrenos que pertenecían a la hacienda < Rodrigo>de Eufrasio García, jefe civil de Carora, cuando el gobierno de Gómez, y que a no dudarlo, sus terrenos deben haber pertenecido a antiguas Posesiones Comunales , instituidas cuando se creó la Cofradía de Burere , a principios del siglo XVII.

Cheché Coronado, cuyo padre Blas Coronado, fue juez del municipio durante muchos años, me comentó que su papá le nombró muchas posesiones comunales en que estaba dividida esta comunidad, a saber: Las Jaguas, Los Pocitos, Dariguaco, Santa Cruz, Los Leones, etc, cuyos terrenos abarcaban, desde El Picudo, cerca de lo que es hoy la carretera Lara-Zulia, hasta la posesión comunal Cuicas en el Estado Trujillo; pasando por los caseríos: Berberé, La Media Ladera, Cerro Alto, Los Leones, Pié de Cuesta, etc, es decir, una enorme extensión de terrenos de primerísima calidad y abundante agua, lo que le permitió ser en su momento <el granero de Torres> como lo sentenció Don Chío, y que gracias a la voracidad de unas pocas familias, se fue diluyendo, inexorablemente, hasta convertirse en una zona ganadera por excelencia, en beneficio de unos pocos y en detrimento de una mayoría.

Sin embargo, en unos libros que mi apreciado e inteligente amigo, Frank Montes me facilitó y que representan una recopilación de escritos de Don Chío, aparece un editorial, sin firma, en el periódico Cantaclaro, que voy a copiar íntegramente por considerarlo de mucha importancia, pues nos confirma, fehacientemente, que no todos los dueños de terrenos, bien sean terrófagos o latifundistas, son indiferentes a las necesidades ajenas y guardan en lo más profundo de sus almas esos principios de solidaridad, confraternidad y hermandad que debería prevalecer en todos y cada uno de nosotros como seres espirituales que somos e integrantes de la Gran Familia Humana Universal. Bueno digo esto si aceptamos como veraz los dicho por Cantaclaro. El Editorial dice lo siguiente:

UN EJEMPLAR TERRATENIENTE

“ Si se considera que - tal vez motivado el fenómeno psicológico por una causa moral que aún no se ha descubierto o que escapará siempre al análisis - , si se considera que es una gran verdad aquello del vulgo que afirma que el que tiene quiere tener más, haciéndose este aserto popular quizás mayormente cierto en lo que toca a la posesión de la tierra, cuyos dueños padecen de una psicosis que nosotros llamamos TERROFAGIA, y la cual se caracteriza por el abarcamiento de espacio con una ansia afiebrada, alocada, voraz, hay necesariamente obligación de contemplar con ojo penetrante el caso de quien se escape a ese arrebato patológico, ya sea porque la persona exceptuada, tenga específicas virtudes inmunitivas contra la terrofagia, enfermedad que también desaltera los principios humanitarios o los de la justicia, o porque el buen terrateniente haya sabido y podido serlo en razón o de un hondo sentido solidario de la vida de los hombres, o por una honda y santa inclinación de su espíritu a la jesucrística convivencia de todos bajo la mirada del Padre Común, protectora y amorosa.

Todo esto nos lo sugiere un caso rarísimo de terrateniente generoso que existe en el Distrito. Es el señor don Florentino Lúquez, quien vive en El Empedrado.

Desde hace algún tiempo nos venían ecos de la generosidad de este ejemplar sujeto, dueño de extensas tierras que da a colonos en las condiciones más ventajosas que puedan concebirse, encontrándose hoy ochenta y tres labradores al amparo de este providente propietario digno de ser estimado como uno de los últimos representantes del tiempo de Los Patriarcas.

Un amigo de El Empedrado nos da detalles sobre las buenas condiciones en que se encuentran los colonos de Lúquez, y sus mismas palabras expresivas las copiamos a continuación. Dice nuestro comunicante empedraense: < Salúdolo muy afectuosamente y tengo a bien enviarle lista de los colonos que ocupan tierras del señor Florentino Lúquez, que es el Latifundista Modelo, toda la relación que hoy envío, es fiel y verídica.

Estos colonos siembran lo que pueden y con la ventaja que hay muchos de éstos que logran cuatro o cinco cosechas y no pagan el piso hasta que ellos no quieran pagarlo. Pueden tener también sus animales disfrutando del pasto, sembrar éste y arrancarlo, como guste el colono.

En los potreros de este señor Lúquez tienen animales todos los colonos que tengan éstos, y sin cobrarles un cobre; es así que si el señor Lúquez se negara como los propietarios avaros, se terminaría la Agricultura en esta población; tal la situación de Pie de Cuesta, pues ayer me dijo un agricultor, que dentro de tres años Pie de Cuesta será una “quesera”, porque el pasto está alrededor del pueblito y el comercio en estos pueblos terminará.

Y añade: hay otro pequeño terrateniente aquí que es el señor Rafael Antonio Álvarez en igual condición a Florentino Lúquez, y que en una palabra, son los que tienen parada la Agricultura en este pueblo.

El señor Lúquez tiene más de cien reses y otros animales y no debería ceder sus potreros gratis como lo hace y lo hará según declaración de él personalmente a mí, a los colonos que están ocupando terrenos de los suyos y están vivitos y coleando, que tienen más de catorce años ocupando dichos terrenos y entre éstos hay el señor Leoncio Villacinda, quien tiene una pequeña haciendita en los mismos terrenos.

Puede estar usted cierto que lo que escribo en ésta, es la verdad pura.

Nosotros tenemos un cordial, un fervoroso y emocionado aplauso para Florentino Lúquez, a quien destacamos como un modelo de terratenientes, como un propietario, en esta época en que la propiedad aguza más que nunca sus rasgos de avaricia trágica, para hacerlo resaltar desde su anonimia de El Empedrado como un capitalista progresista que le podría dar ejemplos de liberalidad y de conciencia cristiana a muchos otros, aunque Lúquez, en el retiro donde vive, ni anda buscando bombos, ni tampoco se jacta de haber leído las Encíclicas de los Pontífices.

Sin firma. Cantaclaro. Carora, 2 de Julio de 1939.

Este editorial del periódico Cantaclaro me impresionó, pues nunca había oído hablar de Florentino Lúquez en estos términos, por lo tanto inicié una serie de entrevistas entre las personas más longevas del lugar, que conocieron a Florentino y que tuvieron la oportunidad de apreciar la actividad agrícola y pecuaria desarrollada en sus posesiones. En efecto, Florentino era un terrateniente, era dueño de 5 ó 6 fincas obtenidas con trabajo y tesón, al amparo de una época en la que era fácil extenderse en los linderos de unos terrenos prácticamente sin dueños, dada la inexistencia poblacional que predominaba en el sitio.

Florentino arrendaba sus terrenos a las personas que quisieran hacer sus conucos o criar su ganado, pero lógicamente bajo el pago oportuno de sus servicios y bajo las norma impuestas por él, como propietario, lo que no es de extrañar, pues en esas condiciones cualquiera lo haría. Ahora la pregunta es la siguiente: ¿Por qué un editorial tan generoso para una persona que solo actuaba bajo los parámetros normales de una relación mercantilista normal y corriente?

Según el testimonio de las personas que entrevisté, aquí había, sin lugar a dudas, un contenido político, por encima de todo lo demás. El editorialista del periódico en cuestión, así como el informante que envió la comunicación, pertenecían al partido Acción Democrática, partido al cual también pertenecía el señor Florentino, lo que refleja una comunión ideológica que desvirtúa el propósito de presentar a Florentino como un filántropo de su comunidad y como un bondadoso patriarca sin ambiciones subalternas. No digo que Florentino no haya sido un hombre de bien, sólo sostengo que la falta de objetividad en una información por las razones que sean, más que ayudar, perjudican a la persona que ha sido centro de su atención, pues implica una averiguación sobre su vida que puede ser contraproducente.

Al señor Florentino se le recuerda como un hombre del campo, trabajador y emprendedor, y la prueba de esa aseveración es el número de propiedades que dejó al momento de su desaparición física, que su familia fue perdiendo paulatinamente por razones que no vienen al caso y que no interesan a nadie, salvo a ellos, pero no se le recuerda como un modelo de virtud, ni como un ejemplo a seguir en lo referente al tema tratado por el editorialista.

Al llegar a este punto, debo hacer una acotación, y para tal fin, voy a apoyarme en unas palabras del insigne Miguel Acosta Saignes, quien dijo lo siguiente: “No se trata, pues, de injustificada ojeriza contra los que poseen grandes fincas. La cuestión recae sobre datos concretos, evidentes: el latifundio no deja solo de incrementar la riqueza, sino que la disminuye. El proceso se ha repetido varias veces en la historia. El latifundio oprime a los pequeños propietarios de tierras y esclaviza a los trabajadores del agro; estanca el proceso ascendente de la economía y en nuestros países semi-coloniales forma estrecha alianza con los capitales mediatizadores de los cuales obtiene algunas ventajas. En cambio, les suministra elemento humano, desplazados de los campos”.

Subscribo todas y cada una de las palabras de Don Miguel. El latifundio, no solamente en Venezuela, sino en todos los países donde este flagelo se ha manifestado, y la edad media Europea está plagada de ejemplos, no ha hecho más que crear miseria y desolación, y ha sido la causa fundamental del abandono del campo por sus pobladores y ha contribuido, decididamente, a crear los cordones de miseria de las grandes ciudades.

Los intentos de algunos gobiernos, a lo largo de nuestra era republicana, de crear asentamientos campesinos, cooperativas y en definitiva, parcelamientos de tierras, no ha arrojado los frutos esperados, por múltiples y diversas razones: Primero: han entregado tierras, es cierto, como es el caso de Palmarito, que trataremos en profundidad más adelante, y Berberé, pero sin soporte técnico ni políticas crediticias, sin arreglo de sus vías de penetración, y en definitiva sin ninguna clase de seguridad social, que le permita al hombre del campo el disfrute de una buena calidad de vida para él y un futuro promisorio para sus descendientes. Segundo: los gobiernos no han logrado leyes y políticas claras, para defender al campesinado del latifundismo depredador. Tercero: el campesino no ha procurado agremiarse en sindicatos de obreros campesinos o cualquier otro tipo de organización que proteja sus intereses y luche por sus necesidades. Y cuarto: los gobiernos deben atreverse a tocar los intereses latifundistas y apoyar, decididamente, al hombre del campo en su lucha ancestral contra los poderosos, por una mejor calidad de vida y por el derecho de usufructuar las tierras, que les pertenece por derecho propio.

Aunque es innegable que el obstáculo mayor para la consolidación del campesino como pequeño empresario independiente y capaz, está en ese lastre heredado de los españoles, y piedra angular del feudalismo europeo, donde el campesinado depende, indefectiblemente, de la decisión e iniciativa de los grandes señores. Es decir, el campesino carece de decisión propia, en su gran mayoría, lo que impide su realización como empresario exitoso.

Mario Briceño Yragorry decía en un artículo publicado en 1945 en el diario El Nacional: “que después de la declaración de independencia y de la libertad de los esclavos, la liberación del hombre del campo constituía un hecho definitivo en la Historia de Venezuela. Hasta hoy el hombre que trabaja con sus duras manos la tierra generosa de nuestros campos, no ha superado realmente la antigua categoría de esclavos”.

“Este régimen de propiedad de la tierra-decía Mario- tiene relación directa con la productibilidad que hace la riqueza de la nación. La detención de la tierra por grandes propietarios, es hecho social jamás negado en Venezuela”.

Ahora bien, una de las características más resaltantes de nuestra gente del campo, es su ignorancia. Una profunda ignorancia que le impide marchar al ritmo que la vida le impone, y que lo hace vulnerable ante la acometida de personas inescrupulosas, que se valen de su situación de minusvalía intelectual, para explotarlos.

Los gobiernos, y sobre todo éste en particular, denominado pomposamente: <Socialismo del Siglo XXI> han desarrollado una campaña internacional, por todos los medios a su alcance, para gritarle al mundo que Venezuela es un país libre de analfabetismo, como si al mundo le importara aquello. Ese caudal de divisas que están despilfarrando en una vocinglería que nadie oye, deberían invertirla aquí, en nuestro país, creando escuelas en todos los campos venezolanos, para enseñarle a nuestros campesinos: técnicas de cultivo, ciclos de la siembra, qué significa el fenómeno del Niño que tan duro nos golpea y como minimizar sus daños, en fin, capacitarlo para que su lucha diaria, en las labores del campo, se haga menos ardua y más productiva.

No sólo basta con enseñarlo a leer y a escribir; el campo necesita políticas más efectivas y menos efectistas. Necesitamos un campesinado que marche con el siglo, que se deslastre de ese conuco ancestral que lleva en la mente. Pero para eso se necesita una verdadera Reforma Agraria, una revolucionaria Reforma Agraria. Y, lógico, el gobierno que se atreva a eso, debe estar consciente que va a tocar intereses muy poderosos, va a tocar familias que quitan y ponen ministros, y aun presidentes. Intereses tan poderosos que tienen raíces fuera de nuestras fronteras.

¿De qué sirve entregarles tierras a los campesinos y luego abandonarlos a su suerte? Va a ocurrir lo mismo de siempre. El campesino, imposibilitado para desarrollar su parcela, cae en el desencanto y la frustración y cuando llegue el terrófago, vende por lo que le den y se marcha, a engrosar los cordones de miseria de las grandes ciudades, donde sus hijos, tan desencantados como sus padres, pueden llegar a convertirse en individuos desafectos a la sociedad, pues el medio los absorbe, salvo muy contadas excepciones. O se queda en el campo, como obrero de quien compró su parcela, ganando un salario de hambre y sin posibilidades reales de nada.

Repito, no tengo nada contra los dueños de tierras, el que se sacrificó para tener una finca, bien, disfrútela; pero no es esa la Venezuela que yo quiero. No. Yo quiero una Venezuela pujante, independiente en todos los sentidos, sobre todo en el alimentario. Una Venezuela de pequeños propietarios exitosos, donde el latifundismo no tenga cabida y donde el feudalismo se vea erradicado por siempre y para siempre. Pero eso pasa por lo expuesto anteriormente: por una reforma profunda de las políticas agrarias, por una educación integral del campesinado y por un sentir verdaderamente nacionalista de nuestros gobernantes.

Nada fácil, por supuesto. Quizás sean utopías. Pero hombres ha habido en otras partes que se han atrevido. ¿Por qué no aquí? Alguien dijo: “un país subdesarrollado es aquel que no logra cubrir, para la mayoría de la población, las necesidades básicas inherentes a la dignidad humana”.

Y cuando un pueblo vive con salarios de hambre, le pisotean su dignidad. Cuando un país anda mendingando por el mundo para que le envíen alimentos a cualquier precio y bajo cualquier condición, le están pisoteando su dignidad. Cuando un país debe esperar a que le envíen el excedente de la producción alimentaria de otros países, es decir lo que les sobra, para poder alimentarse, le están pisoteando su dignidad. Y así Ad Infinitum. Ahora bien, el latifundio es una organización económica medieval que se instauró en Europa en el siglo x y proviene directamente del Feudalismo, que fue la organización social característica de la Edad Media, donde un hombre libre se subordina a otro a cambio de protección. Y eso tiene su explicación. A saber:

Debido a las invasiones bárbaras a los dominios de los reinos españoles y franceses, y ante la imposibilidad de las autoridades para resguardar estos dominios, despoblados casi en su totalidad, a los campesinos, propietarios de pequeñas parcelas, no les quedaba otra alternativa que entregar sus tierras a los grandes terratenientes a cambio de protección, pasando a depender de ellos como vasallos; el señor a su vez, debía protegerlo y no podía retirarle el feudo sin causa justificada. Los vasallos eran a su vez señores de otros vasallos de menor importancia y así se formaba la pirámide feudal que llegaba hasta el rey o el emperador, dueño nominal de todo el país. <Síntesis de Historia de José Carlos Astolfi.>


 

Esta estructura económica fue trasladada a estos territorios por los españoles y aplicadas en toda su extensión a los aborígenes, a través de Las Encomiendas, en donde el conquistador hacía el papel de <señor> y los indios y negros esclavizados el de <vasallos>, en un trabajo servil que violentaba derechos humanos elementales, y en donde a pesar de las protestas de hombres como Fray Bartolomé de las Casas, quien se sublevaba al ver la ignominia con que eran tratados los aborígenes, no logró, sin embargo revertir estas injusticias.

Luego de 300 años de atropellos, se logró la independencia de estos territorios, pero el feudalismo y su hijo mayor el latifundio, no sólo quedó como estructura económica del país, sino, más grave aún, quedó enquistado en el esquema mental de nuestros ascendientes, y como dice Carlos Rangel en su libro: <Del buen salvaje al buen revolucionario>: “El latifundio es un lastre casi mortal, o mortal cuando tiene su origen en una sociedad esclavista, como sucedió con El Imperio Español de América, por las consecuencias que ello tiene en la formación de actitudes y comportamientos tanto en los amos como en los esclavos, y en sus descendientes.

El campesino sucesor, sobre la tierra, de abuelos esclavos, hereda el hábito de ser objeto de decisiones de otros, y no va a cambiar mágicamente por recibir una parcela en propiedad. Sigue esperando ser objeto de un control paternalista, y si antes fue peón de un señor feudal, ahora será peón <y elector> de un partido político, o del gobierno representado en el cantón por un cacique. El espíritu feudal sigue vigente, las formas de producción siguen siendo primitivas, los resultados decepcionantes. Y puesto que ya no hay hacendados a quien culpar, el fracaso de la reforma agraria se achaca a los malos gobiernos, a todo menos a lo esencial: que la estructura social creada en el siglo XIX sigue lastrando la sociedad latinoamericana del siglo XX”.

Luego del descarnado análisis hecho por Rangel, y observando los ejemplos de Berberé y Palmarito, donde fueron repartidas miles de hectáreas entre el campesinado de estos dos sectores, y donde el progreso de las mismas ha sido harto deficiente, nos obliga, aun contra nuestra voluntad, a dar como buenas las palabras de este autor. Y más significativo aún, cuando la iglesia abandonó esta cofradía y los derechantes de la misma tomaron el control de toda esta vastedad de terrenos vírgenes y ricos para la explotación agrícola, pudieron haber hecho de este cantón una verdadera cooperativa de propietarios, imposibilitando la entrada del latifundio en la zona y convirtiendo la misma en un emporio de grandeza.

Por el contrario, esto se convirtió en una rebatiña, donde el mejor postor aprovechó la oportunidad de comprar todo el terreno que sus posibilidades monetarias le permitían, dando pie para que el latifundio tomara control sobre la zona, introduciendo, de paso, el alambre de púas que coartó la libertad de las mayorías. El latifundio entra por la incapacidad, y la debilidad del campesinado para constituirse en un ser autónomo y emprendedor, con espíritu aventurero y dispuesto a enfrentar riesgos para salir adelante. Ese lastre medieval, traído por los conquistadores y enquistado en su memoria, no le ha permitido, ni le permitirá, mientras mantenga ese esquema mental, desempeñarse con éxito en los duros avatares de la existencia.

Helena Plaza, en un excelente trabajo de grado para optar al título de Socióloga, titulado: El 23 de Enero de 1958, dice lo siguiente sobre la Reforma Agraria impulsada por el gobierno de Rómulo Betancourt en 1960: “La Ley de Reforma Agraria fue promulgada el 5 de Marzo de 1960 en el Campo de Carabobo por el Presidente de La República. En ella se proyectaba la inversión de dos mil quinientos millones de bolívares, en los próximos cuatro años, para su ejecución. A esa suma debían agregarse los bonos de la deuda agraria, que debían ser emitidos por el Instituto de Reforma Agraria. El plan incluido en la Ley comprendía, además de la dotación de tierras a los campesinos, la creación de escuelas rurales, caminos vecinales, electrificación del campo, formación de ingenieros agropecuarios y peritos agrónomos.

La Ley de Reforma Agraria respondía, en esencia, al objetivo de lograr el desarrollo capitalista del campo. Era, pues, el intento de ampliación del mercado interno y la creación de una sólida estructura agraria que proporcionara los insumos necesarios para el desarrollo de algunas industrias fundamentales: textiles, calzados, alimenticias, etc. Con esto la estructura tradicional del campesinado cambió, para incorporarse definitivamente a la producción para el mercado. Los créditos de reforma agraria y toda la política betancourista auspiciaron la inversión capitalista en el campo.

  1. Al estimular la transformación del latifundio en haciendas capitalistas, por medio de las compras de tierras improductivas por parte de I.A.N.

  2. Al estimular la “exportación” del capital urbano al campo, para desarrollar complejos agro-industriales y agro-comerciales;

  3. Al auspiciar el desarrollo de los pequeños campesinos y los campesinos medios a través de la dotación de tierras y la inversión importante del Estado en la infraestructura agrícola, introducción de nuevos cultivos, ayuda técnica, construcción de silos, política crediticia y financiera, etc. Pero este objetivo, al permanecer sin diferencias los cauces de descapitalización del cambio, que hemos anotado anteriormente, no serían alcanzados sino en forma parcial e incoherente.

Desde el punto de vista político, la reforma agraria fue una hábil medida de Betancourt en dos sentidos: por un lado, para 1959 existía una fuerte presión del campesinado deseosa de obtener tierras, y que reclamaba a Acción Democrática la dotación de las mismas; por otra parte, la reforma agraria era una excelente medida para justificar la gestión del gobierno. De esta manera Betancourt decretó una ley que servía para un triple objetivo: canalizar la inquietud del campesinado, estimular la capitalización del campo y anotarse un triunfo político.

En lo que respecta a la industrialización sustitutiva, como hemos señalado, esta se había iniciado en nuestro país desde los últimos años de la dictadura. De esta forma, la caracterización esencial del desarrollo industrial del país en los años sesenta mantuvo los mismos rasgos del período anterior, es decir, un desarrollo paradójico, una condición importadora y el fuerte contraste entre el capital invertido y el empleo generado”. Fin de la cita.

En definitiva, este modelo de reforma agraria, impulsado por Betancourt también fracasó, como es del conocimiento público, motivado a diversas causas entre las que se cuentan: la concentración de capitales en manos de grupos oligopólicos, el éxodo de campesinos hacia las grandes urbes, producto de las desigualdades sociales en la región y por último, la politización de los sindicatos agrarios que contribuyó a la marginación de un grupo en detrimento de otros.


 

“Nada que ha tenido un principio y un fin es eterno e ilimitado”.

                                                                                       Meliso

CÓMO SE FUNDÓ EL EMPEDRADO

Para tener una idea clara de cómo fue la fundación de El Empedrado, debemos empezar por el principio, por la génesis u origen de nuestro aborígenes, para ir desglosando paso a paso, todo el proceso, librando de malezas el camino en cuestión, que ha sido harto difícil por la falta de soporte tangibles que nos conduzcan por caminos ajenos a las leyendas, que no son más que cuentos tergiversados de la realidad histórica.

Desafortunadamente, la iglesia no me permitió el acceso a sus fuentes documentales que son de vital importancia histórica, por haber sido el sistema de Repartimiento y posterior Encomienda, el implantado en esta área y que debe estar debidamente soportado por ella. En fin, la historia se desarrolla de esta manera: como dijimos al principio de este trabajo, oleadas humanas pasaron del continente Asiático hacia el continente Americano, la última hace aproximadamente 20.000 años, llegando al Pie de Monte Andino venezolano hace aproximadamente 3.000 años, constituyéndose en lo que hoy llamamos la Gran Nación Arawak que ocupó la tierra firme del país, a diferencia de la Gran Nación Caribe que ocupó el litoral venezolano.

Los Arawak se dividieron a su vez en diferentes etnias con parecidas costumbres, pero distintos dialectos, siendo los Achaguas, también llamados Ajaguas, los ocupantes de esta zona, desde los Llanos Caroreños hasta las Serranías de Trujillo, siendo éstos, a su vez, una subdivisión de la nación Cuicas. El Antropólogo Mario Sanoja clasifica a nuestros ancestros en tres categorías, a saber:

1.- Comunidad Nomádica Restringida, que se moviliza en bandas de hasta 30 individuos, viven de la caza y la recolección, entre ellos se destacan los Guahibos y los Chiricoas.

2.- Comunidad Nomádica con Base Central; pasan parte del año errantes; viven de la caza, la pesca y la recolección, poseen una agricultura incipiente con cultivo de yuca, maíz y otros. En la época sedentaria forman comunidades de unas 25 familias. Entre ellos destacan los Yaruros, Guamos y Taparitas.

3.- Comunidad Semi -Permanente Sedentaria: permanecen estables la mayor parte del año. Su organización es la más compleja, el trabajo se divide por sexo: el hombre prepara la tierra para los conucos mediante la roza y la quema, la mujer siembra y recoge los frutos, cultivan yuca, maíz y otros, cazan y pescan, desarrollan alfarería y forman comunidades de hasta 500 individuos; dentro de este grupo están: los Sálijas, Caquetíos, Tamanacos, Otomacos y Achaguas. Fin de la cita.

Aquí vemos a nuestros aborígenes, Los Achaguas, ocupando estos parajes como sus primeros pobladores, en aparente calma, y como resguardo de esta aseveración tenemos los múltiples restos arqueológicos recogidos por el maestro Feliciano Montes y por Williams Escalona en distintos sitios de esta zona.

Todo este estado de cosas se mantendría inalterado hasta el año 1.600 aproximadamente, cuando la penetración española, cargada con una cultura completamente diferente, horade las bases de su cultura milenaria destruyendo todo: su forma de vida, su lengua, su religión, sus costumbres y lo más grave, el despojo inclemente de sus tierras ancestrales que compartían en comunidad, gozando todos del usufructo de las mismas en perfecta convivencia, lo que llevó a Tomás Moro, asqueado de la podredumbre de la sociedad europea de la época, a escribir su <Utopía>, que es un canto a la igualdad, a la confraternidad, al sueño irrealizable de una sociedad perfecta.

Dice Renzo Begni, en su libro: < Historia Menor de Carora y sus Pueblos>, lo siguiente: “En una alegre cercanía, de un clima agradable, allá donde la geografía del Distrito Torres va caminando hacia la de Trujillo, se levanta un pueblo de San Miguel de El Empedrado. Sus raíces se pierden en los comienzos de la colonia. Noticias de los antiguos historiadores nos recuerdan, que en estas tierras vivían dispersados unos indígenas, los que nombraban en forma general, los indios de los llanos de Carora, cuando la conquista y los colonizadores. También en estas tierras, ricas de bosques, serranías y llanos dilatados, vinieron los españoles de la ciudad del Morere, para fundar sus haciendas, las tierras eran buenas, las aguas abundantes por las numerosas quebradas que la surcaban.

Agricultura y Ganadería, dos fuentes de riquezas que esa gente tesonera supo aprovechar maravillosamente a falta de oro. Los indios poco a poco entraron en las haciendas como peones o como miembros de la encomienda, no faltaban esclavos venidos de la ciudad”.

Debemos hacer un alto en este punto del relato del señor Renzo Begni, pues me veo en la obligación de aclarar ciertos aspectos de su narración, ya que a raíz de las investigaciones que he hecho para la realización de este trabajo, llegué a la conclusión, que en esta parte del territorio se aplicó primeramente la Repartición, que eran “concesiones de indios hechas a los colonos españoles, que adquirían sobre aquéllos, ciertos derechos a cambio de instruirlos, civilizarlos y protegerlos. A pesar de las prescripciones de la ley, los indios repartidos fueron considerados en muchos casos como siervos por sus encomenderos”.

La Repartición derivó en La Encomienda como forma de colonización; “en efecto, La Encomienda es un repartimiento o asignación de un determinado número de indios a cada español a quien se le encomiendan durante una, dos o tres generaciones. La Encomienda era un premio para el español venido a América. Los indios habían sido declarados vasallos del Rey y como tales estaban obligados a pagar tributo anual. La corona por medio de La Encomienda renunciaba a ese tributo a favor del encomendero. Como el indio encomendado no tenía cómo pagar los tributos, debía sustituirlo prestando su servicio personal al encomendero. En líneas generales y con pequeñas variaciones, el grupo de indios tenía que trabajar sin pago alguno para el encomendero durante la mitad o dos tercios de su tiempo. El resto del tiempo trabajaba sus tierras. En la práctica abusiva terminaron trabajando casi todo el tiempo para el encomendero. Jurídicamente el encomendero era declarado protector de los indios encomendados. Tenía la obligación de “civilizarlo”, velar por la enseñanza de la doctrina cristiana y evitar el abuso de los españoles.” (Arturo Sosa: Colonia y Emancipación en Venezuela).

Ahora bien, no debemos descartar a “Las Misiones” como otra forma de culturización y subyugación de nuestros ancestros, que pudo ser aplicada en esta parte del territorio que estamos estudiando, pues según la descripción de las mismas que varios autores hacen, vemos coincidencias en las dos formas de dominio, o por lo menos diferencias muy sutiles que nos hace presumir que aquí pudo haberse aplicado esta forma de culturización junto con la Encomienda. Y el mismo señor Renzo Begni refuerza esto cuando afirma: “es cierto y hay documentación, que en 1619 en la región del actual municipio Manuel Morillo, el caroreño Presbítero Licenciado Gordon, visitador por el Obispo y vicario, organizó unas doctrinas en parroquias en formación, sin sede fija, entre estas la de San Francisco y en los sitios y haciendas de esta se encontraban también Los Altos de El Empedradillo y la gente de la estancia de Boraure. En los Quediches había otra doctrina”.

A Las Misiones al decir de Arturo Sosa, “debemos las mejores defensas del indio, las más audaces avanzadas que garantizaron las fronteras para Venezuela y las gestas más humanitarias del período colonial. A ellas debemos lo poco que se ha salvado de las culturas indígenas y los pocos conocimientos que sobre ellas tenemos. Este reconocimiento, sin embargo, no puede llevarnos a ignorar que también las misiones eran una forma de imposición de la cultura dominante y por tanto de erradicación y alienación de las culturas e identidad indígenas. Sería la forma menos inhumana de conquista, pero conquista al fin, con un gran esfuerzo de transculturación llamado a hispanizar a los grupos indígenas y a suplantar sus culturas. Manteniendo la distinción entre las formas de colonización, no se puede separar completamente la empresa militar de la conquista y la empresa misionera. Ambas fueron juntas, especialmente en la zona de los llanos centrales venezolanos”.

“ En 1776 Monseñor Mariano Martí en su visita a Carora, decreta la creación de un nuevo curato, el de Burere, lo que se hará realidad en 1780, a este nuevo curato, que abarcaba todos los llanos de Carora, pertenecía también los sitios de El Empedrado que desde entonces pertenecerá a la parroquia de Burere. Contaba el disperso vecindario para esos años con más de 600 habitantes de varias clases de personas. Los curas de Burere lo asistían religiosamente para atender a los enfermos. En 1906 el presbítero Mardoqueo Perera, quien era cura auxiliar de Burere, hizo también Bautismos en casas particulares pues no había capilla.

Aquí se nombra oficialmente el caserío El Empedrado. Para 1909 ya existía una capilla en Parajá y otra en El Empedrado, habiendo recibido la bendición la de Parajá y no la de El Empedrado, pues no estaba terminada”, hasta aquí la relación histórica de Renzo Begni.

Así tenemos entonces que para 1650 aproximadamente, la iglesia, en su acción evangelizadora crea la cofradía de Burere, luego del proceso de conquista y pacificación de sus primeros habitantes, la cual abarca toda la serranía que compromete a lo que hoy representa la comunidad de El Empedrado y toda la extensa zona a su alrededor, librándose una ruda e histórica lucha entre sus auténticos dueños, los primigenios habitantes de estas comarcas, victimas por antonomasia del proceso de la conquista, en primer lugar , la iglesia y los derechantes de las cofradías, como nuevos dueños históricos de estos parajes, en segundo lugar, y al final del proceso, los posteriores usurpadores, que basándose en su poder económico, usufructuaron la región a su real saber y entender. Es decir, los latifundistas.

Luego de la división de esta extensa zona, posterior a la pacificación, evangelización y sometimiento de los aborígenes, en Posesiones Comunales para la explotación agrícola de la misma, comienza el éxodo de habitantes de otros pueblos hacia esta región, atraídos por la riqueza de sus suelos, la abundancia de sus aguas, y la benignidad de su clima, que da como resultado el incremento sustancial de sus riquezas y una mezcla heterogénea de razas.

Por lo tanto, no podemos, y no debemos atribuirle a un personaje en particular, la fundación y posterior consolidación de este pueblo como una comunidad de relativa importancia, puesto que la historia nos indica que este logro es el resultado final de la lucha y el sacrificio de un conjunto de individualidades que en su momento dieron lo mejor de sí en la lucha existencial que les tocó librar.

Lógicamente que los nombres de los primeros pobladores, es decir los derechantes de las diversas Posesiones Comunales en que estaba dividido esta serranía, se perdió en la noche de los tiempos. Pero tampoco es la idea la de individualizar logros, creando personajes románticos atribuyéndoles un protagonismo no ganado. No. Esto fue la lucha de un colectivo, que en su momento alcanzaron la cima de la prosperidad a fuerza de tesón y que luego, inexplicablemente, permitieron que la horrible faz del latifundismo Caroreño y trujillano, pues no solo de los caroreños es el crimen, asomara sus fauces en la zona, tirando por la borda los logros alcanzados hasta entonces.

Todo, Posesión Comunera «Las Jaguas», que comprendía desde la calle abajo hasta quebrada de María (la Roncona), incluyendo las tierras de las que sería luego la Hacienda «Rodrigo», Posesión Comunera «Santa Cruz», que abarcaba desde San Isidro, hasta lo que es hoy Berberé, incluyendo Cerro Alto, Palma Sola, Parajá y La Media Ladera. Posesión Comunera <Dariguaco>, que comprendía desde Dariguaco hasta Tinajitas, incluyendo El Valle y Zamora. Posesión Comunera <El Picudo>, que comprendía Los Quediches y sus alrededores. Posesión Comunera <Los Pocitos> comprendido desde las Quebraditas hasta Pie de Cuesta y el asentamiento campesino «La Céquia» que iba desde la Iglesia hasta la Panamericana.

Todo, absolutamente todo, se les fue diluyendo por entre los dedos a estos primigenios agricultores exitosos, hasta terminar en las fauces babiantes de un feudalismo-capitalismo depredador. Estoy claro que los gobiernos, todos sin excepción, son los legítimos culpables de este estado de cosas. En sus luchas intestinas y subalternas han abandonado al campo y a sus habitantes a la buena de Dios. Sin vías de penetración en buen estado, sin créditos blandos para comenzar, sin maquinarias para trabajar, sin semillas certificadas que les brinde una garantía de éxito, sin sistema adecuado de riego, sin mercado para arrimar sus productos sin intermediarios; el campesino se siente abandonado y opta por la peor solución: vender sus tierras al precio que le den y trasladarse a la ciudad, donde engrosará los cordones de miseria.

Y después, los pseudos- dirigentes de izquierda nos vienen con el cuento trasnochado y trillado de que es el “imperio” el culpable de nuestros males, que los países del primer mundo son desarrollados gracias a la explotación que ejercieron durante siglos sobre nosotros. Y no analizan con sinceridad, el fracaso de las tales reformas agrarias que se han implementado en diferentes épocas y el grado de corrupción de todos estos gobiernos, hasta el punto que se ha convertido en una cultura ciudadana. Y lo más grave, el esquema mental medieval que impera en la mente de los habitantes de este país, que nos impide crecer como seres espirituales y competir en igualdad de oportunidades con civilizaciones más desarrolladas.

Hemos sido explotados, es cierto. Durante la conquista, los países europeos alcanzaron cotas de crecimiento sin precedentes, gracias a las riquezas que nos expoliaron, pero de eso hace ya 500 largos años, ya es tiempo que dejemos a un lado el lloriqueo y empecemos a pensar con seriedad y a actuar con determinación para rescatar a este país del estado de postración en que se haya y catapultarlo a estadios superiores de desarrollo.


 

“Las sociedades deben juzgarse por su capacidad para hacer que la gente sea feliz”.

Alexis Tocqueville

DESPOJO TERRITORIAL

Ahora bien, en este punto de la historia de la fundación y consolidación de El Empedrado como comunidad urbana, es necesario hacerse una pregunta que considero de capital importancia para el real entendimiento de este asunto: ¿Cómo fue el proceso que permitió el despojo territorial a los aborígenes, de tierras que fueron suyas desde tiempos inmemoriales? y ¿Cómo llegaron estas tierras a manos de estos derechantes y su posterior división en Posesiones Comuneras? Para contestar esta pregunta, que desbroza la génesis de esta historia, debemos irnos a las “Bases Jurídicas en la formación de la propiedad territorial de Venezuela y política indiana”.

DERECHO DE CONQUISTA: la formación de la propiedad territorial comienza con la Propiedad Privada Indiana Absoluta, derivada de la conquista directa del suelo por parte del propietario, considerada también como derecho de conquista. Este derecho a la posesión de las tierras de acuerdo a los estudios de Arcila Farías, tienen la particularidad de no tener su origen en el acto jurídico, o de la operación mercantil de compra-venta, ésta se origina de la acción misma del terrateniente, con sus propios recursos y a riesgo de su vida al emplear las armas, produciéndose de esta manera un poder político militar que derivó a su vez en la figura del caudillo en el devenir histórico.

Este régimen de tenencia territorial se mantuvo durante largo tiempo sin título legal, aunque no puede considerarse esta forma de tenencia como ilegal, desde su punto de vista, porque contaba con la aprobación tácita de los cabildos o de cualquier otra autoridad local, quienes podían enajenar las tierras donde hasta el momento no había llegado la «Soberanía Real».

LA COMPOSICIÓN: no obstante, ante la ausencia de título de propiedad territorial, la corona creó un mecanismo expedito que dio origen a la propiedad privada absoluta de la tierra a través de la figura jurídica de “La composición”. Los terratenientes, quienes ocupaban tierras por derecho de conquista, se acogieron al precepto de legitimación y legalización por “Composición” a través del acto declaratorio de las tierras ocupadas y del pago de derecho de uso. (J.J. Salazar, obra citada).

LAS REDUCCIONES: “agrupan a la población indígena que no repartieron en encomiendas, en pueblos aislados de los españoles con autonomía administrativa bajo la autoridad de alcaldes y alguaciles indígenas”.

Hay un ejemplo clásico que registra la historia colonial Hispanoamericana en cuanto a las Reducciones se refiere, y se llevó a cabo en el Paraguay en el año de 1588, cuando un grupo de Jesuitas establecieron unas 30 misiones en poco más de un siglo, con un aproximado de 100.000 indios, practicándose en el mismo un verdadero sistema socialista que hubiera hecho las delicias de un Carlos Marx o de un Tomás Moro, por lo consecuente con los principios aplicados en este régimen teocrático y que emulaba al cristianismo primigenio en cuanto a la propiedad comunitaria se refiere, pues todos eran beneficiarios del trabajo en comunidad, sin pretensiones de adquisiciones de ningún tipo.

Este ensayo comunitario duró hasta el año 1767 cuando los Jesuitas fueron expulsados de todos los dominios del imperio español, por orden expresa del rey Carlos III posiblemente por instigación de la iglesia católica, y confiscados todos sus bienes, los cuales pasaron a propiedad de la corona. Se pierde así un experimento harto interesante que pudo dar pié a una forma de sociedad más justa y prolífica en el nuevo mundo.

LAS MISIONES: La acción misional en gran escala comenzó hacia 1650 a causa del fracaso y la esterilidad de las formas más violentas de penetración. En contra de lo que ocurría en otras colonias, en Venezuela la población hispanizada se reducía a enclaves costeros con cierta penetración en la cordillera andina. En los primeros ciento cincuenta años la conquista se estrelló frente a la tenaz resistencia de una población indígena semi nómada diseminada en pequeños grupos.

Los misioneros aprendían las lenguas nativas, entraban en las pequeñas comunidades y trataban de atraerse a los indígenas en forma pacífica. Cuando fallaban los métodos pacíficos, se recurría a la coacción.

En Venezuela fueron los capuchinos los principales creadores de poblados indígenas, seguidos de Franciscanos, Jesuitas, Dominicos y Agustinos. Cada orden religiosa tenía sus peculiaridades en la implantación de los nuevos poblados. En conjunto, encontramos ciertos rasgos comunes característicos del régimen de Misión, contrapuestos al de Encomiendas, ellos son:

1)SEDENTARIZACIÓN DEL INDÍGENA.- La entrada y establecimiento de los conquistadores en las culturas indígenas sedentarias fue más fácil. El oriente, sur y llanos eran recorridos por pequeñas bandas nómadas o semi nómadas divididas en distintas tribus con lenguas y costumbres diferentes, muchas veces enfrentadas entre sí. Allí podía entrar el conquistador, pero difícilmente podía establecerse. Para implantar la nueva cultura era menester sedentarizar al indígena. Esa fue la tarea de los misioneros.

2) EL CONUCO Y EL HATO DE LA COMUNIDAD.- Para lograr un asiento estable, se hacía necesario crear una fuente de subsistencia distinta a la caza, la pesca o la recolección. Los misioneros introducen la agricultura y el pastoreo. Los misioneros aprendían las lenguas nativas, entraban en las pequeñas comunidades y trataban de atraerse a los indígenas en forma pacífica, y organizar nuevas formas de subsistencia. Cuando fallaban los métodos pacíficos, se recurría a la coacción. El conuco de la comunidad era una amplia extensión de tierra cultivada por todos los miembros del pueblo de indios. El trabajo se distribuía colectivamente. Las tierras y las cosechas eran propiedad de la comunidad indígena. Además existían los conucos particulares. El cambio que suponía esta nueva forma de producción era grande. Por eso el régimen era autoritario y el misionero era quien tomaba las principales decisiones. Los misioneros creaban el hato de la comunidad llevando el ganado – introducido anteriormente – de otras misiones o pueblos anteriormente formados.

3) RÉGIMEN POLÍTICO.- En el pueblo de indios no entraba ningún español, ni negro, ni mulato. Únicamente el misionero. Éste ejercía la autoridad civil y religiosa. Escogía entre la población capitanes, tenientes de justicia, alcaldes y alguaciles, a través de los cuales ejercía su autoridad. En general el gobierno del misionero era de un autoritarismo teocrático ejercido con sentido paternalista. El indio era considerado como menor de edad que continuamente debía ser instruido en todos los aspectos implicados por el nuevo modo de producción. La autoridad civil y religiosa que ejercía totalmente el misionero era supervisada por sus superiores religiosos y por el gobernador o autoridad civil en sus períodos de visitas. Estaba previsto que generalmente al cabo de veinte años, los pueblos de misión pasaran a la jurisdicción ordinaria civil y religiosa. Para lo civil, el gobernador nombraba un corregidor de indios. En lo religioso, el obispo nombraba un cura doctrinero. Además, los indios tenían que pagar el tributo como súbditos del rey.

Durante el régimen de misiones, el trabajo comunitario era considerado sustitutivo del tributo real. Los corregidores de indios, en general, estaban mal pagados y se resarcían abusando de la mano de obra indígena en sus propiedades. Por eso muchos se quejaban de los abusos y huían. Esto ocasionó numerosas protestas de los misioneros contra los españoles. También ello ocasionó la prolongación del régimen de misiones más allá de los veinte años previstos. Al pasar del régimen de Misión al de jurisdicción ordinaria, se daba rápidamente el proceso de mestizaje con las otras razas.

Los misioneros fundaron hasta trescientos pueblos y en ellos enseñaron, junto con la ganadería y la agricultura, diversas labores de artesanía, la cultura cristiana y demás formas de la cultura dominante. Ahí fue naciendo una forma de cultura criolla con la imposición hispana y el resto nunca apagado, aunque sí sofocado, de las culturas indígenas. Este proceso estaba aún sin acabar cuando se produce la guerra de emancipación. (Arturo Sosa. Obra citada).

Vistas las didácticas y documentadas explicaciones que nos ofrecen Juan José Salazar y Arturo Sosa, podemos deducir, con un alto grado de seguridad, que el proceso que despojó a los aborígenes y que derivó luego en el posterior parcelamiento campesino, con prioridad agrícola, hasta llegar al estado actual de cosas donde predomina la ganadería, ocurrió más o menos así: Los españoles en su afán invasivo penetraron estos parajes a mediados del siglo XVII, despojando a los aborígenes, a través de “el derecho de conquista” de sus posesiones ancestrales; luego, consolidado este despojo, y en alianza con la iglesia católica, procedieron a la pacificación e hispanización de los indios ya subyugados, donde se incluía: evangelización, enseñanza del nuevo idioma, enseñanza de nuevas formas de agricultura, alfarería y todo aquello que sirviera para el proyecto de dominación emprendido; lo que los estudiosos han dado en llamar: “Las Encomiendas” y su hermana gemela“ Las Misiones”, que comprendía a su vez, el aprendizaje de las lenguas nativas por parte de los “misioneros”, lo que derivó, lógicamente, en un sincretismo cultural.

Ya estabilizado el sistema de Encomienda y de Misiones, la iglesia procede a la creación de las “Cofradías” o comunidades de devotos, los cuales en su condición de derechantes de las nuevas tierras expoliadas a los nativos, ejercen su prerrogativa adquiriendo propiedades, que luego del abandono de las mismas por la iglesia, proceden a parcelarlas, naciendo de este modo “Las Posesiones Comuneras”.

Las bondades de las nuevas tierras, en cuanto a riquezas, agua y clima, aunado a la pasificación de los aborígenes lograda por la iglesia, permite que cientos de personas de diferentes lugares, recalen en estos parajes en busca de nuevas oportunidades existenciales. Algunas personas que han tratado de escribir la historia de este pueblo, afirman que delincuentes que buscaban huir de la justicia vinieron a estos parajes para ocultarse y que fueron ellos los verdaderos fundadores de esta comunidad; es una hipótesis a todas luces irresponsable, ligera de juicio e injusta para ese grupo de personas que fueron recalando por estas tierras, a través de los años, en busca de nuevas oportunidades.

Lógicamente que dentro de esos grupos de nuevos inmigrantes, llegan personas inescrupulosas, que a través de la coacción, la amenaza y el aprovechamiento de dificultades ajenas, se van apoderando lenta y paulatinamente de las mayoría de las posesiones campesinas, hasta desembocar en el latifundio depredador que eliminó en su totalidad, la pujante iniciativa agrícola que reinaba en sus comienzos y que hacía de estas tierras un emporio de riquezas, dentro de un sistema mancomunado de oportunidades colectivas.

Pero no todos en su afán expansionista actuaron al margen de la ley y los principios, claro está, decir esto constituye una grave irresponsabilidad; hubo muchos y sé que es la mayoría, que aprovecharon oportunidades desechadas por otros, para expandir sus predios y hacerse de propiedades prácticamente abandonadas; y que excediéndose en su extensión, le conculcaron derechos a otros que buscaban, igualmente, oportunidades de progreso y evolución, en un marco de trabajo honesto y de sacrificio. Pero llamarlos delincuentes es el colmo de la insensatez y del oprobio.

Esa es, a grosso modo, el proceso evolutivo de esta comunidad desde sus orígenes hasta el presente, y que no se diferencia de otras comunidades a lo largo y ancho de este hermoso país, que ha sufrido un ciclo de despojos y expoliaciones, el país quiero decir, ante la mirada indiferente de los gobiernos de turno, impidiendo, sin duda alguna, que nos proyectemos en el tiempo como el granero de América Latina, como debería ser, dado el caudal de riquezas que alberga en su seno esta tierra de gracia.


 

ENCOMIENDAS, MISIONES Y POSESIONES

En capítulo anterior se explicó someramente lo referente a “Derecho de Conquista, Cofradías y Misiones”, pero como las Encomiendas y las Misiones fueron las vía utilizadas por los conquistadores y la iglesia para subyugar a nuestros aborígenes en favor de la corona española en esta parte de nuestro territorio empedraense, es conveniente ahondar más en ella a fin de entenderlas mejor y pasamos luego a explicar lo referente a las “Posesiones”, que fue la forma de división que se aplicó en esta área que estamos estudiando.

Para tal propósito, voy a apoyarme en Gil Fortoul para explicar las Encomiendas y en una investigación realizada por Edgar Gabaldón Márquez en su libro: “El Coloniaje” y aunque su explicación de esta forma de conquista es un poco críptica, trataré de ponerla en buen cristiano a fin de que podamos entenderla y asimilarla.

ENCOMENDAS.- Los conquistadores , ocupados en hacer descubrimientos y en guerrear, sirviéronse en seguida de los indios para labrar la tierra, explotar minas, bucear perlas y transportar todo género de cosas, porque en América no existían bestias de cargas. El sistema de “Repartimientos” y “Encomiendas” lo inició Cristóbal Colón. En la primera batalla que libró en la isla Española hizo esclavos a muchos de los indios que cayeron prisioneros y a otros les puso tributos. Después sustituyó el tributo con la obligación de trabajar en las labranzas de los castellanos; y de este modo, los “repartimientos”, que se refirieron al principio a la tierra señalada a cada conquistador para ocuparla cultivarla, se trocaron en “encomiendas de indios”. Gil Fortoul, obra citada.

MISIONES.- Según el trabajo de Gabaldón Márquez, las misiones no es otra cosa que el acatamiento de la Bula inter caetera , (indulgencia concedida por el Papa para realizar todo lo faltante en el territorio conquistado) de 1493, ordenada por el Papa Alejandro VI, donde disponía la evangelización de “Las Indias”. Por hallarse los cristianos en lucha con los musulmanes y por cuanto el Papa asumía el vicariato exclusivo de Dios en la tierra, a él le tocaba repartir estas tierras, tanto para el dominio de los imperios, como para la defensa y propagación de la fe; se trataba de una fórmula posesoria “europeo-centrista”. Fray Bartolomé de las Casas y otros padres de la iglesia, criticaron la interpretación de esta bula, puesto que no solo su intención era evangelizar a los indios y hacerlos súbditos de la corona, sino también esclavizarlos”.

Debemos recordar que la iglesia católica se regía en esa época por las ideas filosóficas de Aristóteles, lo que se llamó “Escolasticismo”, propagada in extenso por Tomás de Aquino, uno de los padres de la iglesia y en donde se justificaba la esclavitud; con base a estos postulados aristotélicos, la sociedad europea era esclavista, flagelo que trajeron al nuevo mundo y que causó graves daños, -sobre todo en África, de donde fueron desarraigados millones de nativos para ser trasladados a estas tierras- en un holocausto sin precedente en la historia del mundo- para trabajar en las minas y haciendas de los nuevos propietarios de estos parajes, lo que originó grandes males, incluyendo la guerra civil norteamericana. Sin duda alguna, el misionero no fue más que un brazo de la función militar en la conquista.

LAS POSESIONES.- En esa época de la conquista, encomiendas, misiones y creación de cofradías, El Empedrado y sus adyacencias, fueron divididas en “Posesiones”, cuyos nombres y límites ya nadie conoce y que además ha perdido importancia por razones obvias. Sin embargo es conveniente saber el significado de las mismas, por razones históricas y para mayor entendimiento del estudio que estamos realizando.

Según Márquez, la palabra “Dominios”, en plural, junto con su hermana “Posesiones”, implica el carácter colonialista del lazo Europa-España y este continente. Los léxicos definen a “Posesiones” y a “Colonia” en términos similares, a saber: “Territorio situado fuera de una nación, que le pertenece por conquista, etc. y que se gobierna por leyes especiales. “Las Posesiones” hacen efectivo el proceso de dominio, y el vocablo “Posesiones” se encuentra, a menudo, en los papeles que se refieren a la administración imperialista”. Así tenemos que “Posesión”: es tierra o estado que un soberano o una república tienen bajo su dominación, y también: territorio situado fuera de las fronteras de una nación, pero que le pertenece por convenio, ocupación o conquista”.

Es decir, que por la Bula del Papa Alejandro VI, estas tierras eran propiedad de España y Portugal y por eso los descubridores y posterior conquistadores, tomaban “posesión” de ellas por “derecho de conquista” para luego la iglesia realizar sus “misiones”. Claro como el agua.

“Somos lo que hacemos cada día. De modo que la excelencia no es un acto sino un hábito”

 

 

CASERÍOS DE LA PERIFERIA

Ya resuelto claramente, cómo se llevó a cabo la fundación y posterior poblamiento de El Empedrado, alejémonos por los momentos del pueblo, para analizar con detenimiento los caseríos bajo su jurisdicción; su nacimiento, personajes, vivencias y posterior desarrollo de los mismos, para tener una idea clara y precisa de lo que aconteció en estos parajes.

BERBERE

Este parcelamiento, perteneciente a la Posesión Comunera Santa Cruz, es el más joven de todos los asentamientos humanos satélites de El Empedrado. Su creación se remonta a la década de 1940 aproximadamente, cuando ya los primigenios dueños de estos terrenos habían vendido sus derechos a latifundistas trujillanos, figurando Paco León, terrateniente trujillano, como dueño de Berberé para la mencionada época.

Éste le había arrendado estos terrenos a un grupo de campesinos de las comunidades adyacentes, los cuales convirtieron el sitio en pujante bastión agrícola y posiblemente con pretensiones de, en un momento dado, convertirse en propietarios de estas parcelas, a través de una política agraria implementada por el gobierno de turno. Paco León, adelantándose a este movimiento, vendió a Juan Montilla sus derechos, dejando a los parceleros en una situación de completa inestabilidad e indefensión. Para esa época, década del 50, se desarrollaba en el país la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y la construcción de la carretea panamericana, que pasaría por la cabecera de Berberé, era un hecho, lo que le daría un valor intrínseco a estos terrenos.

Como era de esperarse, Juan Montilla procedió al desalojo de los parceleros, a fin de convertir estos terrenos, aptos y ricos para la agricultura, en pastizales para el ganado vacuno y caballar, generando, de esta forma, un conflicto social y laboral de larga data.

José Bravo, Jefe Civil para esa época en El Empedrado, propició una invasión a Berberé como una forma de resarcir el daño causado por el señor Montilla a los parceleros desalojados, pero como siempre ocurre entre pleitos legales de poderosos y menesterosos, los primeros, aun sin soporte legal, o moral o ético, siempre, indefectiblemente, se alzan con la victoria y este caso no es la excepción, el señor Montilla, apoyado por la guardia nacional, desalojó a los invasores y quemó las casas asentadas allí, cuando la zona estaba dividida en parcelas

El señor José Bravo, en compañía de José de la paz Marín, quien tenía cierto poder económico en la zona, fueron en dos oportunidades a Caracas con la finalidad de revertir el proceso de desalojo, pero sus diligencias fueron infructuosas, dado las influencias y el poder económico del señor Juan Montilla.

Fue en la década de 1970, cuando la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez y gracias a las gestiones de la Federación Campesina de Venezuela, que se logró la compra de Berbere a Juan Montilla, repartiendo estas tierras entre el campesinado de la zona, y consolidándose la misma como comunidad.

Hoy en día, la situación primigenia de Berbere, se ha desvirtuado; abandonado por el gobierno, sin políticas agrarias que los favorezcan en su desempeño como mini propietarios, los parceleros han ido desapareciendo ante el avance indetenible de la terrofagia y la ausencia de incentivos que los ayude a superar los obstáculos que el monopolio comercial les impone.

Porque los gobiernos, todos y en todas las épocas, piensan que en las grandes urbes es donde está la médula del progreso de la nación, olvidando que es en el campo donde están las raíces del árbol que chupa la savia de la tierra y alimenta las hojas. Que es en el campo donde nace el manantial, que a medida que crece se convierte en torrente y nos nutre de vida; que es en el campo donde paseara Dios su mirada creadora contemplando su obra, con sublime delirio; que es allí, donde el campesino, con el sudor infinito bañándole la frente, en su lucha ancestral con la naturaleza, va abriendo con su arado el cuerpo de la tierra , buscando en sus entrañas el jugo de la vida; es ahí, en el campo, en donde está la esperanza de un destino mejor, en donde mora la fuente enriquecedora, no ya de una nación sola, sino de la humanidad en su conjunto.

Aun hoy, comenzando el siglo XXI de nuestra era, nuestro país vive sus horas más aciagas, por el abandono sistemático del campo, que nos ha llevado a la dependencia alimentaria de otras naciones, con implicaciones preocupantes para la soberanía de nuestro país y para el desarrollo físico y mental de nuestros descendientes.

Las actividades productivas del campesinado nuestro y aun de pequeños y grandes propietarios, se están viendo seriamente afectadas por la falta de insumos de todo tipo, aunado a una inseguridad creciente por el auge delictivo y lo que es aún más preocupante, la inseguridad jurídica que pende cual espada de Damocles sobre la cabeza de los productores de alimentos y propietarios en general.

Hoy en día, Berberé ha perdido su origen, que tantas luchas causó, como asentamiento campesino comunal, para convertirse en un mini latifundio, desvirtuando su génesis.

Es un imperativo de los tiempos y una necesidad endógena, tenderle la mano al trabajador del campo, implementando políticas eficaces que invierta el proceso de inmigración del campo a las ciudades, coadyuvando al país a emerger de su postración económica y como dijo Don Chío Zubillaga: “presentándole a la patria un cuadro de familias en plena conciencia autonómica”.

Poco tiempo después de los pleitos legales de Juan Montilla y José Bravo por Berberé, un hijo de José Bravo, Nelson Bravo, pidió en matrimonio a una hija de Juan Montilla, haciéndola su esposa, a raíz de lo cual Juan Montilla lanzó una frase desconsoladora: “Siempre se salieron con la suya los empedraenses, me invadieron la finca”.

LOS DOS CERROS

Los Dos Cerros era una pequeña comunidad asentada en los predios de los Montillas, hoy desaparecida, estaba ubicada entre las comunidades de la Media Ladera y Quebrada Honda, esta última, comunidad trujillana también desaparecida. Los viajeros que venían de Burere y zonas aledañas, entraban por el Picudo, pasaban por los Leones y Matías, para llegar a Altos de Parajá. Aquí el camino se bifurcaba, hacia la izquierda estaba el camino que pasaba por lo que hoy es Berberé, e iba a salir al camino que conduce a Cerro Libre y Cuicas en el Estado Trujillo; el camino a la derecha conducía a la Media Ladera, Los Dos Cerros y Quebrada Honda, e iba a salir a Parajá, lo que hoy se conoce como “La Guama” y era el camino que frecuentaban las personas que se dirigían hacia el estado Zulia, buscando hacia “Agua Viva”. Los Dos Cerros nuca se desempeñó como una comunidad propiamente dicha, es decir, más que comunidad, era más bien un asentamiento de trabajadores de la hacienda de los Montillas, que antes fuera de Juan Pedro León; pero es necesario reseñarla por haber sido un asentamiento humano, que de una u otra forma contribuyó al poblamiento post-colonial de esta zona.

Es casi seguro que al desaparecer Los Dos Cerros como asentamiento humano, sus ocupantes migraron hacia zonas más pobladas, posiblemente para El Empedrado, que ocupaba un puesto preponderante como comunidad guía.

MONTENEGRO Y LA CAMPANA

Estas dos comunidades están en los límites mismos con el Estado Trujillo. Montenegro agrupa unas cuatro familias aproximadamente, mientras que en La Campana hay más de diez y cuenta, además, con una escuela. Viven del conuco y carecen de lo necesario para proyectarse como comunidades futuristas. Posiblemente desaparezcan.

LA MEDIA LADERA

La Media Ladera es una comunidad de conuqueros y arrendatarios de vieja data., desde cuando estas tierras eran Cofradías con sus respectivos derechantes, de los cuales Serapio Espinoza figuraba como el mayor poseedor de esos derechos y fue quien le vendió a los latifundistas trujillanos en esa época, finales del siglo XIX y principios de XX.

Su nombre, La Media Ladera, se deriva de su situación geográfica, pues está situada al Pie del Cerro “La Ladera”, próximo a su vez del cerro de Quebrada Honda, también denominado “Cerro Grande”. Al momento de su mayor esplendor, La Media Ladera contaba con un aproximado de 30 familias, con su respectiva escuela donde no solo los niños acudían a oírle las clases a la maestra Crelia Andrade, primera y última educadora de esa población, sino también un buen número de adultos, quienes aprovecharon para aprender a leer y escribir.

Poco a poco, La Media Ladera fue quedando sola, la escuela la trasladaron a Berberé, ya con mayor población y mejores perspectivas de desarrollo y donde un camión cisterna, cargado de agua, enviado por la alcaldía de Carora, abastecía a la comunidad de Berberé, más no a La Media Ladera, según me cuenta Cheche Coronado, lo que indica que el problema mayor de La Media Ladera era la falta de agua, lo que con seguridad influyó en el despoblamiento de esta comunidad.

Poco después ocurrió la invasión de la finca de Charlo Pérez en el Paradero y gente de toda esta zona, incluyendo El Empedrado se dirigieron hacia allá para participar en la ocupación de estos terrenos y por supuesto la gente de La Media Ladera no fue ajena al asunto, lo que aunado a lo anterior, nos da una explicación del porqué del éxodo de sus moradores hacia otras regiones, lo que pone en riesgo la sobrevivencia de esta población. Nada de extraño tiene que en un corto tiempo, Media Ladera desaparezca como comunidad.

ALTOS DE PARAJA

Los Altos de Parajá, o Parajá a secas, como comúnmente se le conoce, fue una floreciente comunidad, más antigua que El Empedrado mismo. Para principio del siglo XX ya contaba con una iglesia, una escuela y aproximadamente unas cuarenta familias; situada más acá de La Media Ladera, en vía hacia El Empedrado, su éxito se cimentaba en la bifurcación de la vía en sus dominios, que llevaba al viajero hacia dos destinos de relativa importancia para la época, como eran las regiones de Trujillo y Zulia y posteriormente hacia el centro del país a través de la carretera trasandina.

El dueño de los terrenos, que circundaban a Parajá, era Pedro Nolasco Riera, godo caroreño, quien hacía las fiestas patronales de la comunidad, para agasajar a la virgen de Las Mercedes conocida también como Virgen de la Misericordia, patrona de Parajá. Para tal fin, Nolasco Riera traía al cura de Carora en carro hasta Cuicas y de ahí se trasladaban en mulas hasta Parajá. Las fiestas duraban una semana, desde el 24 de septiembre, día de la virgen y se aprovechaba el momento para bautizar y confirmar a los niños, no solo de la comunidad de Parajá, sino también de las comunidades aledañas, pues la única iglesia en todo esos contornos, con excepción de Cuicas, estaba allí. Paraja era una comunidad próspera, gozaba de muchas prerrogativas, su comercio, boyante. Inclusive los musiues Blas y José, de origen italiano y padres ambos de sobresalientes personalidades que descollaron después en El Empedrado, tenían una fábrica de armas en esa comunidad, además de un negocio de víveres.

¿Por qué desapareció Parajá? Ya para la década del 50 no había un alma allí ¿qué pasó? ¿Cuál fue la causa de un abandono tan intempestivo? En conversaciones con mi amigo Cheche Coronado, conocedor de la zona, observador acucioso y nieto, además, del musiú José, llegamos a la conclusión o llegó cheche para ser honesto, que el motivo del abandono de esta comunidad tiene que haber sido la falta de agua. Parajá, a diferencia de El Empedrado y del resto de las comunidades circunvecinas, no contaba con quebradas ni nacimientos de agua para abastecer una comunidad tan numerosa y en proceso de expansión, ni con la ayuda y tecnología necesaria para transportarla de otros lugares cercanos, lo que motivó el traslado de sus habitantes a lugares más prometedores, el razonamiento de cheche tiene, sin lugar a dudas, una lógica incuestionable, no veo otra razón que haya motivado una decisión tan drástica como es el hecho de abandonar todo, inclusive sus ancestros sepultados allí, para comenzar de nuevo en otra parte. Bueno, lo cierto del caso, fue que Parajá desapareció luego de haber sido una comunidad guía y con alternativas reales de crecimiento.

PALMA SOLA

Palma Sola fue otra comunidad que desapareció por la misma época que Parajá y posiblemente por iguales motivos. Situada entre Parajá y San Isidro, contaba con numerosas familias y una escuela, cuyo maestro era Juan José Sosa.

Asentadas en tierras de Juan Pedro León y luego de Juan Montilla, su futuro como comunidad estaba severamente cuestionado, pues ya el señor Montilla había dado suficientes muestras de indolencia en el desalojo de los parceleros de Berberé y el posterior pleito legal con José Bravo.

No tenían donde sembrar, esas tierras, antiguamente sementeras y de libre acceso para quien quisiera trabajar, habían sido ganadas para la cría de ganado, y el alambre de púas, que se extendía inmisericorde; era un reflejo fiel del nuevo status. Palma Sola era una comunidad de prácticamente una sola familia, los Arroyos Méndez. Natividad Arroyo llegó de El Valle, perteneciente a la Posesión Comunera “Dariguaco” y se casó con Josefa Méndez, procreando 19 hijos y luego Victoria Arroyo, hija de Natividad y Josefa, tuvo 21 hijos en dos matrimonios, es decir que entre madre e hija tuvieron 40 hijos, todo un record Guinnes. Claro, cuando esta familia abandona Palma Sola para trasladarse al Paradero, participando en la invasión de estas tierras, Palma Sola muere, dando la oportunidad al dueño de estos terrenos para terminar de cercar todo propinándole de esta forma, el golpe de gracia a esta comunidad.

Hoy en día, en Palma Sola no quedan vestigios que señale al lugar como antiguo asentamiento humano, solo se observa pastizales, sin rastro alguno de edificaciones.

SAN ISIDRO

Cuando José de la Paz Marín vio la progresiva decadencia de Paraja y el avance lento y sostenido de la terrofagia en toda esa zona, pensó que ya era hora de salir de allí y buscar nuevos horizontes que le permitiera desarrollar, o por lo menos mantener su estado social como comerciante de víveres y su independencia personal, que le había permitido, hasta ese momento, no depender de ninguno de los latifundistas que usufructuaban esos parajes en detrimento de la calidad de vida de sus habitantes.

En su mente mercantilista, en el mejor sentido del término, había vislumbrado y sopesado la importancia estratégica que representaba ese lugar llamado San Isidro, como paso obligado que enlazaba a todas esas comunidades que conformaban el conglomerado humano de esos parajes, y hacia allí se dirigió. El éxito fue inmediato. Gente de La Media Ladera, Cerro Alto, Matías y Los Leones, llegaban hasta San Isidro para abastecerse de todo, desde víveres, hasta urnas para sus difuntos. Al poco tiempo dos familias más fabricaron casas en el sitio, aparte de la casa de la hacienda de Melitón Segovia, en la misma zona y que hoy pertenece a Humberto Coronado.

Paraja y Palma Sola desaparecieron como comunidades, pero San Isidro continuó siendo referencia obligada para el resto de los habitantes de las zonas aledañas y para los viajeros que se aventuraban por allí.

Para la década de 1960, estas comunidades, circunvecinas de San Isidro, habían perdido importancia por variadas razones, y Paz Marín abandonó el sitio para dirigirse a la población de Flor de Patria, estado Trujillo y San Isidro declinó como comunidad, lo que deja ver el grado de importancia que Paz Marín tenía en esa pequeña colectividad. Hoy en día no hay vestigio de casas en el lugar. Luego de varios años como comerciante de víveres en Flor de Patria, José de la Paz Marín regresó al Empedrado, junto con su familia y allí murió.

LOS MOSQUITOS

Entre San Isidro y El Empedrado, existe un paraje denominado “Los Mosquitos”, llamado así, pues miles de estos insectos perforan el terreno del lugar para hacer sus nidos. En este sitio, dentro de los terrenos de la hacienda “Quebrada de María” propiedad hoy en día de Diego Gil y perteneciente a la posesión comunera “Las Jaguas”, existe un cementerio muy antiguo, tan antiguo que ya no tiene las cruces. Aquello me intrigó, pues jamás supe que en ese sitio, o sus alrededores, existiera una comunidad, y las poblaciones más cercanas: Paraja, Palma Sola, Matías, etc., tenían su propio cementerio, o llevaban sus muertos al cementerio de El Empedrado y prueba de ello son las numerosas cruces que existen en la vía hacia El Empedrado donde “descansaban el muerto” como comúnmente llamaban al descanso que tomaban los que lo trasportaban, que generalmente era a pie. Si esto era así, ¿Por qué el cementerio en los Mosquitos? Estuve indagando y preguntando y varios me dijeron que eso fue consecuencia de la gripe española, pandemia que azotó toda esta región en 1918 aproximadamente y que causó cientos de muertos, muchos de los cuales fueron enterrados allí, pues los enfermos morían en el camino al Empedrado, a donde los llevaban para tratar de salvarlos, entonces los dejaban allí para devolverse a buscar otros enfermos.

Esta versión no me convenció, por dos razones fundamentales: primero, no creo que todos los enfermos hayan muerto en ese trayecto, que permitiera ser enterrados allí y segundo por lo que se podía observar en el sitio, este cementerio era mucho más antiguo de lo que calculaban estas personas.

Seguí indagando hasta que me topé con una versión que me facilitó Juan Perdomo, oriundo de Parajá, que por su lógica, es indudablemente la correcta: ¡allí había una comunidad! No la comunidad clásica, donde las viviendas están asentadas unas al lado de las otras, no, era una comunidad de parceleros, donde en cada parcela había una casa de familia y sus difuntos eran enterrados en ese sitio, elegido como camposanto.

Esto quiere decir, que esta comunidad existió posiblemente a finales del siglo XVIII y principio del siglo XIX, cuando los primeros derechantes de esta cofradia, empezaron a establecerse en estos parajes, vírgenes para el momento de su llegada y antes de la invasión latifundista de la oligarquía criolla; fueron, sin lugar a dudas, unos de los primeros pioneros que incursionaron en esta zona, luego del proceso de colonización y posterior pacificación de sus habitantes originales.

Conversando de nuevo con Diego Gil propietario de la finca, este me aseguró que allí había más de cincuenta tumbas y por lo observado en el sitio, este cementerio era el más antiguo de todos los camposantos de estos lugares, incluyendo el de El Empedrado por lo que la versión de la comunidad parcelera era viable.

¿Quiénes eran estas personas que habitaban esta zona en tiempos remotos? No lo sabemos. Diego me comenta que él vio las cruces, pero ninguna tenia inscripciones de ningún tipo, por lo que sus nombres se perdieron definitivamente. Para la historia de esta comunidad, el nombre de estas familias hubiera sido de capital importancia, pues ellos eran, sin lugar a dudas, los primeros pobladores de estas serranías, y especulando un poco, quizás del pueblo de El Empedrado mismo, pues no sabemos el destino final de ellos.

Hablé con muchos adultos mayores de todas estas comunidades que estamos estudiando y nadie los conoció ni oyó hablar de ellos jamás. Solo Juan Perdomo, adulto mayor de 80 años y quien me pasó el dato de que era una comunidad de parceleros, oyó, siendo niño, a un abuelo suyo hablar al respecto. Pero no recuerda más nada.

Sólo sus deudos quedaron allí, como testigos silentes de un pasado ya ido, reclamados también por la madre tierra, quien ya debe haberlos convertidos en polvo, para cumplir, de esta manera, con el ciclo vital de la existencia.


 

CERRO ALTO

No sabemos la fecha exacta de su llegada, pero sí sabemos que Mateo Andrade fue el primero que llegó a este sitio y fundó una hacienda de café. Junto con su esposa, María de Eduvina, construyó una casa allí, dando pié para que otras familias los siguieran.

Situado en lo alto de un cerro, de ahí su nombre, Cerro Alto pertenece a la Posesión Comunera “Santa Cruz”. Sus verdes prados, aptos para la agricultura y la cría de ganado, están bordados por una, para esa época, hermosa y caudalosa quebrada llamada “San Pedro”, que convertía a esta región en un paraíso terrenal.

No se conoce que haya sido asentamiento aborigen, pues no se han encontrado restos arqueológicos en sus alrededores, pero sí es seguro, que sus praderas fueron utilizadas como coto de caza y de pesca por los habitantes primarios de estas regiones.

Luego de Mateo Andrade, llegó Sofonías D´ Santiago, quien le compró derechos a Serapio Espinoza y a Pedro Manuel Gil, su hermano paterno, extendiendo sus dominios por: San Pedro, Riecito y Tabacal, sitios todos pertenecientes a la misma Posesión Santa Cruz y trayendo también, por qué no decirlo, al nefasto alambre de púas para delimitar sus propiedades, aunque ya esta situación se había convertido, a lo largo y ancho de todas las Posesiones, en una condición estructural y por lo tanto permanente.

No quiso cercar la quebrada de San Pedro y no aceptó que nadie más lo hiciera, lo que lo llevó a tener problemas legales con algunos de sus vecinos, pues Sofonías sostenía que esa quebrada, aun estando en sus propiedades, pertenecía a la comunidad, por ser el agua un bien común.

Hoy en día, como resultado de la tala y la quema indiscriminada en sus riberas, la quebrada San Pedro ha desaparecido. La ausencia de Sofonías D´ Santiago, como conciencia ecologista de esa época, permitió que individuos inescrupulosos, llevados por la codicia y la ignorancia, precipitaran la muerte de esa fuente de agua, otrora exuberante. Un hilo de agua, cerca de su nacimiento, es conducido por tuberías hasta un depósito cercano, donde se une a las quebradas de La Roncona (Quebrada de María) y Las Trincheras, para abastecer el acueducto de El Empedrado, y esto en épocas de lluvias abundantes, pues en verano, estas quebradas, otrora caudalosas, sólo llevan una porción mínima del vital líquido, dejando al Empedrado en la más absoluta sequía, y dando pié a que especuladores de toda laya, desangren al pueblo vendiéndole a mil bolívares la pipa de agua, que la gente, por necesidad, se ve en la obligación de comprar.

Para la realización de este trabajo visité la quebrada, que en mi niñez me brindó muchas satisfacciones, pues me bañaba y pescaba en ella, y mi tristeza fue grande cuando vi su curso, anteriormente pujante de vida, y hoy día en la más completa orfandad. No hay dudas de que el hombre, en su acción depredadora, ha ido socavando las bases del equilibrio ambiental, poniendo en grave riesgo la existencia misma de la humanidad.

Destruir una fuente de agua, bien sea una quebrada, un riachuelo, una laguna, etc., es obstruir una vena vital en el organismo de la tierra, nuestro hogar, que a la larga redundará en perjuicio de generaciones, entre los cuales se encuentran, evidentemente, nuestros hijos y nietos. Ojalá que estas humildes reflexiones sirvan, para los que lean estas líneas, el poder vislumbrar el grave daño, que en nuestra inconsciencia, le estamos infligiendo a nuestro entorno, y aportemos, todos, nuestro granito de arena a fin de preservar nuestro hábitat y lograr, de esta forma, una mejor calidad de vida.

La Quebrada de María, era conocida como “La Roncona”, pues en época de lluvia, su ronquido, producto del caudal de agua que llevaba, era oído a muchos kilómetros a la redonda. Hoy en día da lástima ver el hilo de agua que baja por su cauce y todo es, no cabe duda, producto de la indolencia humana y de la ausencia de políticas públicas que conlleve a la generalidad de la gente a un adoctrinamiento en el modo de usar y cuidar los recursos naturales.

“Aquí se habla verde”, un programa que pasan por un canal televisivo privado, toca el tema con propiedad y profesionalismo, pero es una voz solitaria en un conglomerado de canales, sobre todo públicos, más proclives al culto a la personalidad, que a crear valores en el ciudadano común, para un mejor desempeño de sus actividades diarias, que logren, de esta forma, una interrelación óptima entre el hombre y la naturaleza.

María González, era la esposa de Sofonías, juntos levantaron una numerosa familia, aquí en Cerro Alto, dentro de los valores y principios y el amor al trabajo que los ha caracterizados por siempre. De esa unión, su primera hija fue Juana María, mi madre, ya desaparecida, a quien he dedicado este trabajo y quien en vida fuera una mujer inteligente y luchadora, que en solitario levantó su hogar, con determinación y coraje.

Otro Patriarca de Cerro Alto, era el señor Luis Márquez; junto con su esposa Nicomedes levantaron una familia muy compenetrada con la familia D´ Santiago. El señor Luis era la representación misma de la decencia, jamás se le escuchó una palabra soez, ni una frase altisonante. Era comedido y prudente. Era dueño de una parte de La Polonia, que le compró a Serapio Espinoza, en el asentamiento comunal “Santa Cruz”.

Con la salida de estas dos familias, quienes buscaban nuevos horizontes para sus descendientes, Cerro Alto sufrió un duro golpe como comunidad. Poco a poco la gente se fue alejando, hasta el punto que hoy en día, queda en el sitio solamente Sabina Márquez, hija de don Luís, ya muy anciana, con su esposo Nato, un hijo y sus nietos, ocupando tres casas. De lo demás lo que queda son recuerdos, que paulatinamente, el tiempo va borrando.


 

PLAN BONITO

Plan Bonito era una comunidad situada un poco más arriba de Cerro Alto. Asentada sobre una planicie, al final de una cuesta, era o es un lugar paradisíaco. Un verde prado ocupa todo el lugar. El patriarca de Plan Bonito era Fortunato Serrano, dueño de otra parte de La Polonia y dueño también, junto con Sofonías, de todos esos terrenos que abarcaba desde Riecito, San Pedro y la Quebrada de los Reyes hasta La Polonia.

En la parte de atrás de Plan Bonito, como a media hora de camino, pasa un riachuelo, llamada comúnmente “Quebrada de los Reyes”, pues es el ambiente natural del rey zamuro, ave de carroña de la misma familia del zamuro común y que hoy está en peligro de extinción, o ya extintos, pues jamás he vuelto a ver a alguno de ellos, y que se caracteriza por ser de colores blanco y negro, de mayor envergadura que el zamuro común y con un pico más fuerte, lo que le permite desgarrar la piel de los animales muertos, con más facilidad que las otras aves carroñeras, lo que les da prioridad para comer primeros, pues cuando llega el rey zamuro, los demás zamuros se apartan para permitirle desgarrar la piel del cadáver y luego de saciar su apetito, se aleja para dejar a los demás calmar su hambre por el camino ya abierto, de ahí su nombre de “rey zamuro”.

Treinta años atrás, era común verlos revolotear por los cielos de El Empedrado, buscando su alimento. Eso no ha vuelto a suceder, por lo que se sospecha su extinción, que es a todas luces extraño, tomando en cuenta que ellos carecen de depredadores naturales, a excepción del hombre que llega a matarlos por placer.

Esta Quebrada de los Reyes, pasa por encima de una piedra gigantesca, a quien la acción continua del agua ha ido horadando, hasta formar piscinas naturales en ella, de diferentes tamaños, que hacen la delicia de los que se aventuran por allí a bañarse en sus aguas, lo que ha constituido este sitio en el lugar turístico por excelencia de estos contornos.

El asesinato de una madre ya anciana y de su hijo adulto, por parte de otra familia de la zona, por problemas fútiles, inició el declive de Plan Bonito como comunidad. Hoy está completamente abandonado y apenas se notan rastros de asentamientos humanos en el área.

No deja, sin embargo, de mantener su esplendor. Su hermosa pradera verde, su agradable clima de montaña y su vista privilegiada del paisaje, no nos permite sospechar que allí, en ese paraíso terrenal, se desarrolló una vez un drama humano, donde las pasiones y los instintos triunfaron por encima de la bondad y la inteligencia, imitando los tiempos cuando Caín derramó la sangre de su hermano Abel, estigmatizando el momento en que Dios perdió el control de su creación y el hombre pasó a ser dueño de sus acciones.

Cuando estos parajes eran vírgenes, Plan Bonito era un Edén; por la parte de abajo corría la quebrada de San Pedro y por la parte de atrás, la Quebrada de los Reyes. No entiendo por qué los aborígenes no la ocuparon, pues no se han hallado restos arqueológicos en la zona, ni en sus alrededores, aunque Matías, comunidad que estudiaremos a continuación y que fungió como asentamiento aborigen por excelencia, está a menos de una hora de camino de Plan Bonito, que para nuestros ancestros, individuos de fortaleza física extraordinaria y acostumbrados a transitar estos parajes, debió ser un paseo.

La parte de atrás de Plan Bonito se divide en dos zonas; la de arriba se denomina “Riecito” y eran tierras de Sofonías D´ Santiago, hoy de Rafael D´ Santiago, su nieto, y el rio que cruza estas tierras, es el mismo que en la parte de abajo se denomina “Quebrada de los Reyes”, que cuenta con muchos atractivos, entre ellos una cascada.

La gente que visita estos parajes, van siempre equipados para quedarse hasta por una semana, dado la belleza del lugar. Hasta ahora han tenido la delicadeza y la buena consciencia de no contaminar el ambiente con desperdicios, esperamos que esta buena disposición prevalezca por siempre. El trayecto de regreso es el difícil, pues hay que remontar una cuesta hasta Plan Bonito, con mucha piedra suelta, lo que dificulta más el camino, pero bien vale la pena el sacrificio.


 

MATÍAS

La pequeña comunidad de Matías, perteneciente a la Posesión Comunera “Los Leones”, reviste especial importancia en ese trabajo, pues fue allí el sitio de concentración de nuestros aborígenes, antes y después de la llegada de los conquistadores y la posterior hispanización de sus costumbres.

Circundada por varias quebradas, sus tierras brindaban a los nativos un campo fértil para la agricultura, y sus alrededores, un coto especial para la caza y la pesca, amén de un clima fresco y agradable, para la estancia definitiva en sus posesiones. Utilizaban el conuco itinerante o semipermanente, con períodos de barbecho, basándose en el ciclo estacional, para el mejor provecho de la tierra, surtiéndose, al mismo tiempo, de frutos silvestres que les brindaba el entorno.

En visita que realicé a la zona, en compañía de mi buen amigo Williams Escalona, quien ha sido un consecuente investigador de esta cultura, recolectando restos arqueológicos y divulgando su importancia, pude constatar que el crecimiento de la actual comunidad, es una continuidad del asentamiento primigenio, lo que deja ver el valor intrínseco de estos parajes. Desafortunadamente, los acuíferos que circundaban la zona han desaparecido, lo que coloca en grave riesgo a la comunidad como tal, conllevándola al abandono definitivo de la misma, como ha pasado con otros asentamientos circunvecinos.

Otra de las cosas que observé en el sitio, fue la indiferencia de los pobladores actuales, por preservar el lugar en donde estuvo la comunidad primera, y de donde personas inescrupulosas sacaron cientos de restos arqueológicos, sin fines didácticos, sólo con el propósito de apropiárselos, lo que constituye un delito, pues estos son propiedad de la nación. Debería ser un sitio protegido por la comunidad misma, no permitiendo la incursión de aventureros que no hacen otra cosa que destruir el acervo histórico, por una curiosidad malsana.

Noté el sitio abandonado, sin rastros visibles de que allí existió una comunidad primitiva, raíz de nuestra historia pre-colonial y fuente de estudio de nuestro pasado remoto.

En cuanto a los pobladores actuales, viven de la agricultura y de la cría. Algunos tienen pequeñas fincas, y otros se dedican al conuco y al jornal diario. Las vías de penetración son pésimas, solo es posible aventurarse por allí en vehículos de doble tracción, motocicletas, bestias o caminando, como lo hicimos Williams y yo.

Se nota, como en todo el campo venezolano, el abandono oficial. No existen políticas de ningún tipo, que incentiven al trabajador del campo. El abigeato campea por esos lares, ante la indiferencia de las autoridades, tanto regionales como nacionales. En fin, Matías y todas estas comunidades aledañas, son el fiel reflejo de la Venezuela atrasada, que no halla el camino del progreso y la prosperidad. Si las quebradas: San Pedro, La Roncona y Las Trincheras, terminan de secarse, que están a punto, estas comunidades van a ser historia, sin duda alguna. No hay más fuentes de agua en kilómetros a la redonda. Lo triste del caso es que los lugareños no entienden esto y continúan talando y quemando en las cabeceras y riberas de estos afluentes, sin vislumbrar el daño que ellos mismos se hacen.


 

LOS LEONES

El caserío “Los Leones” es uno de los asentamientos humanos más antiguos de esta zona, se habla incluso que se pobló primero que El Empedrado y en la misma época que Los Altos de Parajá. Paso obligado de la gente que venía de Burere hacia Trujillo y Zulia, desde un principio cobró vida propia, que lo ha mantenido aun hoy en día, como una de las principales comunidades pertenecientes a esta parroquia.

Según testimonio de Yeyo Fernández Barrios, oriundo de la zona, a Los Leones lo fundaron los Barrios, quienes le compraron “derechos” a una familia de apellido Colmenares, empezando el siglo XIX, siendo Rosendo Barrios, uno de los primeros en llegar al sitio, proveniente de Escuque, Estado Trujillo, junto a su esposa Silveria Marín, quien al parecer, era la del capital monetario, pues se habla de que fue ella la que compró dos bolívares de derechos, lo que le permitía extenderse desde Quebrada Honda, caserío perteneciente a la Posesión Comunera Cuicas del Estado Trujillo, hoy desaparecido, hasta el cerro de Los Quediches, perteneciente a la Posesión Comunera El Picudo, cerca de lo que es hoy la carretera Lara-Zulia.

Estos primeros pobladores de Los Leones, fueron perdiendo paulatinamente gran parte de esa inmensidad de terrenos, motivado a que lo extenso de los mismos les imposibilitaba un control eficiente de ellos, lo que fue aprovechado por otros derechantes para cercar terrenos que les pertenecía a los Barrios. Aquí entra en juego el latifundio caroreño en la persona de Augusto Álvarez, quien le compró “derechos” a Florencio Santelíz en la Posesión Comunera “Dariguaco” y con un grupo de obreros y suficiente alambre de púas, se extendió en todas direcciones, incluyendo la Posesión Comunera Los Leones, perteneciente a la familia Barrios. Por la parte de lo que se denomina La Vega, avanzaban otros compradores, cercando con pretiles, (muros de piedras), reduciendo aún más las propiedades de los Barrios.

Mientras esto sucedía por esta parte, por Palma Sola, Parajá y La Media Ladera, se venían extendiendo Juan Pedro León y su familia, por un lado, mientras avanzaban por el otro la familia Montilla, todos pertenecientes a la oligarquía trujillana, hasta dejar a los Barrios en la Posesión Comunera Los Leones solamente, después de ser dueños de ese inmenso lote de terrenos.

La señora Silveria Marín de Barrios, envió a sus hijos a Burere, a reclamar estas invasiones, pero como éstos eran menores de edad, no lograron nada, según me cuenta Yeyo. Hoy día, Los Leones sigue siendo un barrio de Barrios, pues el que no es Barrios, está casado con un o una Barrios, privilegiando la hegemonía de esta familia en esta zona, propietarios todos ellos de la reducida zona que les dejaron.

Uno de los últimos Patriarcas de Los Leones fue Edelfín Barrios; junto con sus hermanos heredó de Rosendo y Silveria Marín de Barrios, pero poco a poco les fue comprando a sus hermanos, hasta que se hizo con la totalidad de la hacienda original. El primer carro que circuló por Los Leones, pertenecía a Edelfín Barrios y su adquisición fue un acontecimiento digno de contarse y sucedió de esta manera: llegó Edelfin a una agencia de ventas de carros en Carora, con la finalidad de comprarse un Jeep Willis, empezó a mirar y a tocar a uno de ellos; los vendedores, viendo la pinta y el estilo de campesino del visitante, no lo atendían, pero notando la insistencia del hombre y su particular interés por uno de los vehículos, uno de los vendedores se le acercó y le dijo: “¿Le gusta el carro al señor? “ajá” contestó Edelfín, ¿Cuánto vale ese yisito”? “Vale 11.000 Bs” contestó el vendedor “y si lo quiere, debe traer dos referencias bancarias y dos fiadores”. Entonces Edelfín, metiéndose la mano en la blusa de kaki que siempre usaba, sacó dos paquetes de billetes y le dijo al vendedor: “aquí tiene los dos fiadores y las dos referencias bancarias”.

El vendedor quedó de una pieza, pues, en esa época, cargar 11.000 Bs encima, era todo un acontecimiento, tal era el valor intrínseco de nuestro signo monetario. Ybor D´ Santiago, nieto de Edelfín, aun lo conserva, como un recuerdo y un homenaje a su abuelo, con quien tuvo una relación especial de compenetración familiar.


 

LOS GAVILANES – EL VALLE – SANTA ROSA – PLAN GRANDE

De estas cuatro comunidades, pertenecientes a la Posesión Comunera Dariguaco, dos están desaparecidas: Los Gavilanes y Santa Rosa, y en El Valle y Plan Grande, solamente queda una familia en cada una de ellas.

Esta gente se vio obligada a emigrar buscando oportunidades de estudio para sus hijos. Unos se vinieron para Hato Gogo, comunidad muy próxima a El Empedrado y otros directamente para El Empedrado. Los propietarios de pequeñas fincas con ganado de ordeño, prefieren viajar diariamente hacia esos lugares, realizar sus actividades y regresar en la tarde, antes que pernoctar en el sitio. Para tal fin utilizan bestias de carga o motocicletas rústicas.

En su oportunidad estas comunidades contaron con más de diez familias cada una de ellas, inclusive El Valle tenía su escuela, que al ir disminuyendo la población en la misma, pasó luego a los Gavilanes.

Lo retirado del centro de poder, la falta de médicos, la ausencia de oportunidades de estudio para sus hijos, la falta de vías de penetración adecuadas para el traslado y posterior venta de sus cosechas, obligó a los pobladores de estas comunidades a abandonar estos asentamientos ancestrales y buscar la civilización. Sólo escasos vestigios se observan en el sitio que nos indique la anterior permanencia de humanos en el lugar.

HATO GOGO

Por su proximidad al Empedrado, Hato Gogo está lleno de vida. Inclusive, ya se observa una continuidad habitacional que hace presumir, que con el tiempo habrá que hablar de Hato Gogo, no como una comunidad aledaña al Empedrado, sino como un sector del mismo, como lo es La Manga, El Alto o Puerto Escondido.

Esta población, tan antigua como El Empedrado, se ha venido nutriendo a través de los años, de pobladores de comunidades más alejadas, que han ido abandonando las mismas paulatinamente, buscando mejores oportunidades para sus hijos, que aquellas no les presentaban. Por otra parte, la mayoría de los habitantes de Hato Gogo, son parceleros que tienen sus propiedades en Palmarito, que queda a pocos kilómetros de su núcleo familiar.

PALMARITO

Palmarito no es, ni ha sido comunidad urbana. Pero debo incluirlo en este estudio, por ser un centro laboral de capital importancia por su producción agrícola, inicialmente, y actualmente por su producción pecuaria, pues la agrícola está bastante disminuida.

La historia de esta zona, según Adriano Márquez, es la siguiente: en el año 1963 andaba en campaña para la Presidencia de La República, el Dr. Rafael Caldera, y en visita a esta zona, un grupo de campesinos le hizo la exigencia que si ganaba, les entregara Palmarito, extensa zona ganadera que cubría un aproximado de 4.000 hectáreas, cuyo dueño era Augusto Álvarez, godo caroreño, quien se hacía representar en el sitio, por su hijo, Orlando Álvarez.

Caldera se comprometió con ellos en esta exigencia, pero perdió las elecciones ese año y el acuerdo se congeló. La presidencia la ganó el Dr. Raúl Leoni, de Acción Democrática, pero la fuerza política, acá, en El Empedrado, la tenía Copey, representada en doce personajes de la comunidad, llamados los “doce apóstoles”, en alegoría a los doce apóstoles de Cristo, y que eran, de una u otra forma, personas representativas de la comunidad.

En 1968 gana Caldera la Primera Magistratura y el acuerdo pactado en el 63, cobra vida, con la ayuda fundamental de Morillo Gómez, quien había ganado una curul en la Asamblea Legislativa del Estado Lara y mantenía lazos de amistad con varios habitantes de este pueblo. Se procede a la negociación con los Álvarez, se logra un acuerdo y el gobierno compra Palmarito para luego ser repartido entre los pobladores de esta comunidad.

Inicialmente, el propósito de esta repartición, posterior al acuerdo y negociación con los dueños de la hacienda, era la explotación agrícola, y para tal fin se repartieron las tierras planas de la finca entre 80 parceleros, divididas en parcelas de 5 hectáreas cada una; luego los pequeños productores pidieron a su vez, ser tomados en cuenta en la adjudicación y fundaron una empresa, con su junta directiva, nombrando como presidente al señor Crisóstomo Franco y procediendo a cercar la parte correspondiente a la labor pecuaria, a fin de separarla de la parte destinada a la agricultura.

Esta empresa funcionó durante un año aproximadamente y luego se disolvió. Algunos de los propietarios originales, no todos, abandonaron los terrenos ya repartidos, lo que fue aprovechado por otro grupo de personas para apropiarse de los terrenos abandonados y cercar lo que podían, lo que nos da una idea de la desorganización que por lo general campea en el área del campo y que imposibilita un desarrollo armónico del mismo.

Hoy día, Palmarito se mantiene como una zona de pequeños criadores, con una producción exigua de leche y carne, que apenas les da para sobrevivir.

EL PICUDO

Esta pequeña comunidad es muy antigua, los primeros habitantes que se aventuraron por estos lares fijaron, muchos de ellos, su residencia en esta área por su cercanía con los llanos de Carora y por ser al mismo tiempo paso obligado de los caminantes que se dirigían hacia las zonas de Trujillo y Zulia, provenientes de Burere y sitios cercanos. Vivían de la agricultura y eran, sin lugar a dudas, unos de los primeros derechantes de la antigua cofradía. Los terratenientes caroreños los ahogaron y los redujeron a lo que son hoy en día, conuqueros que se ganan el sustento diario, sin posibilidades de más nada. Quedarán unas seis familias en el sitio, aproximadamente.

PIE DE CUESTA

Pie de Cuesta es el poblado de mayor importancia y de mayor desarrollo de todas las comunidades pertenecientes al Empedrado. Es tanta su importancia, que en una oportunidad quiso independizarse del Empedrado, según me cuenta mi amigo Frank Montes, pero al no tener comunidades satélites que la respaldaran y justificaran la medida, el asunto no prosperó, no quedándole otra alternativa a Pie de Cuesta que continuar bajo la batuta administrativa del Empedrado.

Situada al pie de la serranía que da inicio a los frescos valles empedraenses, de ahí su nombre, Pie de Cuesta ocupa un lugar privilegiado en esta zona Torrense, donde se inicia una extensa llanura feraz, pródiga en ricos y fértiles pastizales que representó el lomito de todo este extenso valle, que al ser vislumbrado por la godarria caroreña, no vacilaron en apropiársela, librando contra los primeros pobladores de Pie de Cuesta, una lucha ancestral y sin cuartel que terminó con el despojo inmisericorde de las primeras familias asentadas en estos prados y la casi totalidad de estos terrenos en manos de dos o tres familias de terratenientes.

Según cuenta mi amigo Oscar Franquiz en su magnífico libro: PIE DE CUESTA, BRAVO PUEBLO, que estas eran montañas vírgenes, en una parte, y en la otra, una inmensa extensidad de sabanas totalmente libres, por donde traficaban arrieros que venían de Carora hacia Carache y viceversa, en operaciones comerciales de toda índole y que por cuestiones de espacio y tiempo, comenzaron a pernoctar en la zona, por las garantías que brindaba la naturaleza, lo que dio inicio a la fabricación de las primeras casas, “a lo largo de este camino real”.

Pie de Cuesta, como toda esta extensa zona que conformaba el Municipio Burere, después Manuel Morillo y hoy parroquia del mismo nombre, tenía sus derechantes primigenios, cuyos nombres se han perdido en el tiempo, pues debemos recordar que todas estas tierras eran cofradías pertenecientes a la Iglesia Católica y estaban divididas en “Posesiones”, como el resto del extenso territorio que iba más allá de La Candelaria, hoy Parroquia Las Mercedes, hasta los límites con Posesión Comunera Cuicas en el estado Trujillo.

Dice Oscar Frankiz en su obra que: “la Posesión Comunera Pie de Cuesta, comprende desde el sitio denominado “la piedra de pulsear”, hasta la quebrada de Pie de Cuesta. Desde esta “Piedra de Pulsear hacia Cumbre del Cerro”, vía hacia El Empedrado, se denomina Posesión Comunera “Los Pocitos” y de la Quebrada de Pie de Cuesta hasta Berberé, se denomina “Cano Redonda Paja de Basto”. Esto es necesario precisarlo para no perdernos más tarde en este conglomerado de Posesiones Comuneras, que fue la génesis de estos pueblos y cuyos límites nos dan la proporción exacta de la parroquia en estudio.

Luego de la compra de “derechos” a los primeros favorecidos por la Iglesia en sus Cofradías, empezaron a llegar gente de todas partes del territorio nacional, atraídos por la riqueza de la zona y desde luego no podían faltar los representantes del capitalismo caroreño, librándose un pleito desproporcionado, que los primeros no podían ganar y que los segundos no estaban dispuestos a perder. Hoy día, todo ese extenso valle que se dilata a partir de los límites de la comunidad de Pie de Cuesta, está en manos de terratenientes que han hecho, no podemos negar esto, un emporio azucarero digno de admiración por el desarrollo que le ha brindado, no solo a la región donde está asentado, sino al país en general y que, admitamos el hecho aunque sea duro, no hubiera alcanzado ese grado de desarrollo de haber permanecido este extenso valle en manos de comuneros, por aquello de la mentalidad feudal enquistada en la mente de nuestros campesinos, según el decir de Carlos Rangel.

El Central Azucarero La Pastora, es una exitosa empresa derivada de la explotación de esas planicies adyacentes a Pie de Cuesta y que es fuente de empleo para numerosas familias, no solo de la comunidad de La Pastora, donde está ubicada la empresa, sino de los pueblos circunvecinos como Pie de Cuesta y El Empedrado; así mismo, debemos estar claros que las empresas ganaderas que circundan a estos pueblos, se han constituidos en fuentes de abastecimiento de productos vitales para la dieta diaria, como la carne y la leche.

Un 3 de Mayo, cuando las estrellas dibujan en el cielo una cruz casi perfecta, y los arrieros, en su mentalidad supersticiosa, se encomiendan a ella en sus propósitos existenciales, bautizaron al pueblo como Pie de Cuesta por estar al pie de una cuesta que da inicio a la serranía andina e impusieron como patrona a la Santísima Cruz, clavando una cruz de madera en lo que hoy es la plaza Bolívar, e hicieron la promesa de construir allí la Iglesia en un futuro próximo, según lo reseña Oscar.

Estos arrieros, ya asentados en el pueblo como fundadores, no solo cultivaban maíz y caraotas, como sembradíos ancestrales, sino también el tabaco, el cual transportaban hacia Carora y Trujillo para las fábricas de chimó; este negocio se extendió hasta los estados Zulia y Falcón, dada su prosperidad. Esto trajo como consecuencia el arribo de gran número de personas de diferentes localidades vecinas al pueblo, dispuestas a establecer sus residencias en este sitio, atraídos por las oportunidades que el lugar les brindaba.

Al poco tiempo y tal como se lo prometieron ellos mismos, la Iglesia fue levantada con la colaboración de todos y el obispado de Carora designó un sacerdote, convirtiendo al pueblo en una feligresía, lo que le dio una gran importancia al lugar. El pueblo empezó a prosperar vertiginosamente, dado la riqueza de su suelo y la abundancia de sus manantiales y a pesar de la dura lucha que se libraba en el lugar, entre campesinos y latifundistas.

La naturaleza, que a veces se ensaña con dureza, no perdonó a Pie de Cuesta, y en la década de 1910, aproximadamente, azotó al lugar con una epidemia de fiebre amarilla; pasada ésta, sufre Pie de Cuesta y todos las comunidades circunvecinas una invasión de langostas que afectó todos los sembradíos en general y obligó a los habitantes de estas comunidades, a fabricar arepas con charas y con el corazón de la mata de cambur, según cuenta Frankis en su obra. No contenta con esto, la naturaleza vuelve a golpear en 1918, con una nueva epidemia, esta vez devastadora por el número de fallecidos, denominada La Gripe Española y que asoló al país entero.

Por otra parte, el latifundismo seguía avanzado inexorablemente, hasta quedar Pie de Cuesta cercada por todos lados, a excepción de una parte de sabana donde pastean algunos rebaños de ganado vacuno y caprino, de los habitantes del pueblo, pero la siembra libre, que siempre caracterizó al pueblo, disminuyó ostensiblemente por falta de tierras donde sembrar, que ya en esa época, estaba en manos de los terratenientes. La gente de Pie de Cuesta pasó de productores independientes, a obreros asalariados.

Cuenta Oscar Frankis, que Pie de Cuesta, como cualquier otra comunidad, celebra sus fiestas patronales. Y estas se desarrollan el 3 de Mayo, día de La Cruz, Patrona del pueblo. Ese día se aprecia riñas de gallos, toros coleados, etc., así como la quema de Judas en Semana Santa, donde se hizo famoso Jesús Suarez, poeta autodidacta y quien era el redactor de los testamentos de Judas, además de poemas, anécdotas y décimas, muy populares dentro de la comunidad.

El número de habitantes va creciendo rápidamente en el pueblo, cuenta Oscar, y esto incentiva a Ramón Gudiño a fundar una escuela privada, donde cobra un bolívar semanal por alumno, lo que para la fecha no dejaba de ser oneroso para los padres. Esta escuela era solamente para varones, pues dada la época, el país en su totalidad sufría de una moral rígida en demasía que imposibilitaba el desarrollo natural de la mujer, lo que conculcaba el derecho de las niñas a aprender a leer y escribir. Fue entonces cuando “Tila”, una matrona del pueblo, se ofreció voluntaria para enseñar a leer y escribir al género femenino, que salieron favorecidas, cuenta Oscar, pues Tila les enseñaba además: repostería, manualidades, música y sobre todo el comportamiento moral que toda niña debía observar.

Luego de la muerte de Gómez, continúa diciendo Oscar, los jóvenes piedecuesteños exigen al gobierno, que cumpla con el decreto de Guzmán Blanco de Instrucción Primaria Pública, Gratuita y Obligatoria, firmado el 27 de Junio de 1870, y es cuando se funda la primera escuela pública, presentándose para el puesto de maestro tres candidatos: Beltrán Segovia, César Valery y Feliciano Segundo Montes, todos de la población de El Empedrado. El cargo se lo dan a Feliciano por haber cursado el sexto grado en Carora.

Mucho tiempo tenía Feliciano Segundo como maestro en el pueblo, cuando su padre, Feliciano Montes decidió radicarse también en Pie de Cuesta, desarrollando una gran labor como practicante de la medicina, erradicando, junto con la matriarca Tila, las epidemias que por muchos años azotaron al pueblo, según testimonio de Oscar Frankis en su obra ya citada. Luego, y posiblemente por diferencias políticas, Feliciano Segundo fue destituido del cargo de maestro, pero la escuela siguió funcionando esta vez con una maestra al frente de la misma.

La década del 40, según relata Oscar, significó un gran adelanto para Pie de Cuesta, pues gracias a Ramón Rojas, Hugo Thelmo y Eustoquio Lugo, llegó la luz eléctrica al pueblo y Pie de Cuesta recupera a su querido maestro Feliciano Segundo, gracias a las gestiones realizadas por varias personalidades ante el supervisor de educación de la zona. Al final de esta década, instalan en el pueblo una oficina del Ministerio de Obras Públicas, con la finalidad de construir un muro o dique, para contener las aguas del rio Morere y utilizarlas en regadíos para favorecer a unos supuestos parcelarios; esto trajo como consecuencia el abandono de los conucos por los campesinos, ante la oferta de trabajo de este ministerio que ofreció un sueldo diario de cinco bolívares que era exorbitante para la época. Pero la ilusión no duró mucho, según Oscar, pues al poco tiempo el ministerio levantó su oficina y desapareció del lugar, sin justificación alguna.

Pero el problema mayor que presentaba Pie de Cuesta, era la escasez de agua potable que abasteciera a cada hogar, sin tener que recurrir al traslado de cada habitante del pueblo hasta los manantiales circundantes y llevar al vital líquido en bestias de carga o en latas que colocaban las mujeres sobre sus cabezas, para contar con este elemento tan importante para sus necesidades más perentorias. Y la solución llegó de la manera más inesperada y fortuita, digna de ser contada en este trabajo, como una de las vivencias más preponderante del acontecer de esta comunidad.

El asunto ocurrió de esta manera: Juan de Dios Montilla, personaje nacido en la comunidad de Valle Hondo, del Estado Trujillo, manejaba un carro por puesto desde la población de Puente Villegas, hasta la población de La Cuchilla, ambas pertenecientes a la Posesión Comunera Cuicas del Estado Trujillo, cobrando un real por persona, como pago por el traslado en cuestión.

En una oportunidad, estando Juan de Dios en Puente Villegas, esperando pasajeros, llega un bus al sitio y del mismo desembarca una señora quien manifiesta su necesidad de trasladarse hasta Caracas y el bus en el que venía, llegaba hasta allí, (es decir hasta Puente Villegas), habla con Juan de Dios, propietario del único carro que había en el lugar para que le haga el traslado y éste duda por falta de dinero suficiente para tan largo viaje; ante la insistencia de la señora, Juan de Dios se acerca a Reyes Godoy, amigo suyo, oriundo de Pie de Cuesta y le pide prestado 50 Bs para “ir a conocer a Caracas”; Reyes Godoy le facilita el dinero y Juan de Dios sale para la capital a llevar a la señora.

Durante el trayecto, largo y lento en aquella época, conversando de diferentes tópicos, ella le manifiesta ser la mamá de un militar de nombre Marcos Pérez Jiménez, quien para el momento, década del 40, lógicamente era un perfecto desconocido; llegan a Caracas y Pérez Jiménez en persona sale a recibirlos y muy agradecido con Juan de Dios le entrega una tarjeta por si algún día necesita de algún favor que él, Pérez Jiménez pudiera prestarle, y le pide, a su vez, a Juan de Dios, toda la información pertinente para una futura localización, en caso de necesitar sus servicios nuevamente.

Cumplida su misión, Juan de Dios regresa a Puente Villegas y continúa con su rutina como chofer de tráfico. Para ese momento, y eso lo registra la historia, Pérez Jiménez, Coronel de grado y con inmensas ambiciones personales, ya estaba inmerso en conspiraciones que a la larga lo llevarían a ocupar la Presidencia de la República, luego de la defenestración de Rómulo Gallegos, a raíz del golpe de estado de 1948, que desembocaría en una dictadura militar de 10 años, cuya figura más destacada sería, precisamente, Pérez Jiménez.

Luego de aposentarse en el poder, Pérez Jiménez se acuerda de aquel hombre que un día le hizo un favor a su madre, en un momento de apremio y mandó a buscarlo. Juan de Dios acude al llamado y desde ese instante se convierte en el chofer y hombre de confianza del personaje más poderoso del momento, lo que lo llevaría a disfrutar de las mieles del poder desde una posición privilegiada, a pesar de su escasa formación intelectual.

A todas estas, Reyes Godoy continúa viviendo en Pie de Cuesta, sufriendo las penurias y carencias propias de una población de escasa importancia, pero batallando, al mismo tiempo, para lograr las mejoras que su comunidad necesita. Con este fin, un buen día se dirige a la capital de la república, en compañía de Hugo Thelmo Suarez, paisano suyo y luchador social, al igual que él, precisamente a eso, a gestionar, no saben aun con quien, la posibilidad de conseguir que les lleven el agua desde uno de los acuíferos más importantes, hasta el centro del pueblo, es decir hasta la plaza Bolívar, lo que representaría un alivio para toda la comunidad.

Por coincidencias del destino, muchas veces inexplicables, un día se topan con Juan de Dios y éste les pregunta los motivos de su viaje a la capital, Reyes Godoy le cuenta el problema en cuestión y Juan de Dios les dice: “vengan mañana y les tendré una respuesta definitiva, de sí o no, pues debo hablar con el General”, al día siguiente se encuentran de nuevo y Juan de Dios les entrega una orden, firmada por el presidente y dirigida al ejecutivo del Estado Lara, para que resuelva el problema a la mayor brevedad. No bien el ejecutivo larense recibió la orden, cuando se iniciaron los trabajos para llevar el agua por tuberías hasta el centro de Pie de Cuesta, desde un acuífero situado en tierras de Ramón Rojas, “Jollín”, lo que lo convierte, también, en protagonista de esta acción civilizadora.

Reyes Godoy me contó esto con la mayor humildad. Al momento de su narración no observé en él ningún tipo de presunción, me lo contó como algo natural que le sucedió a él y que pudo ocurrirle a cualquiera, no se jactó en ningún momento del hecho en sí, ni esperando reconocimientos por lo sucedido, sólo lo contó y ya.

En cuanto a Juan de Dios, continuó con su trabajo de chofer y hombre de confianza de Pérez Jiménez, durante todo el tiempo que éste duró en el poder. Al momento de la caída de la dictadura, Juan de Dios se retiró a su hogar. Jamás fue molestado por haber servido a un dictador. Y no tenían por qué hacerlo, Juan de Dios jamás atropelló ni humilló a nadie, valiéndose de su posición de poder. A pesar de la reiterada violación de los derechos humanos que caracterizó al régimen perezjimenista, Juan de Dios se mantuvo al margen de estas anomalías en todo momento; era un ser sencillo. Campesino, tanto en su formación social como intelectual, nunca pretendió hacer valer su posición de privilegio para minimizar a nadie, por el contrario, ayudó a muchos, y este episodio aquí expuesto es prueba tangible de lo que sostengo. “Juan de Dios nunca me pagó esos cincuenta bolívares” dice Reyes Godoy, soltando la risa, “pero me hizo tantos favores que me triplicó el pago”.

El gobierno de Pérez Jiménez fue un régimen progresista desde muchos puntos de vista; el ritmo de expansión de la industria petrolera experimentó un incremento constante, en todos sus aspectos: producción, explotación, consumo interno y exportación, al decir de varios autores consultados; para 1956 la producción petrolera alcanzaba una cota de dos millones quinientos mil barriles diarios, lo que catapultaba al país como una potencia petrolera de primer orden. Inició la explotación de mineral de hierro a gran escala; logró la satisfacción interna en cuanto a la producción agrícola; impulsó a la industria manufacturera; pero donde más se destacó el gobierno de Pérez Jiménez fue en el sector de la construcción, donde se desarrolló una intensa actividad que llenó de obras al país, lo que aseguró el pleno empleo en todo el territorio nacional, amén de la seguridad que reinaba en todas las calles del país.

Pero como toda dictadura, la violación a los derechos humanos por parte de su policía política, la Seguridad Nacional, comandada por Pedro Estrada, un personaje siniestro, y la transgresión de los derechos políticos de la ciudadanía, así como el morbo de la corrupción administrativa, desvirtuaron los logros que en otras áreas alcanzó este gobierno y que mucha gente recuerda con nostalgia, dado el desbarajuste que hoy en día se aprecia en el país.

Caído el régimen, Pérez Jiménez sale al exilio y poco tiempo después es extraditado por el gobierno de Betancourt, desde los Estados Unidos y recluido en la Penitenciaría General de Venezuela en San Juan de los Morros, donde duró un año. Durante su permanencia en la cárcel, Pérez Jiménez llama de nuevo a su hombre de confianza, Juan de Dios, para que lo asista en estos momentos de apremio, sobre todo en lo referente a su alimentación, pues temía ser envenenado. Juan de Dios cumple con abnegación esta nueva responsabilidad al punto que se mudó para San Juan de los Morros, dejando a su familia en Caracas, quienes viajaban los fines de semana para reunirse con él. Pérez Jiménez es luego trasladado a Caracas y recluido en la cárcel Modelo, para iniciarle el juicio por peculado doloso. Todos los días se veía a Juan de Dios, llegar a la cárcel con su vianda de comida para su amigo, preparada por su esposa Rafaela, en un gesto, poco común, de solidaridad con el caído.

Luego de cumplida su condena, Pérez Jiménez sale de nuevo al exilio, esta vez para España, desde donde lanza su candidatura al senado, por el circuito de Caracas, apoyado por su partido Unión Cívica Nacionalista, arrasando en los comicios, lo que nos da una idea de la aceptación y arraigo que este líder mantenía con su pueblo, el gobierno le niega el derecho a ejercer el cargo dado por la ciudadanía y Pérez Jiménez jamás regresa al país.

Ahora regresemos a Pie de Cuesta, luego de este pequeño repaso por la historia reciente de nuestro país y veamos que el pueblo está de plácemes por los rumores de la construcción de una carretera que uniría a los países americanos, llamada la “Panamericana”, estamos empezando la década de los cincuenta, gobierna al país Marcos Pérez Jiménez y los acontecimientos antes narrados, no habían sucedido aun.

Cuenta Oscar Frankis en su libro, que la sorpresa de la gente de Pie de Cuesta fue mayúscula, cuando se dio la noticia que en Puente Villegas habían instalado las oficinas de la compañía que venía a realizar la obra y todos a una, como en Fuente Ovejuna, se dirigieron al sitio para realizar los trámites de absorción en la obra a comenzar. Dice Oscar, que aparentemente la situación económica cambia en Pie de Cuesta, los obreros devengan un salario de 8 Bs diarios, y les pagan el domingo sin trabajarlo, algo nunca visto en estos lugares, porque la ley del trabajo por aquí no es funcional, ya que los ricos avaros, dueños de las haciendas que rodean a Pie de Cuesta, que son los únicos que esporádicamente emplean obreros, los explotan de sol a sol, por el miserable sueldo de 5 Bs y de casualidad le pagan el día que trabajan, concluye Oscar.

Bueno, debemos tomar en cuenta que la negación de los derechos laborales a los trabajadores del campo, ha sido una falla estructural en la vida de esta república, en toda su historia y aún hoy en día, cuando se supone un adelanto en las normas jurídicas de la nación que arropa lo laboral; más aún en aquellos tiempos, cuando la formación de los sindicatos, sobre todo en el campo, era algo impensable, por lo que el obrero rural estaba completamente desasistido.

Por otra parte, luego del derrocamiento de Rómulo Gallegos, la Junta Militar que tomó el mando del país, procedió al desmantelamiento de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, por ser eminentemente adeco y con firmes sospechas de tendencias comunistoides entre sus miembros. Luego de la expulsión de los principales dirigentes políticos y sindicales del país, el panorama político quedó en manos de URD y Copey, quienes no contaban con la fuerza ni el arraigo necesario para consolidar un movimiento sindical de envergadura, lo que aumentó la indefensión de los trabajadores en general y los del campo en particular.

Con la inauguración de la carretera Panamericana, en 1954, culmina otra etapa para Pie de Cuesta; la gente debe regresar a sus labores del campo, que representa para ellos una disminución sustantiva de sus ingresos y la continuación de la lucha por un pedazo de tierra donde sembrar. Para 1960, ya caído Pérez Jiménez y elevado Betancourt a la primera magistratura, quien implementó una ley de Reforma Agraria, se vio en Pie de Cuesta un amago de organización sindical, que a la larga representó otro fracaso por las inconsistencias de las políticas gubernamentales y la poca disposición del campesinado al exigente sacrificio de las labores del campo.

Fue con la llegada de COPEY al poder con Rafael Caldera como presidente, que el campesinado de Pie de Cuesta alcanzó cierto grado de reconocimiento, gracias a la labor de justicia iniciada por el Diputado a la Asamblea Legislativa del Estado Lara, Jesús Morillo Gómez, quien logró que extensos lotes de terrenos, usufructuados por el latifundismo, pasaran a manos de trabajadores del campo, no solo de Pie de Cuesta, sino de todas estas regiones circunvecinas a esta comunidad, a saber: Palmarito, Montañas Verdes, Boraure, etc., lo que alivió, en grado sumo, el estado social de estas familias largamente olvidadas y golpeadas por los terratenientes del lugar.

Hoy en día, Pie de Cuesta, más que vivir, sobrevive a las duras condiciones del momento actual; La Cooperativa de Boraure, Los Morochos y Montañas Verdes, les brinda, a los habitantes de esta región, un aliviadero a sus dificultades y una esperanza de vida en dignida

El ESCONDIDO

Como su nombre lo indica, esta asociación de casas, dispersas en su conjunto, está realmente escondida. Situada en la parte de atrás de La Cooperativa de Boraure, para llegar al sitio debemos recorrer una larga carretera de tierra hasta adentrarnos en lo profundo de la Parroquia Manuel Morillo, colindando ya con la Parroquia Las Mercedes. Viven de la agricultura y en condiciones verdaderamente paupérrimas; no tienen iglesia, ni plaza, ni Ambulatorio Rural, ni escuela, solamente lo que llaman “un simoncito”, cerrado hace mucho tiempo posiblemente por falta de niños a quien educar. Pertenecen al Empedrado, pero sus necesidades las cubre Cieneguita, comunidad también en estado deplorable perteneciente a la parroquia Las Mercedes, pero que cuenta con un liceo y con un ambulatorio rural, por lo cercano de esta población en referencia con nosotros, No entiendo como la Parroquia Las Mercedes no ha reclamado al Escondido como suya. Su suelo es seco y agreste, de vegetación xerófila, donde predomina la tuna, el cardón y el cují.

 

 

 

 

LA COOPERATIVA DE BORAURE

La Cooperativa de Boraure nace como comunidad, a raíz de un enfrentamiento entre Francisco Juan Oropeza y varios campesinos de la zona que habían adquiridos derechos, unos, y otros lo habían heredados, desde cuando estos valles eran Cofradías de la Iglesia. En conversación con Jacinto Brito, propietario de una pequeña parcela en la zona, a quien visité, con el fin de conocer el área en cuestión, éste me informa que la mayoría de los antiguos propietarios vendieron sus parcelas y emigraron buscando otras oportunidades, lo que permitió que los que se quedaron, ampliaran sus propiedades a expensas de éstos.

En mi visita al lugar, observé la calidad de las tierras que esta gente ocupa y usufructúa y entendí la renuencia de Francisco Oropeza para desprenderse de estas tierras, aptas para cualquier forma de explotación y en una posición ideal para transportar los productos trabajados, dado que están a orilla de la vía hacia Carora o hacia cualquier otro lugar.

Gracias a la buena voluntad de Ambrosio Oropeza, me cuenta Jacinto, que queriendo evitar un pleito mayor entre su tío Francisco y los “derechantes” asentados allí, donó este lote de terrenos para solventar la situación a todas luces impredecible, dada la decisión del campesinado de luchar por sus fueros. Esta comunidad pertenece a la Posesión Comunera “Los Pocitos”, donde Jesús Domínguez había heredado 400 Bs de “derechos”, lo que le permitió enfrentarse a Francisco Oropeza con la determinación de la ley a su favor, según narra Oscar Frankis en su obra; no obstante esto, es decir la legalidad que amparaba a Jesús Domínguez, su pleito contra el latifundio estaba perdido, pues las leyes en este país no están hechas para amparar al débil, sino para proteger al fuerte y este caso no iba a ser la excepción, solo la bondad del abogado Ambrosio impidió el cohecho y evitó un enfrentamiento mayor entre las partes.

Cuenta Oscar en su libro, que en 1948, a raíz del golpe de estado contra el Presidente Gallegos, se inició una desbandada de campesinos de la Cooperativa, debido a la abolición del sindicato, motivado a la arremetida de los terratenientes contra los trabajadores del campo, basándose en el apoyo que Copey, cómplice del golpe de estado contra Gallegos, según Oscar, daría a los latifundistas para recuperar sus privilegios, lo que motivó la emigración de sus dirigentes hacia la zona petrolera. Sostiene Oscar en su obra y aquí no puedo estar de acuerdo con él, que los burgueses caroreños militaban todos en el partido Copey, lo que dejaba entrever que este partido estaba involucrado en el golpe de estado.

Mi apreciación es la siguiente: no niego que la burguesía caroreña haya aprovechado la situación reinante en el país para cometer sus tropelías, pues debemos tomar en cuenta que el partido Acción Democrática luchó siempre por la implantación de una reforma agraria que tocaba muy de cerca los intereses de las clases dominantes, lo que mantenía a raya las pretensiones expansionistas de estos latifundistas, y por otra parte el partido Copey, desde su fundación, siempre se identificó, tanto con la Iglesia, como con el capitalismo que ésta representa y por ende con la burguesía más rancia del continente, lo que amparaba a estos terrófagos; pero sostener que estaban involucrados en el golpe de estado del 48, es falsear la historia, por decir lo menos.

El golpe de estado contra el Maestro Gallegos se produce, en primer lugar, por el sectarismo aplicado por la élite gobernante en el desempeño de sus funciones, que los llevó a aislarse del resto de las fuerzas vivas de la nación y en segundo lugar por las ambiciones caudillistas de un sector de las Fuerzas Armadas, cuya figura preponderante era el entonces Coronel Marcos Pérez Giménez, cabeza visible del movimiento insurreccional, quien venía conspirando contra la institucionalidad democrática desde antes del golpe de estado contra Medina Angarita en 1945, cuando fundó una logia militar llamada Unión Militar Patriótica.

Ellos alegaban, estos militares, o aparentaban justificar sus pretensiones, en la necesidad que tenía el país de desarrollar una verdadera democracia donde se incluyera el voto directo y secreto de la ciudadanía, mientras que soterradamente sentían el resquemor hacia sus superiores a quienes tenían como representantes legítimos de la Venezuela atrasada que se identificaba con la última dictadura y que había mantenido al país en el más negro obscurantismo por 27 años, y que ellos veían representados en las pretensiones de López Contreras para regresar al poder. Es posible que el ideal principal de estos jóvenes oficiales, protagonistas de la asonada militar que defenestró a Gallegos, haya sido el de enrumbar al país por otros derroteros acorde con la modernidad que el nuevo siglo representaba, y también es posible que los animara una visión altruista de la nación, que los llevó a atentar contra el estado de derecho, que aunque frágil, estaba representado por el presidente elegido democráticamente por el pueblo, apenas un año atrás, pero el resultado de esta acción, aunque incruenta, fue otra vulgar dictadura de diez años, cuya principal característica fue, precisamente, la abolición de todos los principios democráticos que decían defender.

El partido Copey, recientemente creado para esa época, derivaba de un movimiento estudiantil católico llamado UNE (Unión Nacional de Estudiantes), cuyo miembro más sobresaliente era Rafael Caldera, una de las mentes más lúcidas del siglo veinte venezolano y pilar fundamental, junto a Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba, del ensayo democrático que por 40 años disfrutó Venezuela y que la catapultó como paradigma de progreso y modernidad en el continente suramericano. De haber estado, el partido Copey, incurso en el golpe de estado contra Gallegos, Betancourt, hombre directo y franco en su trato diario, lo habría denunciado ipso facto, sin lugar a dudas, y Betancourt jamás mencionó nada al respecto, lo que es una garantía de la no participación de Copey en esta asonada.

El incremento de las tropelías de los terratenientes que cercaban a Pie de Cuesta, contra sus pobladores, luego del cambio de gobierno, al parecer es un hecho comprobado, así como su militancia en el partido Copey, dada la formación católica de los mismos, pero esto no prueba, en lo absoluto, una supuesta participación del partido Copey en el golpe de estado contra Gallegos y la posterior entronización de la dictadura militar que derivó luego.

Admiro a mi amigo Oscar Frankis, y lo tengo como un intelectual de valía y como una de las personalidades más representativas de este sufrido pueblo, como él lo llama, pero creo que se dejó llevar por subjetividades ideológicas, que no le permitieron vislumbrar la verdadera esencia de lo que en realidad aconteció en su pueblo, en los momentos en que se desarrollaba lo más duro de la lucha entre “el cacho y la mazorca” como diría Chío.

Con COPEY, la expectativa de progreso entre el campesinado de la zona, creció exponencialmente, esto no podemos negarlo, gracias a la labor altruista de Morillo Gómez, hoy día anciano, enfermo y huérfano de reconocimientos por parte de las comunidades que ayudó a progresar y que demuestran con este abandono, su poca capacidad de agradecimiento, injusto desde todo punto de vista, hacia un personaje que luchó con ellos y por ellos, cuando la justicia social en Venezuela no era más que retórica.

Hoy día, La Cooperativa de Boraure es un asentamiento de pequeños propietarios, en una comunidad con vida propia y mucho futuro, dada la calidad de sus tierras y el privilegio de su ubicación, pero carente de adelantos técnicos para la explotación de sus recursos. Toca al gobierno tender la mano a estos campesinos para un mejor desempeño en sus labores y un mejor aprovechamiento de la tierra.

EL CANO

Esta población fue creada poco después de la fundación de Pie de Cuesta, cuando estaba en su apogeo la lucha entre derechantes y latifundistas que caracterizó a esta zona y marcó a sus habitantes para siempre. Fue fundada por gente venida de zonas adyacentes que buscaban oportunidades de progreso que sus comunidades originales, no les ofrecía. Sentía curiosidad por conocerla, dado que unos me decían que había desaparecido y otros sostenían que estaba activa y prácticamente adicionada a Pie de Cuesta como un sector más del mismo. Pero no, Cano prácticamente no existe, si otrora fue un asentamiento de numerosas familias, hoy apenas existe una familia en el lugar, aunque privilegiada, pues está a orilla de la carretera que une a Pie de Cuesta con la Panamericana y cuentan con una pequeña parcela de óptimas tierras para el cultivo. Más que un poblado, a Cano se le conoce como un sector donde existió una comunidad, hoy desaparecida. Nada más.

LOS MOROCHOS

Los Morochos no es ni ha sido una comunidad, es una gran extensión de terrenos aptos para la agricultura y la cría de ganado, perteneciente también a la Posesión Comunera “Pie de Cuesta”, que al igual que el resto de las planicies adyacentes, cayó en manos de los terratenientes caroreños, en la década de los 40 aproximadamente; pero debo resaltarla en este trabajo, porque hoy en día, Los Morochos es una cooperativa donde gente de Pie de Cuesta e incluso del Empedrado, han librado sus luchas existenciales en pro de una mejor calidad de vida.

Perteneciente a Juan Nepomuceno Vásquez, “Cheno Vásquez”, pasa luego a manos de Ricardo Meléndez Silva, en momentos en que Pie de Cuesta está sufriendo una de sus peores situaciones económicas de toda su existencia, por la culminación de la carretera Panamericana y el alejamiento de la empresa VICA, responsable de estos trabajos, que deja sin empleo a un numeroso grupo de personas pertenecientes a esta comunidad, luego de cinco años de bonanza y prosperidad. No sólo se fue la VICA, sino lo más grave, no tienen tierras donde sembrar, ni posibilidades de obtenerlas, pues todas se hallan en manos de poderosos capitalistas que no están dispuestos a desprenderse de ellas.

Es cuando cae el régimen de Marcos Pérez Jiménez y una nueva aurora, representada por las fuerzas democráticas del país, inicia el camino hacia nuevos derroteros que llena de esperanzas a los habitantes de estos pueblos. Se activan los movimientos sindicales y una nueva ley de Reforma Agraria, promete hacer justicia entre los desheredados. Es cuando un grupo de campesinos se reúnen y le hacen una petición al nuevo gobierno para la adquisición de algunas tierras, para ser repartidas entre ellos y permitirles realizar sus labores. Cansados de esperar y hartos de las promesas del gobierno, deciden invadir Montañas Verdes, hacienda próxima a Pie de Cuesta, cuyos propietarios eran los hermanos Riera, de Carora, por supuesto, contando con el apoyo de la Federación Campesina seccional Lara y presidida por Benilde Antonio Guaramato, quien, como cuenta Oscar Frankis en su obra, “se había presentado en el pueblo con el objetivo de reorganizar el sindicato agrícola que había dejado de funcionar en el año 48, a raíz del golpe de estado contra Gallegos; reorganización que llevó por nombre: Sindicato Campesino y en cuyos estatutos le daba poderes a sus dirigentes para el estudio, defensa, desarrollo y protección de los intereses profesionales y el mejoramiento social, económico y moral de sus asociados, así como la lucha por la incorporación del campesino a la posesión de la tierra y de los medios de producción, mediante la realización en el país de la Reforma Agraria”.

La Reforma Agraria fracasó, como se explicó anteriormente y las promesas del señor Guaramato quedaron en el papel. Los campesinos invasores fueron desalojados y detenidos por la Guardia Nacional, al tiempo que avanzaba el gobierno de Rómulo Betancourt, sin que se vislumbrase una señal que diera esperanzas al campesinado desasistido.

En este tesón, cuenta Oscar, en su libro, pasaron los dos quinquenios donde gobernó Acción Democrática, que no cumplió con su consigna de “pan, tierra y trabajo” y llega a la primera magistratura, por primera vez, el Presidente Rafael Caldera y a la Asamblea Legislativa del Estado Lara, el señor Jesús Morillo Gómez, quien realizaría una de las tareas más sobresalientes en estos predios en cuanto a ayuda al campesinado se refiere. “Y desata una campaña a favor del campesino torrense y logra que el gobierno obtenga la hacienda Los Morochos. Con Antonio Camacaro a la cabeza, fundan la empresa campesina “Liberación Primera” con un pequeño grupo de hombres del campo que han sobrevivido estos once años de penurias que muy bien pueden llamarse mártires de la resistencia”, dice Oscar. No solo Morillo Gómez consiguió Los Morochos, acá en Pie de Cuesta, también consiguió Palmarito en El Empedrado y las planicies de Montañas Verdes en la vía hacia Carora, lo que lo catapultó a estadios superiores en el panorama político del país, logrando una diputación por el Estado Lara en el Congreso Nacional. Aquí comienza el declive de este luchador social, que tantas satisfacciones había dado al campesinado torrense. No sé si aquí podría aplicarse aquello del “Principio de Peter”, donde se sostiene que todo hombre tiene su nivel de competencia, pero lo cierto del caso fue que la figura de Morillo Gómez se fue opacando paulatinamente hasta desaparecer por completo del universo político venezolano.

 

CUMBRE DEL CERRO Y CORRALITO

Estas dos comunidades, ya desaparecidas, fueron fundadas en las serranías situadas entre Pie de Cuesta y El Empedrado, por un grupo de Curarigüeños que se aventuraron por estas zonas en busca de oportunidades de trabajo, cuando estas tierras eran aun cofradías pertenecientes a los derechantes originarios. Situados dentro de la Posesión Comunera “Los Pocitos”, Cumbre del Cerro y Corralito eran comunidades de conuqueros, originarios todos de la población de Curarigüa, también del Estado Lara, desde donde emigraron atraídos por la riqueza de esta zona que les brindaba nuevas posibilidades de subsistencia.

Pero el latifundismo depredador, representado, otra vez, en la figura de Francisco Juan Oropeza, inició el cercado de estos terrenos amparándose en unos derechos que compró a uno de los primeros parceleros, lo que le permitió extenderse por todo el contorno, ahogando al resto de los campesinos, quienes se vieron forzados a emigrar ante la presión ejercida por este terrateniente y ante la falta de tierras donde sembrar sus semillas. De esta forma desaparecen estas dos comunidades y sus habitantes emigran para El Empedrado, donde se residencian definitivamente. No obstante esto, a los Brito y a los Túas les quedó algunas posesiones en esta área, que aún hoy conservan y trabajan, pero la mayoría de los habitantes de estas dos comunidades se vio en la necesidad de emigrar, por falta de tierras donde sembrar.

Con la reseña de Cumbre del Cerro y Corralito, termina nuestra peregrinación por toda la zona perteneciente al Empedrado y llegamos nuevamente a él, para estudiar el desarrollo del mismo en la época resiente y contemporánea.

EL EMPEDRADO EN EL SIGLO XX

El siglo XX venezolano se inicia con la llegada al poder de la hegemonía andina, personificada en el General Cipriano Castro, quien junto a su compadre Juan Vicente Gómez, habían iniciado desde Cúcuta, Colombia, donde permanecían exiliados por razones políticas, una invasión al territorio nacional, al frente de 60 hombres, en lo que se conoce como “La Revolución Restauradora”, a fin de deponer al gobierno del General Ignacio Andrade, alegando una restauración de la constitución de 1881.

El General Andrade llega al poder el año de 1898 de la mano del General Joaquín Crespo, luego de un escandaloso fraude electoral en perjuicio del General José Manuel Hernández, mejor conocido como el “Mocho Hernández”, quien se alza en armas en contra del gobierno en lo que se denominó “La Revolución de Queipa”, en honor a una hacienda de ese nombre, en el Estado Carabobo, de donde salió a combatir. El General Crespo, quien era el hombre fuerte y el sostén del General Andrade, sale a enfrentarse al Mocho Hernández y en los llanos de Cojedes, en lo que se denominaba o se denomina, “La Mata Carmelera”, cae asesinado, víctima de un francotirador apostado en el sitio, dejando al gobierno de Andrade, en la más completa debilidad.

El General Ramón Guerra asume la dirección de la campaña contra Hernández, lo derrota y lo hace prisionero, lo que lo convierte, a su vez, en el nuevo hombre fuerte del gobierno. Luego de esta victoria, el General Guerra pretendía suplantar al General Crespo en la gobernación del extenso Estado Miranda, con pretensiones de suceder al General Andrade en la presidencia del país.

Para anular este movimiento, Andrade decide modificar la constitución de 1881, vigente hasta ese momento, y en donde Venezuela estaba organizada en nueve estados, como expliqué en capítulo anterior, y regresar a la constitución de 1864, con una estructura territorial de 20 estados. Esta reforma constitucional de Andrade, fue el motivo que esgrimió el General Cipriano Castro para alzarse en armas contra el gobierno, de ahí su nombre de “Revolución Restauradora”, pero que no fue más que un subterfugio para disimular sus pretensiones de poder.

En Octubre de 1899 entra victorioso a Caracas, al frente de un ejército que ya sumaba más de dos mil hombres y toma el poder luego de la huida del General Andrade hacia Puerto Rico, iniciándose una larga hegemonía andina de 45 años, donde Venezuela sufrió un estancamiento en su desarrollo nacional, producto del primitivismo conque fue dirigida, por seres con serias limitaciones intelectuales y aun morales, para manejar un país.

En 1908 asume la presidencia de la República el General Juan Vicente Gómez, luego de un incruento golpe de estado, en contra del General Castro, quien había salido del país por cuestiones de salud, atornillándose al poder durante 27 años, manejando a la nación como su feudo personal.

Así llegamos al año de 1914, año que ha dejado una huella indeleble en la historia de la humanidad. En este año culminó una de las épocas más hermosas y fructíferas en el quehacer del hombre, conocida como “La Bella Época Europea”. En este lapso, que va de 1870 hasta 1914, se afianza la Revolución Industrial, se regresa al romanticismo y se producen los cambios tecnológicos y económicos que ameritaba el desarrollo humano.

En este tiempo se populariza el fútbol, a finales del siglo XIX, hoy tan de moda, se inventa el automóvil, el avión y el submarino. Esta época, plena de armonía y satisfacciones, es cortada, súbitamente, en 1914, con el inicio de la primera guerra mundial, llamada “La Gran Guerra”. Nuestro país, en ese año y no ajeno al acontecer mundial, iniciaba el paso de la Venezuela rural, a la Venezuela industrial, con la puesta en marcha de la explotación petrolera, representada por ese símbolo de nuestra industria, como lo es el “Zumaque 1”. A pesar del retraso que significó la gran guerra, que imposibilitaba la compra y transporte de las herramientas y maquinarias requeridas por la empresa para su funcionamiento, no se detuvo el avance industrial y para 1917 la Refinería de San Lorenzo estaba en pleno apogeo de refinación y exportación de petróleo, elevando a Venezuela al honorable sitial de mayor exportador de petróleo del mundo, veinte años después del inicio de actividades del Zumaque 1.

Este comienzo de la actividad petrolera en nuestro país, dio inicio a un éxodo masivo de trabajadores de todas las regiones de Venezuela, hacia el Estado Zulia, buscando nuevas fuentes de progreso y bienestar, dado los altos sueldos que pagaba la industria petrolera, en comparación con los flacos emolumentos que devengaban en el campo agrícola.

El Empedrado no fue ajeno a este movimiento migratorio y muchos de sus habitantes dirigieron sus pasos hacia ese nuevo destino, lo que contribuyó, en buena forma, a la despoblación de sus áreas agrícolas y pecuarias, y al retroceso de sus niveles de producción, que la había elevado a ser considerada como un granero. Porque esta bonanza industrial que ha experimentado nuestro país en lo más de 100 años como productor de petróleo, lejos de contribuir al desarrollo integral de la nación, como era de esperarse, la ha convertido, por lo contrario, en un país dependiente de todo, donde aquel auge agrícola de sus primeros años como República independiente, se ha limitado, gracias a la abundancia de dólares petroleros, a una economía agrícola de puertos, que ha enriquecido a otras naciones, en detrimento de la nuestra, dado el abandono del campo y las nulas políticas de incentivo a los trabajadores rurales.

Para El Empedrado, ese auge industrial que experimentó el país a principios de siglo, no significó gran cosa, siguió siendo un pueblo de labranza con serias dificultades endógenas, que lo imposibilitaban para un desarrollo sustentable en el tiempo. Sus vías de penetración no eran más que caminos de recua, que dificultaba, en grado sumo, la extracción de sus productos hacia los mercados mayoristas, amén del latifundio que se había enseñoreado en sus predios, en detrimento del hombre de labranza.

Sus energías las ocupaba en su lucha por arrebatarle a Burere la capital del municipio, más por un orgullo vano, que por el deseo de catapultar a la comunidad hacia estadios superiores, que lo llevaran a competir con comunidades más avanzadas, dándole un peso específico dentro del conglomerado larense. Tan es así, y tan pobre ha sido nuestro desempeño como capital de municipio, hoy parroquia, que hemos perdido más del 60% del territorio originario que antes representábamos, quedándonos hoy en día, el dominio de unos pocos asentamientos humanos ya desaparecidos y otros en serios peligro de desaparecer.

Esta Parroquia, Manuel Morillo, era la de mayor importancia del Municipio Torres, tanto por su producción agrícola, pecuaria e industrial, como por su vasta extensión territorial, la cual comprende numerosos caseríos, cuya capital es El Empedrado. Limitaba por el Sur con el Municipio Carache del Estado Trujillo, siguiendo el límite general del estado, lo que trajo como consecuencia un largo litigio entre Lara y Trujillo, perdiendo éste varios kilómetros de su superficie. Por el Este limitaba con las Parroquias: Lara, Torres y Trinidad Samuel; siguiendo el lindero del rio Bucare, que corre de Sur a Norte. Por el Norte limitaba con la Parroquia Montes de Oca, pasando por Libertad y Los Palmares, yendo a terminar en el sitio denominado La Playa de Visía, limítrofe, en esta parte, con la Parroquia Trinidad Samuel, luego de pasar por La Candelaria.

Esa inmensa extensión de terreno, antes expuesta, que iba desde más allá de La Candelaria, cuna del eximio Alirio Díaz, Patriarca mundial de la guitarra clásica, recientemente desaparecido, hasta El Paradero, bien adentro del territorio trujillano, que en época aún reciente estaba bajo nuestra administración, la mayoría de ese terreno, repito, nos ha sido arrebatado sin que en el seno de nuestro pueblo, y a pesar de contar con voces autorizadas entre sus hijos, se haya oído una sola expresión de protesta por el despojo, ni se sabe de ninguna diligencia realizada para revertir el hecho.

Pero al mismo tiempo me pregunto: ¿Qué vamos a alegar? ¿Qué vamos a presentar como logros, para restituir el estado original de nuestra Parroquia? Vivimos inmersos en pleitos subalternos, mezquindades y egoísmos que nos desvirtúan como seres civilizados, impidiendo que unamos esfuerzos y voluntades para reclamar derechos inalienables que nos han sido arrebatados o simplemente negados y que haya hecho que el despojo territorial se lleve a cabo en la más completa impunidad. Estoy seguro que muchos estarán en desacuerdo con estas apreciaciones y posiblemente se sientan ofendidos, lo que lamentaré, pero es necesario recordar ciertas cosas por aquello “de que las cosas por sabidas se callan y por calladas se olvidan”, puesto que es injustificable el grado de postración donde ha caído este pueblo, producto de la desidia y la indiferencia de todos nosotros, los nacidos aquí, porque el hecho de que muchos estén ausentes, es decir fuera de los límites del pueblo, no los exime de responsabilidades para con su lar nativo, donde tienen afincadas sus raíces originales y donde sus deudos reposan bajo los “carutos” de la zona.

Ya lo perdido es irrecuperable y solo nos resta seguir en la lucha diaria contra la indiferencia gubernamental de turno, a fin de ser oídos y compensados en nuestros justos requerimientos de servicios públicos de calidad, que nos han sido negados en toda la existencia como conglomerado humano, en donde solamente hemos recibido migajas de la gran torta presupuestaria del país.

Pero dejemos a un lado, por el momento, estas críticas, o autocríticas, mejor dicho, que no por necesarias dejan de ser perturbadoras, y analicemos el proceso evolutivo de esta comunidad, durante el desarrollo del siglo XX, que acaba de concluir y que encierra muchas historias y vivencias que debemos conocer y analizar en todo su contexto, para tener una idea clara del avance y desarrollo, aunque limitado, de este pueblo como comunidad de relativa importancia en el conglomerado regional larense.

El camino de recua, que unía al Empedrado con Pie de Cuesta, población perteneciente a esta parroquia y asentada en la Posesión Comunera “Los Pocitos”, estudiada en anterior capítulo, donde la serranía se corta abruptamente para dar paso a una hermosa y fértil planicie, se convirtió, poco a poco en una carretera que permitía el tránsito vehicular, gracias al trabajo, voluntario algunas veces, obligatorio las más, de los habitantes de este pueblo y también de los habitantes de Pie de Cuesta, que a pico y pala fueron abriendo y extendiendo el antiguo camino, hasta convertirlo en la primera carretera con la que contó esta población y que nos empalmaba con la carretera nacional “La Trasandina”, inaugurada por el gobierno de Gómez en los primeros años de ese siglo XX.

Eufrasio García, como ya dijimos anteriormente en los primeros capítulos de esta crónica, era Jefe Civil en Carora y dueño de la hacienda “Rodrígo”, aquí en El Empedrado; fue quien inició los trabajos de construcción de esta carretera, pues siendo dueño de un vehículo, tenía que trasladarse de Carora al Empedrado a lomo de bestia, lo que implicaba un verdadero sacrificio.

Esta carretera, la que unía al Empedrado con Pie de Cuesta, denominada “Los Caracolíes”, debe su nombre a la empinada subida en uno de sus tramos, poblada de anacardos, que representaba una prueba, no sólo al estado del vehículo, sino a la pericia del conductor que debía hacer gala de toda su experiencia para salvar este escollo. Al llegar a Pie de Cuesta, el comerciante estaba en un lugar equidistante entre Carora y Carache, poblaciones pujantes ambas, para arrimar sus productos o diligenciar necesidades que su comunidad no le cubría. Vamos a conocer un poco la historia del Coronel García, ya que gracias a él, sean cual sean los métodos utilizados para tal fin, figura en la historia de estas comunidades como el artífice de la construcción de esta importante vía.

El Coronel Eufrasio García, según cuenta Juan Páez Ávila en su libro: “Chío Zubillaga, caroreño universal”, llegó a la jefatura civil de Carora, por un hecho fortuito, que dibuja a las claras el régimen oprobioso que sufrían los venezolanos, cuando la dictadura del General Juan Vicente Gómez, cuenta Ávila: “en el año 1929 se levantó en armas contra el gobierno, el General José Rafael Gabaldón; ese mismo año en “El Fraile”(la finca cafetalera que Chío tenía en Jabón), Chío atendió con solidaridad a una partida de guerrilleros gabaldoneros, que huían de la persecución de las tropas del gobierno”. (Es posible, o es lo más seguro que hayan sido estos mismos guerrilleros, quienes se atrincheraron en una quebrada aquí en la comunidad de “Los Leones”, en su huida hacia el Estado Falcón, denominándose esa quebrada, desde ese momento: “La Trinchera”, según me comentó Yeyo Fernández, y es de hecho, una de las fuentes de agua que alimenta el acueducto de El Empedrado). Sigue narrando Páez Ávila: “Poco tiempo después, llegó a la hacienda “El Fraile”, el Coronel Molina, Jefe Civil del Distrito Torres y jefe de la tropa gubernamental que perseguía a los guerrilleros, Chío lo atendió como autoridad, pero sin dar demostraciones de colaboración.

Al salir de la casa, soldados del gobierno dispararon contra un pequeño grupo de campesinos que se encontraban en el corredor exterior de una pulpería vecina. Tres campesinos inocentes fueron asesinados y varios detenidos, entre estos Rito Gil, mayordomo de la finca de Chío Zubillaga. Éste viajó a Carora a solicitar la libertad de Gil. El Jefe Civil lo recibió cortésmente, pero se negó a ordenar la libertad del mayordomo, y le recomendó que acudiera ante el Presidente del Estado, Eustoquio Gómez.

Cuando Chío le entregó a éste una tarjeta del Coronel Molina, Eustoquio Gómez se enfureció, cuando supo que Molina no había despachado, (es decir asesinado), al pobre Gil, de inmediato, junto con los otros tres presos inocentes; y como resultado de esta exaltación resolvió, en el mismo acto en que se dio cuenta de la debilidad de Molina, deponerlo y cambiarlo por Eufrasio García. Cambio felicísimo por cierto, porque el sustituto de Molina – escribe Chío Zubillaga en el respaldo de un documento que contiene el plan de Carora por el General Gabaldón, y que se encuentra en el archivo Zubillaga – si bien una hechura de Eustoquio, gobernó del mejor modo que pudiera hacerlo en aquella época; un hombre de buen fondo como era él, pero dispuesto a no alterar ni en una coma, las órdenes del jefe.

Molina era un tachirense brutal, que cometió innumerables abusos contra la ciudadanía. En cambio, el Coronel García, actuó con moderación, con menos crueldad que algunos de los personeros que le rodeaban”. Fin de la cita.

El Coronel García, en connivencia con el Jefe Civil de acá de El Empedrado, se apoyaron en un oficial de la policía de este pueblo, llamado Juan Escalona, natural de la población de Cuicas, para reclutar a trabajadores del campo y llevarlos a cumplir dos o tres días de trabajo “voluntario”, en la construcción de la carretera Pie de Cuesta-El Empedrado.

Para tal fin, Juan Escalona se apostaba debajo de una mata de corozos, en la vía hacia Palmarito, a esperar a los campesinos que venían de El Valle, Santa Rosa, Plan Grande, Los Gavilanes, Palmarito y Las Guabinas, para comunicarles que debían cumplir con las labores de construcción de la mencionada vía. A partir de ese momento, Juan Escalona pasaría a ser conocido con el cognomento de Juan Corozo, por el sitio escogido para realizar sus actividades de reclutamiento, lo que lo enfurecía.

Todo aquel que tuviera problemas con la justicia, por muy leve que fuera, era anotado por Juan Corozo para ir a echar pico y pala en la carretera. En una oportunidad, Pedro José Linares y Fernando Segovia, habitantes de este pueblo, se agarraron a golpes con el Jefe Civil y el secretario de esta comunidad, lo que les costó tres largos meses de trabajo en la carretera. Y así, a fuerza de coacción, la vía que uniría al Empedrado con La Trasandina, se logró a expensas de mano de obra empedraense y piedecuestense, cuando Venezuela vivía una de las épocas más obscuras de su existencia republicana.

Por esta carretera, cerca de las poblaciones de “Corralito” y “Cumbre del Cerro”, había una casita solitaria, en la cual habitaba un hombre solo, llamado Federico Torres, quien se constituyó por mucho tiempo, en una especie de alcabala para quien transitaba por allí a pie o en bestia. Federico era esquizofrénico, y en sus momentos de locura, era extremadamente peligroso aventurarse por esos parajes, pues sumado a su enajenación mental, Federico, como buen curarigüeño, pues de allí procedía, era extremadamente hábil en el manejo del garrote, lo que aumentaba su peligrosidad.

“El garrote” es una vara o mejor dicho, un pedazo de palo de aproximadamente un metro de extensión, por tres o cuatro centímetros de grosor, fabricado de una madera muy dura, generalmente vera, y es un arma formidable, sobre todo en manos de un experto, como lo era Federico. El manejo del “garrote” es una especie de arte marcial, practicado en muchas partes del Estado Lara, especialmente en Curarigüa y El Tocuyo, desde tiempos inmemoriales, donde se ha constituido en parte de la cultura regional.

En uno de esos arrebatos de locura, Federico dio muerte a un cuñado suyo, de nombre Serapio, quien vivía con su esposa en Pie de Cuesta, a donde llegó intempestivamente y le cortó la cabeza de un machetazo a Serapio, al tiempo que le cortaba un brazo a su hermana que quiso defender a su esposo, lo que aumentó el temor de la gente a transitar solos por esos parajes. En otra oportunidad, Federico le hundió un puñal en el pecho a un zagaletón que iba por allí montado en un burro y que gracias a su juventud y agilidad logró escapar y llegar hasta Pie de Cuesta, donde fue auxiliado y llevado a Carora donde duró seis meses hospitalizado, producto de la herida.

Más tiempo duró Joaquín hospitalizado, pues ese era el nombre del muchacho herido, que Federico en la cárcel, pues debido a su enfermedad y al aporte monetario de Roseliano, hermano de Federico y propietario de un abasto aquí en El Empedrado, su permanencia en la cárcel, por los delitos que cometía, no duraba mucho. Joaquín salió del hospital y juró matar a Federico, y en una oportunidad en que lo vio dirigirse hacia una casa de un señor llamado Urbano, en Pie de Cuesta, corrió a su hogar, agarró una escopeta y le llegó a Federico quien conversaba amenamente con el dueño de la casa; Joaquín levantó la escopeta y apuntó directamente al pecho de Federico y haló el gatillo, pero Urbano, que estaba presenciando todo, le dio un golpe al cañón de la escopeta, y el disparo, que iba dirigido al pecho, salió hacia abajo y le destrozó una pierna a Federico.

A partir de ese momento, la agresividad de Federico, quien quedó chueco de por vida, disminuyó ostensiblemente, aunque no dejaba de representar un peligro. A las únicas personas que Federico respetaba y verdaderamente temía, era a los hermanos Brito: Teodoro, Secundino y Goyo Brito, curarigüeños de origen, quienes vivían en Cumbre del Cerro y eran tan buenos o aún mejores que Federico en el manejo del “garrote”. Ellos fueron los que lo apresaron luego de matar a Serapio, pues la policía no se atrevió a metérsele a Federico, quien los amenazaba con un machete en la mano. La policía mandó buscar a los Brito y estos desarmaron y entregaron al hombre a las autoridades para ser encerrado.

Con el tiempo, Roseliano Torres vendió todo en El Empedrado y se fue para Barquisimeto llevándose a su hermano, y aliviando, de esta manera, a los transeúntes que frecuentaban esa vía. Ni Roseliano ni Federico volvieron jamás al Empedrado. Con el tiempo se supo de la muerte de ambos en Barquisimeto. Poco tiempo después, los Brito abandonaron la comunidad de Cumbre del Cerro y se trasladaron para El Empedrado donde se radicaron definitivamente.

La misma habilidad que tenían para el manejo del “garrote”, la tenían para el manejo de los instrumentos musicales. Eran excelentes músicos, sobre todo Teodoro, quien ejecutaba con igual maestría, tanto la guitarra como el cuatro, la mandolina, el violín o el arpa. Sus hijos, todos, son excelentes músicos, en especial Leandro Brito, quien heredó el talento de su padre; desafortunadamente en estos pueblos, abandonados por Dios, no existen ni políticas ni voluntad de ayuda para orientar y catapultar estos talentos naturales, que con el correr del tiempo van decreciendo, absorbidos por el medio y al fin sucumben, sin pena ni gloria. Goyo Brito hizo historia en el Estado Lara por su longevidad; murió a los 112 años completamente lúcido y activo, dentro de las limitaciones de su edad, lógicamente.

Para 1959, ya posesionado Rómulo Betancourt en la 

Presidencia de la República y que señala el fin de las dictaduras militares que habían predominado en el país desde sus inicios como República, se iniciaron las negociaciones con Epaminondas Álvarez, dueño en ese momento de la finca “Rancho Grande”, para comprarle parte de la finca donde Epaminondas había construido una carretera a punta de máquina, para uso exclusivo de la hacienda en cuestión y que por su posición era ideal para empalmarla con la carretera Panamericana, recientemente construida e inaugurada por el gobierno del General Pérez Giménez.

Esta negociación se concretó con un pago de 80.000 Bs, lo que vino a representar un salto evolutivo para esta comunidad, que de esta forma se conectaba directamente con la principal vía del país y por ende con los principales centros de poder. Quedaba, de esta manera, eliminada la carretera de “Los Caracolíes”, como vía de acceso y salida de la población, que ya de hecho había perdido importancia, al igual que la carretera “Trasandina”, luego de la construcción de la “Panamericana” inaugurada en 1954.

El gobierno de Betancourt cubrió con granzón la nueva vía de penetración y en 1967, cuando se llevó a cabo el reencuentro de los empedraenses que habitaban otras comunidades, denominado “El Retorno”, y donde Ana D´ Santiago, hermana de este cronista, fue elegida Reina del Municipio, por su donaire y belleza, a Gloria Giménez, mi prima hermana, Reina de la comunidad empedraense asentada en Caracas y a Iraima Piña Reina del Retorno, el gobierno del Dr. Raúl Leoni procedió al asfaltado, brindándole al pueblo grandes oportunidades de progreso y desarrollo. Esta nueva vía, que cuenta con una extensión de 6 kms aproximadamente, está dividida por sectores que la idiosincrasia y la cotidianeidad del pueblo ha bautizado, basándose en las actividades realizadas por ellos en sus dominios.

A saber: sector Palo Quemado: comprende desde la salida del pueblo hasta el sector Uña de Danta, denominado así por un bejuco que sus hojas parece una pata de Danta y es muy abundante en la zona. Luego de allí viene El Quiebra Pata, donde Epaminondas Álvarez había colocado unos tubos en la carretera, a fin de evitar el paso de su ganado hacia el pueblo, desde este lugar empezaba la Hacienda Rancho Grande, según me cuenta Cheché Coronado, quien me facilitó la información de la sectorización de la vía en cuestión; luego viene La Piedra de Santos, que es una roca colocada a la orilla del camino, a mano derecha bajando, donde un señor de nombre Santos, perdió el control de su vehículo y subió a esta piedra, y el carro, al volcar, lo aplastó.

Más abajo llegamos al sector La Manga, por encontrarse en este lugar la manga de coleo, que da nombre también a la urbanización asentada en este sitio; un poco más abajo hallamos el sector La Parrilla, denominado así porque anteriormente estaba allí una parrilla de hacer chimó, pues era costumbre de los parceleros de entonces sembrar tabaco en sus conucos a fin de hacer ellos mismos su chimó, de consumo masivo entre el campesinado; ahí mismo y también a mano izquierda, se halla un nacimiento de agua que surtía a la Hacienda Rancho Grande; a mano derecha de la Parrilla, encontramos una entrada que nos lleva al sector La Burra, donde vivía el Sr. Juan Duarte, encargado general de la hacienda, hoy denominado Ceiba Mocha, por un árbol de ceiba que se encuentra en el lugar, ya seco, que a lo lejos parece una persona, mocha de un brazo, y con el otro extendido como señalando algo.

Más abajo y a mano derecha, se encuentran los potreros de El Palotal, y a mano izquierda las instalaciones de Rancho Grande. Poco después nos encontramos, a mano derecha, la Roza de Flavio, donde Flavio Gonzáles, limpió y despejó un pedazo de terreno para sembrar piñas; un poco más abajo nos encontramos con el potrero del Rolo, denominado así por hallarse abandonado en ese lugar, un Rolo de metal de los utilizados para desmatonar; luego viene El Corral de los Venados, a mano derecha, y a mano izquierda, Los Planos de la Céquia, por lo plano del terreno en ese lugar. Más arriba de estos planos, Epaminondas Álvarez había colocado una imagen de San Antonio, al lado de un nacimiento de agua salada, donde veneraban al Santo, luego nos encontramos con El Puente, anteriormente una batea y por último la entrada de la vía que la une a la carretera Panamericana.

Como todo pueblo o ciudad de Venezuela y el mundo, El Empedrado, como pueblo, está dividido en sectores y no en “barrios” como sería lo propio en una ciudad, y cada uno de ellos está debidamente enmarcado dentro de los límites de la comunidad, y últimamente representados e identificados por su respectivo Concejo Comunal. A saber:

EL EMPEDRADO Y SUS SECTORES

Esta comunidad, como es lógico suponer, desde sus inicios fue dividida por sectores, que Feliciano Montes los especifica en su composición: “Retorno”, pero que fueron definitivamente subrayados y delimitados a partir del inicio de las fiestas de carnaval, por razones obvias, es decir, para que cada sector compitiera en la elaboración de su carroza respectiva y en la conformación de su comparsa, lo que dio origen a la división definitiva del pueblo de la siguiente manera:

SECTOR LA MANGA

Para el 6 de Diciembre de 1976, Epaminondas Álvarez le vende “Rancho Grande” a Oswaldo Álvarez, (Baloncho) y en esa época fungía como presidente del Concejo Municipal de Carora, el Sr Teodulfo Pérez, nativo de esta población, e inician ambos una negociación, donde Baloncho cede parte de los terrenos de Rancho Grande, para fines urbanísticos, lo que se concretaría en el gobierno de Luis Herrera, cuando se funda la Urbanización “La Manga”, llamada así por estar en estos terrenos la manga de coleo, por unos terrenos en Carora, para fines comerciales, llamado después “La Balonchera”.

El gobierno de Luis Herrera construyó en estos terrenos de La Manga, un complejo habitacional, con su respectiva plaza y cancha deportiva, que alivió en mucho el problema de la carestía de viviendas del pueblo, pero hasta el momento de escribir esta crónica, no había sido posible lograr el asfaltado de sus calles, a fin de darle un ambiente de progreso y modernidad a la Urbanización y una mejor calidad de vida a sus habitantes. Este sector comprende desde la casa de Eva Chávez, hasta la casa de Ramona de Oñatez.

SECTOR CALLE ABAJO

Este sector abarca desde la Escuela Emma Silveira, incluida en este sector, hasta Las Casas Viejas, incluyendo Puerto Escondido, llamado popularmente “Hoyo Caliente”.

El Sector Calle Abajo reviste una gran importancia para esta comunidad, pues allí están asentadas las tres más importantes industrias con las que cuenta esta parroquia, como son las tres fábricas de queso, conocidas como la quesera de Luisito Arroyo, la quesera San Luis, de Argenis Arroyo y Santa Ana Colmenares y la quesera Santa Bárbara de la familia D´ Santiago-Cañizales. Además allí están ubicados los dos únicos talleres mecánicos de este pueblo: el taller de “El Bello”, por el apodo del mecánico y propietario que lo atiende, cuyo nombre es un misterio conocido por pocos, y el taller de Alejandro, atendido por su dueño Alejandro Bravo, conocido por el hombre de “Las tres M”, por ser Maestro, Músico y Mecánico.


 

SECTOR BOLÍVAR

También llamada la zona Colonial, representa parte del casco del pueblo, y debe su nombre a que está ubicado alrededor de la calle principal de esta comunidad llamada Bolívar. Este sector engloba desde la escuela Emma Silveira hasta la Plaza Bolívar, donde también se encuentra ubicada la Iglesia, comprende además, La Casa de la Cultura, El Comedor, la Cancha Deportiva y el Liceo Baudílio Lara; este centro educativo fue fundado en el año de 1973, poco antes de culminar el primer gobierno del Dr. Caldera y gracias a las diligencias efectuadas por Teodulfo Pérez y Vicente Quevedo, quien también ocupara el puesto de Presidente del Concejo Municipal de Carora, nativo también de este pueblo y notable por su profunda calidad y bondad humana y con el apoyo del Diputado Morillo Gómez; fue creado primero como Ciclo Básico, pasando a Ciclo Diversificado en 1978, gracias a las gestiones de Pedro Nolasco y Eddie Álvarez, nativos de esta comunidad, quienes ocupaban puestos de relevancia en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez.

En sus inicios, el Liceo Baudilio Lara fue pionero en la educación media y diversificada para todas las poblaciones aledañas a esta comunidad, como Cuicas, Cerro Libre, del Estado Trujillo, Montañas Verdes, Pie de Cuesta y El Paradero del Estado Lara, hasta el momento en que cada una de estas poblaciones adquirió su respectivo centro educativo. El 15 de Diciembre de 1979 egresa la primera promoción de bachilleres en Ciencias de esta casa de estudio y en 1993, se celebró por todo lo alto los primeros 20 años del liceo, donde Francisco Montes, egresado de esta primera promoción, nativo de esta comunidad y exitoso hombre de negocios, amén de su sobresaliente calidad humana, dio un discurso en representación de la primera promoción de bachilleres, a mí me tocó dar un discurso en representación de la comunidad y un recital de cuatro solista y el Profesor Rigoberto Segovia dio el discurso de honor, como co-fundador del liceo y coordinador del evento.

Antes de la fundación del Ciclo Básico, existían varias escuelas, privadas, generalmente y luego públicas hasta cuarto grado, donde se destacaron maestros de verdadera vocación educativa, como César Valery y José Giménez Colina, hoy injustamente olvidados. Estas escuelas, sin sede oficial, funcionaron en varias casas, siendo la última una casa de dos pisos, con una inscripción en el balcón que decía: “Circusición C”, que era el nombre del dueño de la casa y era oriundo de Cuicas, Estado Trujillo; ya para esa época, 1940 aproximadamente, se realizó en esta sede, la Primera Promoción de Sexto Grado en este pueblo. Luego de esto, la escuela pasa a ocupar los salones del edificio que hoy habita el Liceo, hasta el año 1963, cuando pasa a su sede definitiva en el actual edificio que hoy ocupa. El sector Bolívar termina en la plaza del mismo nombre, donde está ubicado un busto de nuestro Héroe Nacional, donado por trabajadores de la Industria Petrolera, nativos de esta comunidad.

SECTOR EL HIGUERON

Abarca desde “Los Laureles”, lugar escogido por los jóvenes para sus citas amorosas, y donde, además, se haya la única calle empedrada de esta comunidad, como testigo mudo de un pasado remoto, pues debemos recordar que EL Empedrado era llamado de esta manera por tener sus calles, todas sin excepción, empedradas, abarca, repito, hasta El Higuerón propiamente dicho, que es una de las mayores fuentes de agua de este pueblo, donde sus mujeres se reúnen para lavar, bañarse o carretear agua para sus hogares en recipientes colocados sobre sus cabezas, tarea que realizan con la mayor maestría.

Al sector Higuerón pertenece también La Zamurera, donde se vertían los desechos del pueblo, atrayendo gran número de carroñeros, en especial zamuros, de ahí su nombre, y que ahora está totalmente poblado y cuenta además, con una cancha para el juego de pelota criolla, diversión muy popular y tradicional en esta comunidad. Conserva, sin embargo, su nombre original. En este sector del Higuerón, está ubicada La Alcaldía, que no es más que una Jefatura Civil, pero que la gente se acostumbró a llamarla alcaldía, quizás por comodidad

SECTOR CRUZ VERDE

Abarca desde La Plaza Bolívar, hasta El Cementerio, inclusive, hasta llegar a la casa del señor Teresio Andrade. Dentro de sus dominios encontramos las dos Casas Parroquiales, la vieja y la nueva, esta última próxima al Cementerio; este sector debe su nombre a una Cruz de color verde apostada dentro de una capilla que colinda con la última casa del sector en vía hacia el camposanto. Incluye, además al Ambulatorio Rural Dr. David Ehidelman, médico alemán llegado a esta comunidad en la década del sesenta, quien con su labor social se ganó el reconocimiento del pueblo, dándole nombre a su centro de salud. Este Ambulatorio cuenta además con servicio odontológico, que se mantiene inactivo la mayor parte del año por fallas coyunturales, vale decir, falta de repuestos en sus equipos, ausencia de médicos odontológicos, y en general por falta de reclamo, tanto del personal del ambulatorio, como de la comunidad en general, ante las autoridades competentes para mantener en óptimas condiciones este servicio de salud, desidia que priva al pueblo y a todas las comunidades adyacentes, de un servicio de salud prioritario para una mejor calidad de vida de todos sus habitantes.

Cuenta además el Ambulatorio, con una farmacia, desabastecida la mayor parte del año, sala de parto, emergencias, sala de citología y todo lo referente a servicio de salud, propiamente dicho, pero con una grave dificultad: este ambulatorio rural, único recurso con que cuenta estas comunidades en un momento de apremio, en cuanto a salud se refiere, no cuenta con un médico la mayor parte del tiempo, ni con una ambulancia operativa para el traslado de los enfermos, lo que resulta insólito desde todo punto de vista y nos da una muestra de la desorganización administrativa, tanto del gobierno nacional, como del gobierno estatal y municipal de turno. El Cementerio o campo santo, también pertenece a este sector Cruz Verde.


 

SECTOR EL CENTRO

Comprende el centro del pueblo, propiamente dicho, o también llamado “Calle Arriba”, hasta “La Alcabala”, aquí está ubicada la farmacia y gran parte de los locales comerciales que hacen vida en esta comunidad. Es notoria su importancia puesto que en este sector se realizan todas las actividades festivas de esta población y encierra en su núcleo lo más activo del vecindario; la mayoría de los centros de diversión están aquí, incluyendo La Gallera y la plazoleta, donde se ubica la tarima para la realización de los eventos requeridos para las actividades festivas o religiosas.


 

SECTOR CACHIMBAL

Es el más pequeño de los sectores, comprende desde Los Laureles, hasta la casa de Benedicta D´ Santiago, hermana de este cronista, en vía hacia el sector El Centro. En su haber no cuenta con instalaciones de importancia para la vida del pueblo.


 

SECTOR EL ALTO

Comprende desde La Alcabala hasta la casa del “Chueco Rufino”, vía hacia Hato Gogo, y hasta más abajo del Acueducto, vía Los Leones, incluyendo Campo Lindo. Cuenta con una escuela, una cancha deportiva y una capilla. Aquí está ubicado el acueducto que surte de agua a toda la comunidad de El Empedrado con una capacidad de 250.000 litros, que hoy día resulta insuficiente para cubrir las necesidades del pueblo, amén de que la mayoría de las veces está inoperativo, bien sea por disminución de agua en las tomas, producto del verano, o por problemas con las tuberías, que se rompen por la presión del agua en épocas de lluvias abundantes, lo que deja al pueblo sin el vital líquido la mayor parte del año, permitiendo que personas inescrupulosas hagan su agosto en la venta de agua por camiones. Es la vía de salida hacia Matías, Los Leones, El Valle, la quebrada de La Vega y muchas otras comunidades satélites de esta parroquia.


 

“La risa es el Sol que ahuyenta el invierno del rostro humano”

Víctor Hugo

COSTUMBRES Y TRADICIONES

Devoción a San Miguel

Desde comienzo de la colonia ya se conocía a este lugar como San Miguel de El Empedrado, lo que nos da una idea de la relación religiosa de esta comunidad con su patrono. Su fiesta se realiza el 29 de Septiembre, día del santo, donde la feligresía se desborda en demostraciones de fe; es una de las tradiciones más arraigadas; días antes, todos los sectores del pueblo le hacen una novena de misas, donde la imagen del santo visita cada sector durante todo el día. Sin embargo, esta celebración se ha ido reduciendo hasta llegar a lo estrictamente religioso; anteriormente toda la semana correspondiente a la fiesta patronal, era de un esplendor y colorido impresionante. Teníamos el carrusel, los juegos de mesa, las carreras de cintas, toros coleados, palo encebado, puerco encebado, carreras de sacos y muchas otras diversiones que hacían las delicias del pueblo y sus alrededores.

Todo esto se fue diluyendo en las brumas del tiempo hasta reducirse a unas pocas actividades descoloridas, donde predomina el consumo de alcohol, el bochinche y el atropello al derecho de los habitantes a dormir en paz, pues los dueños de vehículos, con sus equipos de música a todo volumen en todo el casco del pueblo, durante toda la noche y buena parte del día, hace de estas celebraciones, más que una fiesta, un verdadero tormento que las autoridades no logran, no quieren o no pueden controlar.

Aquellas fiestas alegres, coloridas, donde predominaba la hermandad, la alegría y la confraternidad, donde la gente llegaba con la esperanza del reencuentro entre paisanos, familiares y amigos, donde el pueblo vivía una actividad social festiva y de sana diversión, donde las mujeres de esta comunidad se lucían con sus preparaciones gastronómicas, sus dulces y otras delicias, estas fiestas, repito, se perdieron para siempre, desdibujada en una falsa modernidad que no es más que un primitivismo, donde reina el más absoluto irrespeto hacia los valores tradicionales.

SEMANA SANTA

Es una semana de actividades religiosas desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, donde se lleva a cabo la Bendición de las Palmas y el Vía Crusis Viviente, que se realiza desde el Lunes Santo hasta el Viernes Santo, donde se escenifican los grandes momentos vividos por Jesús durante sus última semana de vida. La Procesión del Nazareno, el Miércoles Santo, donde muchos feligreses cumplen sus promesas vestidos de morado y caminando en la procesión junto al Nazareno. Es una semana que aprovechan los habitantes del pueblo, residenciados en otros lugares, para el reencuentro con sus familiares y amigos.

Muchos años atrás se acostumbraba la quema de Judas, donde la gente se aglomeraba con el fin de oír el testamento dejado por éste, divirtiéndose un mundo con la chispa de los redactores del testamento, quienes gastaban bromas, muchas veces pesadas a los habitantes y visitantes del pueblo, apoyándose en el documento en cuestión; Amador Vargas, habitante de esta comunidad, ya desaparecido, cobró fama en la redacción del Testamento de Judas por su versatilidad y capacidad humorística; últimamente lo redactaba Pascual Canelón hasta que esta tradición, como tantas otras, fue languideciendo hasta desaparecer.

VELORIO DE SAN ANTONIO

El Velorio a San Antonio ha sido una de las tradiciones más antiguas realizadas en esta comunidad, varias han sido las personas que se han dedicado a esta devoción, como la familia Brito, quienes le imprimían al velorio un toque curarigüeño con el baile del Tamunangue, propio de esta región; Candelario Valera quien lo llevó a cabo durante varios años para luego abandonarlo y así por el estilo. Fue Víctor Escalona quien le imprimió un sello de perdurabilidad a esta tradición, cuando se consagró en cuerpo y alma a la realización de esta cultura, pues su devoción por San Antonio, a quien consideraba un santo milagroso, se le arraigó muy dentro.

Nacido en 1861, durante el último gobierno del General José Antonio Páez, en Hato Arriba, comunidad próxima a San Pedro del Estado Lara, Víctor guerreó a favor de las fuerzas del gobierno del Dr. Raimundo Andueza Palacios, cuando éste impuso una reforma constitucional para llevar el período presidencial a 4 años, como había sido en el pasado antes de la reforma de Guzmán Blanco, motivando a que Joaquín Crespo se alzara en armas contra Andueza Palacios, en lo que se denominó La Revolución Legalista y que dio al traste con el gobierno del Dr. Palacios y llevó al poder, por segunda vez, al General Crespo.

Víctor, derrotada su causa, se vio en la necesidad de huir de Hato Arriba, luego que su casa fuera quemada, salvándose solamente la figura de San Antonio a quien rescató indemne de entre las ruinas y marchó hacia El Valle, comunidad estudiada anteriormente y hoy a punto de desaparecer, donde inició el Velorio anual al Santo, quien lo salvó de ser capturado por las tropas de Crespo en su huida de Hato Arriba, según cuenta su nieto Feliciano Antonio Escalona, mejor conocido como “Chano”. De El Valle, Víctor se muda para Hato Gogo, donde continúa su devoción y luego se traslada al sector El Alto donde muere en 1956 a la edad de 95 años.

Chano, de 20 años de edad a la muerte de su abuelo, le había prometido a éste la continuidad de su devoción, dedicándose con fervor a la realización de su promesa que ya suma más de 60 años y que actualmente realiza aquí en El Empedrado, específicamente en el sector El Higuerón, donde tiene fijada su residencia. Chano teme que luego de su muerte, esta tradición desaparezca, puesto que no ve, en ninguno de sus hijos, interés alguno para la continuidad de este fervor religioso, a excepción de una hija, Victoria, que puede que retome este compromiso.

Cuando el velorio empezó, aquí en El Empedrado, se hacía con músicos de esta localidad, entre los que se contaban: Pedro Álvarez, Ciriaco Pérez, Claudencio, Roseliano Méndez, Ceferino, Pablo Escalona, hermano de Chano y muchos otros que escapan a mi memoria, pero la mayoría de ellos ya desaparecieron y otros están muy viejitos y por lo tanto imposibilitados para una tradición que requiere energías suficientes para amanecer cantando, por lo que Chano se ha visto en la necesidad de buscar músicos en Carache y El Fundo, que suplan la ausencia de los cantores nuestros, ya que a la juventud actual de esta comunidad, no se le aprecia interés en estos menesteres, lo que es una lástima, pues va en detrimento de nuestra cultura.

El Velorio de San Antonio es una devoción muy hermosa, desde el punto de vista cultural y religioso; empieza desde muy temprano el día del Santo, que es el 13 de Junio, con el sacrificio de una res, de la cual preparan mondongo y sopas para darle a los cantores, además de aguardiente, para que puedan soportar la noche cantando; luego sigue la llegada de los músicos en horas de la tarde, afinan sus instrumentos: cuatros, cincos y guitarras y comienzan con una “salve” a San Antonio de exquisita belleza, al finalizar la salve, se para frente al Santo uno de los integrantes del conjunto y dice unas “loas”, que son unas alabanzas en versos para San Antonio y un cuento gracioso lleno de exageraciones y mentiras para alegrar el ambiente, vuelven de nuevo los cantos alabando al “loista” y a la media noche se le canta el “Rosario” al santo, que es una pieza extremadamente hermosa y expresiva, llena de religiosidad y ternura.

Ya en la mañana, luego de terminado los cantos religiosos, interpretan infinidad de ritmos musicales para que la gente baile y se divierta; al mediodía, los músicos regresan a sus hogares, con la promesa de volver el próximo año.

Es de hacer notar que Chano, además de ser el pilar fundamental de esta expresión cultural, es también, o lo fue, un extraordinario jinete. Durante las fiestas patronales de antaño, cuando eran verdaderas fiestas, donde se desarrollaban diferentes actividades para matizar el evento, habían unas en particular que la gente esperaba con ansiedad: las carreras de cinta, de pollo y la de la toma de la caja de fósforo desde un caballo a toda velocidad. No había nadie que superara a Chano en estas carreras; hombre de 1,80 aproximadamente de estatura, pasaba los estribos por encima de la silla, de manera tal que las rodillas le pegaban a la barbilla y al momento de tomar la cinta o el pollo, iba parado sobre el caballo a toda velocidad y por más que quien manejaba la cuerda donde pendían las cintas o los pollos, hiciera lo posible por levantar el mecate, Chano alcanzaba el objetivo con facilidad. Con la toma de la caja de fósforos, era igualmente un espectáculo. La caja de fósforos la colocaba Oscar Pérez, llena de dinero, y cada jinete participaba por separado para tomarla, cuando le tocaba a Chano, éste se acostaba al costado del caballo a toda velocidad, y con precisión matemática tomaba el objetivo. Era, sin lugar a dudas, una demostración de virtuosismo en cuanto a la monta de caballos se refiere.

OTROS VELORIOS

Además del Velorio de San Antonio, en esta comunidad se ha desarrollado otras actividades afines, con propósitos religiosos. Así tenemos el Velorio de La Virgen del Carmen, realizado por Encarnación García durante el desarrollo de su ciclo existencial, Benito García, hijo de Encarnación, quiso continuarlo a la muerte de éste, pero una situación irregular, que por poco termina en un asesinato, según me cuenta Benito, lo hizo desistir de su propósito y se limitó, en los años subsiguientes, a decirle una misa a la Santa, dándole fin a esta tradición.

El Velorio de la Cruz, que hizo el Sr. José Emidio Moreno por más de cincuenta años y que terminó con la muerte de éste. Donato, su hijo, no pudo continuarlo y se limitó a vestir a La Cruz cada año y a decirle una misa.

El Velorio de Santa Lucía, hecho por José Rosario Ruíz, también desapareció a la muerte de éste.

LAS NAVIDADES

Otra fecha de importancia dentro de las festividades religiosas, así como dentro del solaz cotidiano de la comunidad, son las fiestas decembrinas, donde se conmemora el nacimiento de Jesús. En la madrugada se celebran las tradicionales misas de aguinaldo, amenizadas por el grupo de aguinaldos y gaitas, y consagradas a distintas organizaciones del pueblo, como son: los educadores, agricultores, choferes, el ambulatorio rural, ganaderos, jóvenes deportistas, la de los niños el 25 de Diciembre en la mañana, con una gran torta en honor al Niño Jesús, y la misa de los viejos en el Sector El Alto.

En un pasado reciente, estas Misas de Los Viejos en el Sector El Alto, era todo un acontecimiento; se hacía todas las navidades y sus promotores eran: Feliciano Escalona (Chano), Timoteo Rodríguez, José Gregorio Escalona (Chegollo), Manuel Chávez y el Catire Ubaldino. Al acercarse la fecha decembrina, recogían dinero entre los mismos promotores, para hacer dos cestas de comida, una se la regalaban al más viejo de los participantes en el evento, y la otra al viejito o viejita que mejor bailara. Este segundo premio, por lo general se lo llevaba una viejita de nombre María Félix, quien además de ser una gran bailadora, se destacaba por su vivacidad y su alegría. Gregorio Brito (Goyo), quien murió a los 112 años, se ganó varias cestas.

Estas fiestas empezaban a las 8 de la mañana, cuando la gente empezaba a reunirse y los organizadores llegaban para dar inicio al evento y se prolongaban durante todo el día; a las 5 de la tarde se realizaba la misa, y luego de ésta, la fiesta continuaba hasta las 11 ó 12 de la noche; además de las cestas de comida, se repartía caramelos a los niños y se vendía comida y golosinas. Este día era todo un acontecimiento que involucraba a toda la gente de este sector y a gran parte de la comunidad de El Empedrado, pues mucha gente del pueblo se trasladaba hasta el sitio para presenciar los bailes y los concursos y disfrutar de un día diferente.

Esta fiesta de los viejos terminó luego de Chano sufrir un accidente viniendo de la celebración, cuando al momento de abrir el garaje para guardar el carro, el portón se desprendió y le cayó encima fracturándole una pierna. Luego de esto la directiva cambió y la ya arraigada costumbre fue languideciendo hasta desaparecer. Esta fiesta se realizaba el 25 de Diciembre.

LAS ROGATIVAS

Estas manifestaciones, de carácter religioso, se realizan en épocas de una larga y angustiosa sequía, cuando las cosechas están a punto de perderse por falta de agua y el pasto, que alimenta al ganado, ha desaparecido por completo. Estas rogativas forman parte de esas supersticiones ancestrales que anidan en lo profundo del alma del campesinado nuestro, y que se ha constituido en ese acervo cultural que conforma la idiosincrasia de los pueblos, en sustitución del adelanto y la tecnología que debería privar en estos casos.

Las Rogativas consisten en sacar a los Santos, generalmente San Miguel Arcángel y San Isidro Labrador, por las calles del pueblo, hasta los conucos más cercanos, a fin de que sientan el rigor del Sol y manden las lluvias regeneradoras para que salven las cosechas, acompañados de una procesión, donde se expresa la angustia colectiva con cantos religiosos parecidos a los de los velorios, pero con una connotación diferente. Por lo general las lluvias llegan, bien sea porque el período de verano llegó a su fin, lo que sería una coincidencia fortuita, o porque ese deseo colectivo conformaría una poderosa onda mental que hará realidad un anhelo masivo y de justicia.

Estas manifestaciones o idolatrías, conforman las remanencias de un paganismo remoto que la Iglesia ha alimentado, a fin de preservar la devoción de sus feligreses, que han cambiado el totemismo aborigen, por esculturas mejor elaboradas, en una continuación de sus ritos y creencias ancestrales, que la Iglesia, quizás impotente ante este sincretismo religioso, lejos de execrarlo, lo ha exaltado a su máxima expresión. De todas formas constituye un espectáculo muy bonito, ver el grupo de personas recorriendo las calles del pueblo y los conucos próximos al mismo, entonando cantos de singular belleza y expresión, para conseguir el favor de sus dioses.

Estas ostentaciones, además, forman parte de la naturaleza de estas comunidades, por lo general desasistidas del favor oficial, y que llevan en lo más profundo de su alma ese fervor religioso, cuyas raíces se pierde en la noche de los tiempos y que no es más que la impotencia del hombre ante fuerzas que no puede controlar ni entender. Son, sin embargo, expresiones culturales que a pesar de su belleza, van quedando en el pasado, pues las nuevas generaciones no se ocupan de estas cosas y la dinámica de la vida moderna las excluye por caducas.


 

CANTO A LOS ANGELITOS

Consiste en un canto de velorio que se efectúa como consecuencia de la muerte de un infante, cuya edad esté comprendida entre los 0 y los 6 años, inclusive. Se canta y se baila alrededor del sarcófago del niño, en una demostración de dolor y de veneración al mismo tiempo, pues se supone que ese infante muerto es un Ángel de la corte celestial.


LOS LOCOS

Todos los 6 de Enero se celebra el Día de Los Locos; es una fiesta alegre, festiva y muy colorida, que ya goza de fama en todas las comunidades adyacentes a este pueblo, cuyos habitantes asisten masivamente para disfrutar de este entretenimiento festivo. Grupos de jóvenes del Sector Calle Abajo y del Sector El Alto, se visten de mujer para recorrer las calles del pueblo, en un espectáculo lleno de colorido y alegría, bebiendo y bailando y haciendo diabluras, como locos que son.

El grupo del sector Calle Abajo va recorriendo las calles precedidos por un vehículo que lleva la música, mientras que los del Alto traen su propio conjunto de “Golperos” para amenizar su recorrido. Los dos grupos no se unen nunca, por el contrario, se evitan para evitar enfrentamientos, por ese machismo atávico que lo único que hace es resaltar primitivismos que ya deberían estar superados y anatematizar conductas, reprobables desde todo punto de vista. No entiendo que haya diferencias profundas en personas que pisan un mismo suelo, persiguen un mismo fin, avanzan hacia un mismo norte y cultivan el mismo arte.

Estas fiestas de Los Locos serán más hermosas el día que los dos grupos se unan, en una coincidencia de alegrías, en una demostración de civilidad y en una manifestación de respeto mutuo y hacia los observadores y seguidores de su arte, que ya son muchos, dado la calidad del espectáculo y la continuidad del mismo en el tiempo; sería lo ideal, pues en verdad, que el espectáculo que ofrecen vale la pena disfrutarlo, sin el temor de un enfrentamiento estéril entre las partes, que dañaría irremediablemente el evento en cuestión.


 

“No hallarás los límites del alma, no importa la dirección que sigas, tan profunda es su razón”.

Diógenes

CREENCIAS Y SUPERSTICIONES

El hombre, desde el principio de los tiempos, ha tratado de explicar, de una u otra forma, todos aquellos fenómenos sobrenaturales que lo atemorizan y que no entiende, basándose en razonamientos y experiencias, fundado sobre mitos y creencias, pasadas de generación en generación, y que ha dado lugar a esa idiosincrasia propia de civilizaciones no desarrolladas y que están, a su vez, enquistadas en lo más profundo de su imaginación. Así tenemos creencias tan inauditas como “La Llorona”, “El Hachero”, “El Caballero Andante”, etc. que pueblan el imaginario de nuestra gente, en una época de viajes espaciales, y adelantos científicos en todos los campos que contradicen esa serie de mitos y supersticiones que ya deberían de haber desaparecido.

“Brujería” y “Curanderismo”, son otras expresiones culturales que deberían condenarse y buscar la manera de erradicarlas definitivamente en pro de un desarrollo sano de la sociedad. Es propio de mentes sencillas o insuficientemente informadas, el arraigo de estas creencias y mitos, que más que ayudar, perjudica a quienes participan de estas prácticas a todas luce execrable. En 1888, José Gregorio Hernández, en carta dirigida a un amigo, a quien había dejado en Francia, dice lo siguiente: “es tan difícil curar a la gente de aquí, porque hay que luchar con las preocupaciones y ridiculeces que tienen arraigadas: creen en el daño, en las gallinas y vacas negras, en los remedios que se hacen diciendo palabras misteriosas; en suma: yo nunca me imaginaba que estuviéramos tan atrasados en estos países”; esto ocurría, como ya dijimos, en 1888, ¿Qué pensaría el Dr. Hernández, si supiera que en pleno siglo XXI, seguimos creyendo en lo mismo? Incluso él mismo ha sido objeto de múltiples y variadas manifestaciones espiritistas, donde se pretende demostrar sus dones de sanación y su potestad milagrosa, en un hombre desaparecido varias décadas atrás.

Sabemos que el Dr. José Gregorio Hernández, fue, además de un médico eminente, un personaje altruista, un filántropo, y que basado en esas cualidades espirituales suyas, el pueblo ha buscado su ascensión a los altares de la Iglesia; pero de ahí a creer que su espíritu venga del más allá a realizar curas y hasta operaciones milagrosas, es una estupidez del tamaño de un templo y una demostración de simpleza, propio de mentes subdesarrolladas.

Que de hecho, más que ayudar, perjudica en grado sumo; conozco el caso de una señora muy cercana a mis afectos, a quien un médico gastroenterólogo le detectó una afección estomacal, sometiéndola a un tratamiento para erradicar el mal, tal como debe ser; al poco tiempo de iniciada la medicación, su hija, inconsultamente, decidió suspenderle la administración de los fármacos impuesta por el especialista, porque una tal niña Juana, de Carora, quien supuestamente se comunicaba con José Gregorio Hernández, le dijo que éste vendría a operarla, por lo que debía suspender el tratamiento del gastroenterólogo; a los pocos meses de la supuesta operación, la señora se sintió peor y acudieron de nuevo al médico especialista quien se asombró por el grado de deterioro que presentaba la señora y el avance de la enfermedad, ya convertida en cáncer; interrogó a la hija y a esta no le quedó más alternativa que confesar el hecho, lo que causó gran molestia al médico, pero ya era tarde, al poco tiempo la señora murió, victima, más que de una enfermedad, de una ignorancia y credulidad, absurdas desde todo punto de vista.

Sin embargo, debemos reconocer que hay personas en este pueblo y en todo el territorio nacional, que poseen talentos extraordinarios para ciertas curas de males menores, como quitar cadillos, culebrillas, etc. pero más que milagros, es una demostración de fe, o en todo caso un cierto poder mental que nada tiene que ver con esoterismos o espiritismos de ningún tipo. Debemos creer en los médicos, esos que se quemaron las pestañas durante horas de estudios, y acudir a ellos en momentos de apremios de salud, no a brujos y curanderos, ignorantes del desempeño de la maquinaria humana y de las enfermedades que la atacan, y mucho menos acudir a personas, que por muy meritoria que haya sido su trayectoria existencial, ya están desaparecidas de la faz de la tierra y por lo tanto imposibilitadas para prestar algún servicio.


 

ACTIVIDADES COMERCIALES

La vida de estas comunidades gira en torno a la agricultura y la cría de ganado vacuno y en algunos casos, cría de ganado porcino, pero no es la generalidad; fuera de esto tenemos, como ya dijimos cuando estudiamos el sector Calle Abajo, las queseras, tres en total, las cuales representan una fuente estable de trabajo para muchas familias del lugar; aparte de esto, tenemos las tiendas de víveres, comúnmente llamadas “pulperías”, donde se expenden una variedad de artículos de diferentes tenores.

Fue famosa la tienda o pulpería de Tiburcio Linares, ubicada en una casona de dos plantas donde hoy se halla la lonchería “Mamá Pancha” propiedad de Ana Montes, allí se expendía de todo, desde telas para la confección de ropas, artículos de ferretería y víveres en general, hasta productos para el consumo animal y pesticidas. Luego de la muerte de Tiburcio, en un caso por demás obscuro, su familia cerró el negocio y se marchó del pueblo, nunca más volvieron.

La prosperidad de estas pulperías, era evidente, la moneda nacional, el Peso primero, luego el Venezolano y por último el Bolívar, era una divisa fuerte, con un gran poder adquisitivo que le daba a los pulperos una mayor capacidad de maniobra con respecto a otras actividades comerciales, pues contaban con efectivo en todo momento, amén de la dependencia que el pueblo mantenía con ellos pues era su fuente principal de abastecimiento de alimentos y de otras necesidades.

Estos comerciantes utilizaban un método por demás ingenioso para atraer la atención de los muchachos que efectuaban los mandados, es decir, los jóvenes que diariamente se encargaban de ir a las bodegas a buscar los víveres por mandato de sus mayores; que consistía en colocarles en la bodega un “frutero”. Este “frutero” era un frasco de vidrio donde por cada compra que el muchacho realizara en la bodega, se le colocaba un grano de caraota si la compra era pequeña, un grano de maíz si era regular o un ajo si la compra era de verdad buena, es decir cuantiosa; a final de cada mes, el muchacho iba a la bodega donde le habían colocado su “frutero”, para contar el contenido del mismo, y de acuerdo con lo allí depositado, recibía una gratificación en dinero. Este método aseguraba al bodeguero una mayor venta, pues el muchacho, esperanzado en su recompensa, compraba en el local donde tenía su “frutero”, a menos que la bodega no tuviera la mercancía que lo habían mandado a buscar, en cuyo caso debía ir a otro establecimiento.


“La práctica de la virtud aparece como la cosa más útil, porque es el medio de alcanzar el mayor bien, asegurando una vida feliz”

Sócrates


 

PERSONALIDADES DESTACADAS

Al igual que los Brito, en el siglo XX, fueron muchos los hombres y mujeres que llegaron a esta comunidad, sobre todo a principios del siglo y que con su aporte contribuyeron de una u otra forma a la evolución comercial, intelectual o espiritual de esta población, dejando su impronta en el devenir histórico del pueblo. Uno de ellos, llegado de las áridas tierras falconianas, fue José Giménez Colina, nieto del Dr. José del Rosario Colina, quien en 1896 participó en una reunión en la ciudad de Valera y posterior firma de un acta, en protesta contra la usurpación británica en Guayana, que despertó el nacionalismo en todo el territorio nacional.

Según cuenta Rafael Arráiz Lucca en su obra: <Venezuela: 1830 hasta nuestros día> , “soldados británicos se empeñan en llevar los límites hasta el río Yuruari, intento que fue severamente repelidos por soldados venezolanos, que hacen presos a los invasores y luego izan la bandera nacional en el sitio, confiscando a la inglesa. Este hecho fue considerado como una grave ofensa por Inglaterra, que reclamó airadamente al gobierno venezolano. La escalada del conflicto era vertiginosa, cosa que lleva al presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Grover Cleveland, a invocar la Doctrina Monroe: “América para los americanos”.

El mensaje de Cleveland es claro hacia Inglaterra: no deben seguir intentando apoderarse de territorios en América, zona de influencia de los Estados Unidos o, de lo contrario se procede en consecuencia. La corona inglesa no está satisfecha y, a ratos, pareciera que estallaría un conflicto armado entre ambas naciones, pero termina imponiéndose la lógica de la paz, dentro de la geopolítica de la época, en la que los imperios europeos van a comenzar a perder territorios de ultramar. En 1897, los Estados Unidos e Inglaterra le imponen a Venezuela un arbitraje internacional. El tribunal estuvo compuesto por dos norteamericanos, dos ingleses y un ruso, y dos años después, el 3 de Octubre de 1899 fallaron, despojando a Venezuela de 159.500 km2”.

Venezuela no acepta el fallo y el litigio continúa hasta el día de hoy, cuando la desidia de todos estos gobiernos ha permitido que Guyana tome cada día más fuerzas, violentando acuerdos comunes sobre la zona en reclamación y explotando la misma como si fuera parte de su territorio nacional.

Ese señor, José del Rosario Colina, de fuertes sentimientos nacionalistas, fue el tío de aquel joven bachiller que un día cualquiera, decidió dirigir sus pasos hacia esta población, en momentos cuando la misma estaba necesitada de hombres ilustrados, que coadyuvaran a su desarrollo y progreso, en una época signada por el atraso y el obscurantismo. Giménez Colina fundó poco tiempo después, una escuela privada donde impartió sus conocimientos, inclusive de una manera muy sui géneris, pues marchaba con su grupo de alumnos, cada día, hacia diferentes zonas cercanas al pueblo, donde dictaba sus clases, in situ, teniendo como modelo las experiencias mismas que la naturaleza, en su estado primitivo, le presentaba en el lugar; en una enseñanza peripatética al estilo aristotélico.

Dado, así mismo, la carencia absoluta de profesionales de la medicina que quisieran aventurarse por estas apartadas regiones del país, la gente del pueblo acudía a él, en casos de enfermedad de algunos de sus miembros y el Maestro Colina, como comúnmente era llamado, atendía sus necesidades, dentro de las limitaciones que obviamente tenía del ramo en cuestión. Poco tiempo después y posiblemente por instigación suya, un médico, de apellido Ron Pedrique llegó al pueblo y se encargó de la salud de sus habitantes, al mismo tiempo que surgía entre ambos una sólida amistad, basada en afinidades ideológicas.

Era la época en que Venezuela, luego de la tiranía gomecista, emprendía una tímida apertura democrática liderizada por Eleazar López Contreras, quien permitió el regreso de los exiliados que adversaban al dictador, la libertad de los presos de conciencia, la creación de los partidos políticos, se funda el Banco Central, se aprueba una nueva ley educativa, y en definitiva, Venezuela comienza a transitar el camino de la civilidad, a pesar de la dominación militar en todos los estamentos del estado.

A López Contreras le sucede Isaías Medina Angarita, ministro de Guerra y Marina de su gobierno y hombre de acendrada vocación democrática, quien profundizó los cambios necesarios para el definitivo avance del país por la senda de la modernidad. Nombró para la secretaría de la presidencia a Arturo Uslar Pietri, baluarte de las letras venezolanas; garantiza el derecho de expresión, lo que da pie para la fundación del periódico Últimas Noticias, de El Nacional y se construyó la Ciudad Universitaria de Caracas, luego de la expropiación de la Hacienda Ibarra, permite la legalización de nuevos partidos políticos y crea al Partido Democrático Venezolano (PDV), cuya figura central sería, precisamente, Arturo Uslar Pietri.

Acá, en El Empedrado, Giménez Colina y Ron Pedrique, se afilian al nuevo partido, lo que crea un enfrentamiento con figuras destacadas del partido Acción Democrática, también recientemente constituido, derivado del Partido Democrático Nacional, (PDN) de tendencia izquierdista, el cual agrupaba a varias organizaciones de trabajadores. Presidido por Rómulo Betancourt, en ese nuevo partido figuraban personajes de la talla de Miguel Otero Silva, Jóvito Villalba, Raúl Leoni, etc. Y que en Carora tenía su trinchera y su tribuna, en un periódico regional llamado “Cantaclaro”, fundado por ese adalid de las letras torrenses, Chío Zubillaga Perera.

Para esa época, Giménez Colina había conseguido un puesto de maestro por el Ministerio de Educación, y ejercía sus funciones como tal, en el salón de una casa de una familia del lugar, ya que no existía para ese momento una escuela oficial. Allí, en esa casa familiar, que fungía de escuela, el maestro Colina y el Dr. Pedrique, hacían sus reuniones políticas, fuera de las horas de clase, lógicamente, lo que motivó la ira de los editorialistas de Cantaclaro, declaradamente adecos, informados por su corresponsal en este pueblo, que se mantenía en el anonimato, para evitar retaliaciones. En esos editoriales, Cantaclaro no sólo denigraba y se escandalizaba del hecho de haber utilizado, el Maestro Colina, la estructura de la escuela para reuniones políticas, sino que censuraba el hecho de que un maestro de escuela participara en actividades proselitistas, por considerarlas violatorias de las moral y las buenas costumbres.

Bueno, que el Maestro Colina haya utilizado el salón de clases de su escuela para reuniones políticas, aunque no existiera la presencia de sus alumnos, admito que está fuera de lugar, que no debió ser, debió haberse utilizado otro sitio más acorde con las actividades a realizar, pero cuestionar el derecho a expresar sus tendencias políticas, me parece un despropósito del tamaño de un templo. Conculcar el derecho de expresión de una persona, sea cual sea su status social, profesional o político, es violatorio a su potestad de manifestar, decir, comunicar o enunciar, que como ser pensante le corresponde, y es, por tanto, una violación a sus derechos humanos.

Estos editoriales de Cantaclaro, fueron escritos en 1944, pero en 1937, siete años antes, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Maestro de Maestros y preclara figura de las letras venezolanas, además de fundador, junto con Betancourt, del partido AD, escribió un artículo titulado: “Los Maestros, Eunucos Políticos”, donde expresaba lo siguiente: “Después de un paréntesis de luz y de libertad armoniosa y comprensiva, parece que se quiere relegar al maestro a una calidad inferior, suerte de esclavo cargado de deberes, pero ayuno de derechos; (…) para crear el culto y la devoción ciudadana, necesario es estar en posesión de esa libertad, ser ciudadano también. Por eso sentenciosamente decía Plutarco: “Dad vuestros hijos a un esclavo, para que lo eduque, y en vez de un esclavo, tendréis dos”. Y Plutarco tenía razón. No obstante, una circular del Ministerio de Educación Nacional, de fecha 9 de los corrientes, pretende entrabar la libertad del maestro, diciendo a éstos: “que la propaganda sobre ideas políticas y doctrinarias hecha por ellos es una forma de emitir públicamente conceptos que pueden romper la armonía entre la escuela y la sociedad venezolana, tal como está constituida, y que eso les está terminantemente vedado por el número 3 del artículo 76 del Reglamento de las Escuelas Primarias y de la Obligación Escolar”.

La Constitución Nacional -continúa diciendo Prieto Figueroa- garantiza a todos los venezolanos la libertad de pensamiento manifestada de palabra o por escrito. La Constitución no hace distingos entre maestros y no maestros, y mal puede un reglamento establecer limitaciones a esos derechos garantizados por la constitución, pues por mandato expreso de ésta, toda disposición que menoscabe esas garantías, es nula e incurre en delito quien pretenda entrabar su libre ejercicio.

Si el maestro es un ciudadano, tiene el pleno goce de sus derechos civiles y políticos, pues el ejercicio del magisterio no puede producir un “capite diminutio” que lo coloque en la categoría de entredicho político. Esta castración de los derechos políticos de los ciudadanos encargados de enseñar a vivir cívicamente, honradamente y con una amplia comprensión de los destinos de un pueblo, es quizás y sin quizás una incomprensión de lo que el maestro significa y de lo que el maestro vale para la sociedad.

¿Castrados políticos serán capaces de formar el espíritu libre, la recia mentalidad y el ardoroso amor a la libertad que infundiera Simón Rodríguez a su discípulo predilecto, el Libertador de América? ¿Castrados políticos, serán capaces de formar una Venezuela libre, o por el contrario, formarán espíritus apocados, sumisos, dispuestos a soportar una tiranía soez y degradante como la de Juan Vicente Gómez? En todas partes donde la tiranía se ha enseñoreado, los maestros han sido perseguidos porque hacían luz en las conciencias y porque enseñaban al pueblo el odio a los tiranos”. Fin de la cita.

¿Los editorialistas de Cantaclaro no leyeron este artículo escrito siete años antes? ¿O lo leyeron, pero pudo más la divergencia política y el radicalismo ideológico que la sindéresis y la tolerancia? Los pobladores de El Empedrado enviaron una carta al periódico Cantaclaro, protestando por el trato injurioso a que fue sometido el Maestro Colina, a quien consideraban un hombre de honor. El editorialista de Cantaclaro reseñó el hecho, lo que lo honra, y hace la salvedad de que no se está cuestionando a Colina como maestro, “se le censura que siendo Maestro, se embriague en política con el ardor de un líder y aun peor: que ceda el local de la Escuela, que dirige, para reuniones políticas, con lo cual traiciona su juramento de cumplir las leyes, las cuales determinan EL 

APOLITICISMO DE LOS MAESTROS” (Mayúsculas por mí).

Definitivamente este señor no había leído el artículo de Prieto Figueroa, o no le dio importancia, o desconocía por completo los artículos de la constitución donde se le concede al ciudadano derechos inalienables, pues de otra forma es inconcebible e incomprensible su postura al respecto. Por otra parte, en estos editoriales se acusa al Partido Democrático Nacional, de tendencia gomecista, lo que me parece un despropósito y una tergiversación de la realidad política del momento; el PDV fue el partido creado por Medina Angarita, como dijimos antes, quien dio fehacientes muestras y pruebas de su divorcio con el régimen de Gómez, que acababa de terminar, buscando, al contrario de la tiranía fenecida, enrumbar al país por caminos de civilidad y de progreso, al contrario de aquella, que sumió a la nación en la más completa barbarie. Tan es así, que Medina entró en conversaciones con la dirigencia de los partidos políticos recién creados y con los oficiales jóvenes de las Fuerzas Armadas, a fin de llegar a un acuerdo para establecer el voto, directo y secreto de la población en los comicios próximos a celebrarse, luego de concluido su mandato. Para tal propósito se contactó al Dr. Diógenes Escalante, Embajador de Venezuela ante los Estados Unidos, para lanzarlo como candidato presidencial en las elecciones por venir y enrumbar al país por la senda democrática de una vez por todas; desafortunadamente, el Dr. Escalante enfermó, Medina quiso imponer a su Ministro de Agricultura como candidato y la amenaza de golpe de estado, latente en el ambiente, se concretó, para desgracia del país.

Caído Medina Angarita, luego de la insurrección propiciada por militares jóvenes y un partido democrático, (¿?) el PDV desaparece del panorama político venezolano y el Maestro Colina migra a las filas de COPEY, donde es nombrado presidente del partido de la localidad y a Encarnación Pérez, secretario del mismo. Este inicio de actividades en este recién creado partido demócrata cristiano, lo realizaron doce personas de la localidad, por lo que fueron bautizados con el cognomento de “los doce apóstoles”, en alegoría a los doce discípulos de Cristo. Estos “Doce Apóstoles” eran los siguientes: José Giménez Colina, presidente, Encarnación Pérez, secretario, José de la Paz Marín, Evaristo Montes, Beltrán Segovia, Nolberto Torrealba, Julio Terán, José Bravo, José Ignacio Canelón, Juan José Gil, Pedro León Álvarez y Mariano Herrera. Poco tiempo después, el Dr. Ron Pedrique se trasladó a otra comunidad, obligado por sus responsabilidades y Giménez Colina dirigió sus pasos hacia la capital de la República en pro de la evolución de sus hijos.

Cuando Carlos Giménez, hijo de Giménez Colina, salió de sexto grado, en una época en que en este pueblo no había más oportunidades para seguir estudiando, al Maestro Colina no le quedó más alternativa que enfilar proa hacia otros mares. Escogió Caracas. Allí se radicó junto a su familia y procuró el adelanto educacional de sus hijos, Carlos y Gloria, junto a su esposa Rosa D´ Santiago; tenía muchas expectativas y esperanzas en cuanto al desarrollo que sus hijos pudieran alcanzar en una ciudad en franco proceso evolutivo, desafortunadamente, su temprana muerte a consecuencia de una patología crónica, le impidió ver realizado el fruto de sus esfuerzos. Gloria se graduó de Maestra y ejerció como tal hasta su jubilación, mientras Carlos alcanzaba el grado de Biólogo Marino en la Universidad Central de Venezuela.

Autor de dos libros sobre el “atún y la actividad atunera en el contexto nacional y mundial”, Carlos se ha destacado como una autoridad en la materia, que le ha valido reconocimientos diversos y llevado a ocupar puestos gerenciales en la administración pública durante los gobiernos de Luis Herrera y Caldera II, cuando ocupó la Dirección de Pesca en ambas administraciones. Apegado a su lar nativo, no desaprovechó la oportunidad que le brindaba la cercanía con el poder, para buscar solucionar uno de los problemas elementales de esta comunidad, como es la carestía del agua, logrando que se iniciara en 1983, durante el gobierno de Luis Herrera, la construcción de una represa que solventaría el problema de una vez por todas; desafortunadamente, fallas en la elaboración del proyecto en cuestión, y por qué no decirlo, mezquindades políticas y no tan políticas, impidieron la realización de la obra, al negarse la continuidad administrativa con el cambio de gobierno.

Esta paralización, de una obra de capital importancia para asegurar la calidad de vida de los habitantes de esta comunidad, se constituyó a la larga en un derroche de tiempo, de dinero y de esperanzas, que le negó al pueblo un salto cualitativo hacia su evolución, permitiendo el triunfo de la mezquindad política, que a la larga es humana, sobre el interés y el bien común que debe privar en la concreción de proyectos que implique beneficios para la colectividad. Carlos, como es lógico suponer, se resignó al hecho de ver fracasar su iniciativa, que daría una solución de eternidad a tan grave problema y se dedicó, en lo adelante a sus quehaceres privados, creando una compañía de asesoría pesquera, que lo ha llevado a recorrer el mundo dictando conferencias sobre el tema.


 

Antes de la llegada de Giménez Colina a este pueblo, ejercía funciones de maestro un señor llamado César Valery, considerado el primer maestro de esta comunidad y quien como ciudadano mantenía una conducta ejemplar, siempre se le veía con un diccionario en las manos, con lo que había logrado un gran dominio del idioma; era hijo de un francés y una venezolana y tenía un hermano de nombre Asunción Valery, quien ejercía el oficio de talabartería, en la casa que hoy ocupa este cronista. Asunción era un experto en todo lo referente a cueros; fabricaba: sillas de montar, correas, etc. Era además un excelente músico y era costumbre verlo todas las tardes, dirigirse, con su cuatro en la mano, hacia la casa de Julían Rodríguez, quien tocaba la mandolina y sentarse ambos al frente de la casa de éste último, a ejecutar hermosas melodías, para ellos mismos, pues nadie les prestaba atención, dada la costumbre de verlos en esos menesteres todos los días.

Luego de la desaparición de Parajá, como comunidad, llegaron a este pueblo, provenientes de allí, dos hermanos italianos, de nombres: José y Blas, quienes se radicaron aquí y crearon dos familias, que con el tiempo llegaron a ser personajes de relevancia, algunos de ellos, dentro de la comunidad. Tal es el caso de Blas Coronado, hijo del musiú José, quien llegaría a ser juez del municipio, por varios años, Vicente Coronado, secretario del juzgado, juez también y considerado el mejor ejecutante del juego de pelota criolla, en toda esta zona, Domingo Coronado, quien alcanzaría niveles superiores de cultura, que lo llevarían a ser referencia obligatoria en los diferentes problemas que aquejaban a estas colectividades; murió prematuramente en un absurdo pleito callejero, cuando sus facultades intelectuales empezaban a dar sus frutos.

Luciano Coronado, considerado el maestro de mayor luz nacido en este pueblo. “Lector incansable, se convirtió de manera autodidacta en historiador, literato, poeta y en resumen, filósofo”, al decir de Iván Ferrer, en artículo publicado en el periódico “El Caroreño”, a raíz de la muerte del maestro. Era sin duda alguna, una personalidad extraordinaria; culto hasta rozar la erudición, poseía además, esa vocación que caracteriza a las personas nacidas para enseñar, para formar, para orientar, en fin, un Maestro en toda la extensión de la palabra. En esa oportunidad y por la misma causa de su muerte, escribí un artículo en el mismo periódico, rindiéndole mi humilde homenaje, donde expreso lo siguiente: “Fue el más grande Maestro que ha pasado por las aulas de la escuela Emma Silveira de la comunidad de El Empedrado. Fue un innovador, jamás se adaptó al programa educativo, de ahí su grandeza. Con su verbo ágil y su mente lúcida, nos llevaba, con palabras sencillas y directas, por todos los caminos del saber humano, que nos mantenía atentos y despiertos durante toda la clase.

Cumplido su tiempo de labor, se jubiló y se fue para Carora, al calor de su familia, más, nunca se olvidó de su pueblo; semanalmente llegaba al Empedrado, donde compartía unas cervecitas con su gente, y con su verbo florido nos llevaba por los selectos caminos del quehacer humano, sin mezquindad alguna. Nunca perdió su condición de Maestro; en su abundante prosa, sabía intercalar, con propiedad, máximas de grandes pensadores que enriquecían su conversación e invitaban a transitar el hermoso mundo de la intelectualidad. Últimamente, y ya golpeado por los años, se le veía recorrer las calles de Carora, en solitario. En su mirada serena y en su figura gallarda, se adivinaba al intelectual, al hombre que conocía los secretos del mundo”. Y en homenaje a mi Maestro, voy a citar una hermosa frase de Don Chío en referencia a los educadores: “De allí, mi simpatía reverente, mi amor por la personalidad de los Maestros de todas las latitudes y de todos los tiempos; apóstoles, guiadores, educadores, redentores en suma, del espíritu humano”.

El Maestro Luciano murió en un accidente de tránsito entre Carora y Barquisimeto y junto a él, murió su hijo Lalo, también educador y dueño de una hermosa voz que lo llevó a grabar varios discos, que dan fe de su talento; hay una escuela en Barquisimeto que lleva su nombre.

Otra figura de primerísima importancia, y que resaltó el gentilicio de este terruño, fue Feliciano Montes: maestro, músico, compositor, arqueólogo aficionado y humorista; ya lo encontramos como primer maestro de la escuela “Simón Castejón” cuando estudiamos la comunidad de Pie de Cuesta, donde funda, además, un trío de guitarras, denominado: “Los Trovadores de Lara”, junto a Lupercio Lugo, Celestino Laguna y Hugo Thelmo Suárez, como cantante estrella del grupo.

En un artículo en el periódico “El Caroreño”, Julio Querales dice lo siguiente de Feliciano: “Nació el 17 de Septiembre de 1917, en el pintoresco pueblito de El Empedrado; sus padres: Feliciano Montes, un boticario y curandero del pueblo y Francisca “Panchita” González. Concurrió a la escuela primaria de su pueblo natal y se graduó de maestro en la antigua Escuela Normal para Maestros, en la ciudad de Barquisimeto. Prestó sus servicios de docencia en Pie de Cuesta, Carora y El Empedrado, donde llegó a ser Director de la escuela Emma Silveira, de esa localidad. (…). Fue un gran compositor, creador de bellísimas obras musicales que hablaban de amores, paisajes con sabor a pueblo y la más genuina identificación de nuestro gentilicio.

Su composición cumbre: “Caroreñita”, es una romántica inspiración a los encantos, la espiritualidad y la belleza de la mujer caroreña. Una versión, magistralmente interpretada por “Los de América”: (José Armando Herrera y Alonzo Zubillaga), la dieron a conocer en todo el país”. Entre sus muchas composiciones hay una dedicada a su pueblo natal, la cual transcribo íntegramente, donde resalta el amor por su terruño y la admiración por sus mujeres:

EMPEDRADOI

Empedrado mi tierra natal

La que adoro con loco fervor

La que ha dado calor a mi vida

Hoy profeso cariño y amor

II

Son sus casas de zinc y de palma

Tienes vida propia y comercial

Y su zona agrícola y pecuaria

Que a muchos extraños has hecho arraigar

III

Callecitas torcidas de mi pueblo

Al que siempre suelo recordar

Cuando en tierras lejanas me encuentro

Tu recuerdo me hace regresar

IV

Este amor tan grande que te tengo

Con el de madre se puede comparar

Y le pido a Dios que cuando muera

Bajo su suelo quiero descansar

V

Tienes lindos y bellos paisajes

Ambiente agradable y gran esplendor

Y agua fresca tan pura y potable

Que lindas mujeres traen del Higuerón

Cuando se realizó el reencuentro de los empedraenses, denominado “El Retorno”, Feliciano compuso una canción, donde nombra casi todos los sectores que conformaban al Empedrado de ese entonces, lo que constituye una importancia histórica para este pueblo, además de lo bonito de la pieza. Aquí se las brindo:


 

RETORNO

I


 

A ti, Empedrado querido

Alegre, amistoso y sutil

Yo vengo a recorrer con mis paisanos

Los sitios frecuentados de mi vida infantil

II

El Higuerón, Cachimbal y La Haciendita

Paragüito, Calle Abajo y El Pretil

Las Casas Viejas, El Alto y Las Minitas

Sus recuerdos jamás han de morir

III

Y así con tan nobles recuerdos

Pueblo mío te vengo a cantar

Y a enfocar en mis tristes pupilas

Paisajes pintorescos que nunca he de olvidar

IV

El Higuerón, Cachimbal y La Haciendita

El Juego de Pelota y El Mamón

Las Casas Viejas, El Alto y Las Placita

Fortifican mi alma y me dan inspiración

El Maestro Feliciano formó un grupo musical en la escuela integrado por: Carlos Gonzáles, Pastor Escalona, Alexis Medina, Martina Escalona y otros, y los llevó a Radio Carora donde cantaron varias piezas de su autoría, entre ellas “Retorno”. Con el tiempo, Pastor Escalona se convertiría en un músico popular de prestigio, gracias a su virtuosismo con la guitarra e integraría varios tríos, con mucha fama en el oriente del país; murió joven. Por su parte, Carlos Gonzáles formó un grupo aquí en El Empedrado, llamado “El Impulso”, en homenaje al periódico de Barquisimeto, quien les financió una presentación en la Universidad Lisandro Alvarado, donde alternaron con otros artistas de la región; este grupo estaba integrado por: Carlos Gonzáles, Luciano Escalona y Octavio Montilla; más tarde Carlos pasaría a formar parte de “Los Parranderos del Golpe, grupo de Miguel Perdomo, e integrado además por: Pedro Ortíz y Alfredo Gil, dedicado a los golpes tocuyanos, grabando un video para Promar Tv.

Feliciano, también arqueólogo aficionado, como dijimos antes, fue uno de los primeros que incursionó en los asentamientos indígenas de nuestros aborígenes, de donde rescató restos arqueológicos, que permitió conocer la vida y costumbres de los primeros habitantes de esta región.

Rigoberto Segovia nació y creció en esta comunidad; a muy temprana edad decidió emigrar en busca de nuevos horizontes, escogiendo la ciudad de Caracas como destino final de su periplo; poseía una innata propensión al estudio y una ávida curiosidad intelectual, que lo llevaría a convertirse en un consecuente lector y por ende, en un profundo conocedor de las diferentes corrientes literarias, políticas y filosóficas que han dominado el espectro humano en todas sus épocas y circunstancias. Esto conllevó a que en 1973, a raíz de la fundación del Ciclo Básico en esta población, se pensara en él como integrante de la plana de educadores que conformarían el nuevo plantel educativo.

Por su acendrada cultura adquirida a través de años de incansable lecturas, pudo impartir clases en diferentes cátedras, ajenas a las asignaturas que oficialmente tenía y que lo llevó a adquirir una justa fama de hombre culto y preparado. Todo el conocimiento adquirido a través de su dedicación a la lectura, lo volcó en sus alumnos con prodigalidad. No sólo se limitó a la difusión del programa de estudio impuesto por el Ministerio de Educación, sino que yendo más allá, instruyó a sus discípulos en diferentes tópicos, haciéndoles conocer la vida de los grandes personajes que han exaltado el linaje humano a través de las épocas, como una forma de encaminarlos por derroteros de altura, a través del ejemplo de estas almas iluminadas.

No contento con esto, fundó, en la pequeña casa de bahareque donde había nacido, una biblioteca pública, que con el paso del tiempo se constituiría en lugar de reunión y de tertulias de alumnos, profesores y gente de la comunidad que gustaran del solaz y la conversación de altura. Creó un club de ajedrez que alcanzó preponderantes actuaciones a nivel regional, venciendo a la selección de Carora en unas eliminatorias para representar a los Municipios ante el Estado Lara, lo que constituyó una alegría y un orgullo para los integrantes del club. Pero las mezquindades y las vilezas humanas permanecen agazapadas en los sitios más inesperados, para dar al traste con los buenos propósitos, perdiéndose la precisión de los contornos que deben enmarcar las conductas humanas.

La sorpresa para Rigoberto fue mayúscula cuando escuchó por la radio el anuncio de que la selección caroreña de ajedrez, representaría al Municipio Torres ante el Estado Lara, robándoles la victoria a la selección de El Empedrado, ignominiosamente. Al profesor Rigoberto no le quedó más alternativa que hacer partícipe a sus muchachos de la nefasta nueva, y fue tanta la decepción que esta noticia les causó, que el club empezó a declinar palatinamente, hasta desaparecer.

Poco tiempo después, la sede inicial de la biblioteca se hizo muy pequeña para la variedad de actividades que se realizaban allí, y hubo que alquilar la casa del Maestro Feliciano Montes, ubicada frente a la Plaza del pueblo, hasta que finalmente y ya convertida, la antigua biblioteca, en museo, gracias a los aportes arquelógicos de Feliciano Montes y de Williams Escalona, se logró su sede definitiva en el antiguo local de la denominada “Gota de Leche”, que había sido un centro nutricional de los niños del pueblo por varias décadas, ubicada frente al Liceo Baudilio Lara.

Con la jubilación del Profesor Rigoberto, empezó el declive en las actividades de la Casa de la Cultura; “que maravilloso hubiese sido, que esta obra maestra, oportunamente hubiera podido ser tomada como ejemplo por cualquier otro profesional de la educación, con la misma vocación del Profesor Rigoberto, a los fines de darle continuidad a esta iniciativa y seguir ayudando, de la misma forma, a tantos jóvenes, que producto del ocio, por falta de una educación de calidad, orientación y recreación adecuada, hoy en día han tomado, algunos, un camino equivocado”. Escribe la Dra. Margarita Montes en su ensayo biográfico sobre el 

P

rofesor Rigoberto.

Ya en el “reposo del guerrero” como solía decir, y fiel a esa máxima de Fray Luis de León, representante del Siglo de Oro Español, que rezaba aquello de: “Que descansada vida, la del que huye del mundanal ruido, y sigue la escondida senda por donde han ido, los pocos sabios que en el mundo han sido” , el Profesor Rigoberto se refugió en su hogar, dedicado a sus prácticas más queridas: leer y jugar ajedrez en solitario, reproduciendo las partidas de los grandes maestros del juego ciencia. Eventualmente era visitado por alumnos del liceo, quienes buscaban orientación y conocimientos con el eximio educador; pero no le prestó más atención a su obra maestra, la biblioteca, quizás decepcionado por el poco interés, que tanto jóvenes como adultos demostraban por la lectura y el aprendizaje.

Quizás también por el panorama que se observaba en la conducta diaria de los habitantes de su comunidad. Cuando él ejerció como docente en los salones del Liceo Baudilio Lara, eran tiempos diferentes, no se observaba ese relajamiento moral, esa pérdida de valores que hoy caracteriza a gran parte de nuestra juventud y que pone en tela de juicio, tanto la formación hogareña de estos adolescentes, como la formación académica que hoy les imparten dentro de las aulas de la enseñanza primaria y secundaria de nuestras instituciones. La moral, esa ciencia que enseña las reglas que deben seguirse para hacer el bien y evitar el mal, hoy esta dolorosamente disminuida y lo apreciamos en la conducta diaria de nuestros jóvenes y de los no tan jóvenes, y lo más preocupante, en la conducta diaria de las personas responsables de la formación y orientación del estudiantado.

Esto conllevó al aislamiento de Rigoberto durante los últimos años de su existencia y al divorcio definitivo de toda actividad pública. La Casa de la Cultura, su obra maestra, hoy bien podría denominarse “Casa Muerta”, simbolizando la obra de Miguel Otero Silva, pues eso es lo que es, una casa abandonada, en completo descuido, con una gran cantidad de libros en su interior llenos de polvo y en completo desorden, que nadie lee, pues jamás han vuelto a abrirse las puertas de esta sede cultural. Muchos de los restos arqueológicos allí depositados, se han perdido y los pocos que aún quedan, están amontonados en un rincón, sin ningún tipo de clasificación.

La dirección de esta institución estaba bajo la responsabilidad del Director del Liceo, Profesor Rangel Méndez, y luego de la jubilación de éste, la dirección del Liceo pasó a manos de la Profesora Lilian de Coronado, quien entregó la dirección de la Casa de la Cultura a la Sociedad Educativa, quienes prometieron organizar y activar esta institución a la mayor brevedad. Al momento de escribir estas líneas, la situación no ha variado, La Casa de la Cultura, esa Obra Maestra de Rigoberto Segovia, aun duerme el sueño de los justos.

Otro personaje digno de reseñar en este trabajo, fue el Maestro José Eliseo Ocanto, “Cheo”. Maestro, como ya dijimos, fue además un destacado músico y cantante. Uno de sus mayores logros fue convertir las fiestas de carnaval de este pueblo, otrora una manifestación de barbarie, en una expresión de cultura y civilidad, que cambió el rostro del pueblo e hizo de él, una referencia obligada durante las épocas carnestolendas. Cuando se cumplieron 20 años del inicio de las fiestas de carnavales turísticos en este pueblo, se me pidió realizara un escrito en homenaje al hombre que había hecho posible este logro, para ser leído al momento de iniciar los actos de apertura de los Carnavales, y quiero transcribirlo en este trabajo: “Este mes se cumple 20 años del triunfo de la civilización sobre el primitivismo, de la razón sobre la sinrazón, de la confraternidad sobre la intolerancia; son 20 años de lucha, de dura lucha, donde prevaleció la visión de un hombre que amó a su pueblo, que supo valorarlo, que quiso dignificarlo y lo logró. Ese hombre fue el Maestro Cheo Ocanto y lo que estamos celebrando hoy, es su legado.

No ha sido fácil preservar esta continuidad; factores diversos de toda índole, han tratado de socavar las bases de este logro; pero la voluntad de un pueblo, acostumbrado a luchar y a crecerse ante las dificultades, ha impedido el desmoronamiento de sus sueños y hoy le estamos dando un nuevo impulso a esa visión primigenia, esperando catapultarla hacia estadios superiores. Hoy, más que nunca, necesitamos voluntades que nos apoyen, que nos inspiren, que miren con pasión y con fervor, el camino abierto por el Maestro Cheo, por Luís Lúquez, por la Maestra Hilda de Márquez y por tantos otros que vislumbraron el sendero de la hermandad y la confraternidad, para llevar a este pueblo al abrazo sutil de su existencia.

Estas fiestas carnestolendas, paganas en su génesis, pero de hondo contenido humano, es el momento ideal para el acercamiento, para el encuentro alegre con el amigo lejano, para el abrazo familiar tantas veces postergado, para la reconciliación y la diversión, tan necesarias en el ajetreo diario de la vida actual. Hoy estamos celebrando y recordando con nostalgia, los ideales del Maestro Cheo; nos imaginamos lo feliz que debe estar, allá donde el Todopoderoso lo ha colocado, de ver su sueño hecho realidad, de ver a su pueblo unido, como siempre lo quiso y lo más importante, de ver la lucha de sus paisanos para que su legado no muera.

Su familia, en especial su esposa y sus hijos, deben sentirse orgullosos de él, de sentir en estas fiestas su presencia, el hálito inmortal que las preserva, la profundidad del amor que le inspiró. Hoy, a 20 años de aquellos primeros pasos, circunstancias intrínsecas al devenir humano, han atentado contra la continuidad de este sueño, queriendo minimizar su trayectoria; pero así como el Ave Fénix resucitó de sus cenizas, a partir de ahora le daremos un nuevo impulso y una mayor proyección. Desde esta tribuna hago un llamado a todos aquellos que sienten en lo profundo el destino de nuestro pueblo, para que no desmayemos, para no permitir que el sueño del Maestro Cheo, de Luis Lúquez y de la Maestra Hilda de Márquez, se hunda en el olvido, y continuemos en nuestra lucha; un llamado a todos aquellos que año tras años nos han acompañado, a que continúen viniendo, y desde ya nos comprometemos con todos ellos, a brindarles, en el futuro, un espectáculo cada vez mejor”.

Hoy, 10 años después de este escrito en homenaje a Cheo, los carnavales turísticos en El Empedrado, han desaparecido. Por suerte no hemos regresado a aquel estado de barbarie que representaban estas fiestas en tiempos anteriores, lo que motivó a Cheo a darle un giro a la situación reinante; pero esas fiestas hermosas, llenas de colorido y de entusiasmo, ya se fueron. Circunstancias diversas apagaron el impulso que las originó. Mezquindades, corruptelas y la apremiante situación económica que atraviesa el país, que ha golpeado sin misericordia el bolsillo y la capacidad de maniobra de los habitantes de esta comunidad, y de todas las comunidades en general, pues el problema es nacional, han llevado al traste esta iniciativa que llenaba de orgullo a los habitantes de este pueblo.

Es probable, que en un futuro no muy lejano, aquella alegría, aquella exaltación, aquel fundamento que dio vida a propósitos altruistas, retomen de nuevo su cauce y volvamos a disfrutar de momentos de esparcimiento y distracción, a los que nos llevó, en su momento, el sacrificio y voluntad de un grupo de personas, encabezadas por Cheo, y que aún con errores, lograron el difícil instante de las coincidencias, en cuanto a metas y propósitos organizativos se refiere, como un preludio de lo que puede lograr una comunidad cuando une esfuerzos para el logro de un objetivo común. El legado de Cheo no debe perderse y está en nosotros el rescatarlo y revivirlo

Ahora bien, si el ideólogo de los carnavales fue Cheo Ocanto, la columna vertebral de este movimiento cultural, fue, sin duda alguna, Rosalía Montes. Mujer de recia personalidad y de trato directo, cuando las circunstancias lo requieren, Rosalía se constituyó en la piedra angular de los Carnavales Turísticos de El Empedrado, durante más de 20 años; dotada de la fuerza espiritual que identifica a las personas nacidas para liderar, supo encauzar las divergencias propias que afloran en los grupos humanos, cuando la necesidad de competir marca su ruta, y orientar esa diversidad de caracteres y voluntades por los caminos adecuados para el florecimiento de los logros. Dividido el pueblo por sectores, para facilitar la competencia, cada uno de ellos buscaba destacarse, dando lo mejor de sí para construir la mejor carroza y conformar la mejor comparsa, a fin de llevarse los premios respectivos y alzarse con la victoria. Es allí cuando afloran los diferentes sentimientos que subyacen en lo profundo del alma humana y que pueden llegar a ser contraproducentes si no son debidamente orientados y dirigidos.

Es precisamente en ese momento cuando la presencia del líder es necesaria, para contener las pasiones y enfocarlas en las metas previstas con antelación. Para tal fin, y para lograr sus propósitos, el líder debe gozar de honestidad, credibilidad y don de mando dentro del grupo a dirigir, virtudes que resaltan en la personalidad de Rosalía, lo que le permitía ser oída y respetada, impidiendo que las decisiones se tomaran individualmente y chocaran entre sí, creando un desorden. Este liderazgo y la honestidad demostrada por toda la junta organizativa de los carnavales durante más de dos décadas, fue lo que fundamentó el éxito de los mismos y que hizo de ellos un atractivo turístico año tras año.

Graduada como Maestra en El Pedagógico de Caracas, Rosalía regresó a su pueblo luego de concluir sus estudios, trabajando en varias escuelas de la parroquia, alcanzando el puesto de Supervisora de Zona, hasta lograr su jubilación. Su paso por el Ministerio de Educación, marcó huella en la Parroquia Manuel Morillo, según el comentario de los educadores que estuvieron bajo su mando, durante el tiempo de su desempeño. Ese don innato de liderazgo, que marca su personalidad, y que la llevó a destacarse dentro de sus funciones como Supervisora y dentro de su extenso grupo familiar, donde sus opiniones son oídas y respetadas, las aplicó en la conducción de Los Carnavales, lo que hizo de éstos un espectáculo que año tras año atraía a un gran número de visitantes de diferentes regiones de la geografía nacional y que dio al pueblo momentos de gloria y esplendor.

Luego de Rosalía entregar la dirección de Los Carnavales, para residenciarse en Barquisimeto por necesidades familiares, estos empezaron a declinar; la ausencia del líder, quien marcaba la pauta, derivó en corruptelas y vicios que a la larga acabaron por decepcionar a las personas que todos los años daban lo mejor de sí para hacer de estas fiestas, momentos de esparcimiento y alegría. Ya no hay Carnavales Turísticos en El Empedrado; primero por la falta de un comité organizativo que retome la dirección del evento y segundo y aún más importante, por la terrible situación económica por la que atraviesa el país, que ha golpeado el presupuesto familiar inmisericordemente, impidiendo la realización de cualquier actividad que implique gastos suntuosos o superfluos.

Margarita Montes tenía 15 años cuando empezó a trabajar como secretaria en la Junta Parroquial de esta comunidad; ¿ilegalidad? ¡por supuesto!, nuestras leyes no permiten que un menor de edad desempeñe puestos públicos en ninguna administración, aun siendo regional; pero por encima de esta ilegalidad debía prevalecer la solidaridad. Margarita provenía de una familia cuya característica principal era lo abultado de su número; eran, con ella, quince hermanos, más el padre y la madre, para un total de 17 almas para alimentar y la única entrada en ese hogar, la suministraba el padre, Evaristo Montes, quien se desempeñaba como agricultor, con lo que apenas cubría lo más perentorio de las necesidades de su familia; por lo tanto, Teodulfo Pérez, presidente de la Junta Parroquial, aceptó emplear a Margarita, aun siendo menor de edad, como una forma de ayudar a esta familia. Mucho tiempo trabajó Margarita como secretaria y estando en estos menesteres, se enamoró del profesor Rigoberto Segovia, reseñado anteriormente en este trabajo, con quien casó y procreó una hija, Mariana, hoy día exitosa ingeniera en computación, con un puesto gerencial en una compañía trasnacional.

Este matrimonio no prosperó y la ruptura se produjo, manteniendo, sin embargo, entre ellos, una bonita relación de amistad. Margarita se marchó para Caracas, con apenas sexto grado de educación, y allí, en una demostración de voluntad y de querer ser, se graduó en dos años de bachiller, cursando luego la carrera de abogacía, la que culminó en cinco años; toda una proeza, evidentemente. Ya graduada, entró a Fe Alegría, como representante legal a nivel de Caracas, ocupando hoy día la representación legal de esta institución, a nivel nacional, lo que representa un logro, no sólo para ella, sino también para esta comunidad, como originaria de la misma que es. Muerto el Profesor Rigoberto, quiso Margarita exaltarlo, y para tal fin escribió un ensayo biográfico de él, cuyo prólogo tuve el honor de redactar, donde Margarita expresa toda la bondad que encierra su espíritu, en frases de verdadero altruismo y calor humano.

Octavio Márquez nació en el sector El Alto de esta comunidad, un 20 de Noviembre de 1947. Pintor y escultor autodidacta, ha hecho exposiciones tanto dentro como fuera del país. Visitar su casa en la calle principal de El Empedrado, es como adentrarse en un museo; todas sus paredes están repletas de obras pictóricas, y recostadas a ellas, las paredes, múltiples figuras en madera nos hablan de la genialidad y versatilidad de este artista. En el centro de una de las paredes que conforman la sala de la casa, esculpió la figura de Bolívar en alto relieve de 2,70 metros de altura, vaciado en cemento y arena, policromada con pintura de aceite, donde se representa al Libertador de pie, con su montera en la mano derecha y un capa negra sobre el hombro izquierdo, en una pose para la historia.

13 años tenía yo, cuando tuve el honor de presenciar el nacimiento de esta obra, realizada por otro adolescente de 15, sacada de un pequeñísimo cuadro de una revista y llevada al mural, en una demostración de talento y genialidad poco común y que se ha constituido en motivo de visitas de infinidad de personas de muchas partes del país, para admirar esta creación.

Al momento de reseñar su obra en este trabajo, Octavio se halla en Barquisimeto, completamente ciego, derivado de un ACV que lo afectó, y con pocas posibilidades de recuperar la visión, lo que representa una verdadera desgracia para un ser, cuyo destino existencial es contemplar las formas, los colores y la belleza del mundo, para plasmarla luego en sus lienzos y maderos, suscitando la admiración general. Esperamos, de corazón, la pronta recuperación de su salud, para que nos siga sorprendiendo y deleitando con su arte. Su casa luce abandonada, y el deterioro, lógico en estos casos, va ganando terreno paulatinamente. Las Juntas Comunales de esta población deberían reunirse a fin de diligenciar ante la familia de Octavio, y las autoridades competentes, la creación de un museo pictórico en ella, como un justo homenaje a ese personaje de excepción que la habitó.

Segunda Ramona Márquez de Oñate, es hermana de Octavio Márquez y lleva en su alma el talento creador de su hermano, en cuanto a la realización de esculturas se refiere. Por más de cincuenta años ha realizado el pesebre más grande y más interesante de esta población. Es una obra cuyas figuras están realizadas en barro y nos muestra a los personajes más representativos y emblemáticos, tanto de la comunidad empedraense, como de figuras políticas nacionales. En su trabajo se refleja las costumbres del pueblo, tan bien plasmadas, que llevan a la admiración y la atracción de sus coterráneos.

Pedro Pérez Santelíz, fue otro pintor autodidacta que plasmó en sus cuadros su visión del paisaje y de su pueblo, telegrafista de profesión y humorista por vocación, empezó tarde su actividad de artista de la pintura. Estaba ya depurando su arte, cuando una agresiva enfermedad acabó con sus sueños, llevándole a la tumba prematuramente; dejó varios cuadros que hoy engalanan las salas de varias viviendas, donde se puede apreciar un talento innato, que de haberse desarrollado, hubiese sido motivo de elogio para los entendidos.

Rafael Andrés Torres Mendoza, nació con alas en el alma para levantar vuelo temprano; nacido el 8 de Octubre de 1994, en esta población, con apenas 22 años ya es un pintor reconocido a nivel del Estado Lara, donde ha competido con otros talentos de las artes plásticas, ocupando puestos preponderantes; nieto de una de las glorias de la pintura venezolana, Rafael Torres, de Curarigüa, heredó los genes de su abuelo materno que ha hecho de él una esperanza en ciernes de un futuro brillante. Autodidacta en su formación, confiesa, sin embargo, que hizo un curso vacacional con el pintor Ramón Díaz Lugo, que lo ayudó bastante. Representó a nuestra escuela Emma Silveira en Carora y fue seleccionado para representar al Municipio Torres ante el resto de municipios del Estado Lara. Participó en el festival “Cantaclaro”, obteniendo el segundo lugar. Participo en una competencia convocada por Empresas Promar y el diario El Impulso, a nivel de Centro Occidente, ocupando también el segundo lugar en pintura.

Hace dos años participó en la exposición de La Divina Pastora, donde “se promueve la visión de los artistas plásticos hacia esa devoción, reconociendo sus creaciones artísticas y su armonización entre la interacción social”. Restauró las efigies de la iglesia de este pueblo y uno de sus cuadros fue comprado y llevado a Irlanda, lo que implica la internalización de su obra, como una premisa del pronto destino de su arte. Va a empezar clases en la UCLA para licenciarse en Artes Plásticas, lo que sin duda logrará, dado el talento con que fue dotado. En la entrevista que le hice para la realización de este trabajo, tuve la oportunidad de admirar sus obras y no pude dejar de pensar en lo que será este muchacho dentro de 20 años, cuando su arte, a través del estudio, se haya depurado y ese diamante en bruto que representa su genialidad en ciernes, haya sido pulido y orientado.

Miguel Perdomo, llamado popularmente “Perro Pinto”, nació para hacer historia en su pueblo y aún fuera de él, a través de su música. Virtuoso del cuatro, nuestro instrumento nacional, posee además una voz depurada para el canto y un amor infinito por las manifestaciones musicales autóctonas de su estado. Fundó un grupo musical a quien llamó: “Los Parranderos del Golpe”, integrado por un grupo de sus amigos con sus mismas inclinaciones musicales y su misma tendencia a rescatar la originalidad de nuestro folklor, asiduamente golpeado por manifestaciones foráneas ajenas a nuestra idiosincrasia.

Pues en este pueblo, producto quizás de la cercanía con el Estado Trujillo, cuyas costumbres prevalecen en nosotros por encima de las de nuestro Estado Lara, y donde la canción mejicana predomina por encima de cualquier otra manifestación musical, el folklor musical dominante es el mejicano; las “rancheras” se oyen por doquier todos los días y a toda hora, opacando nuestra música y nuestras raíces y constituyéndose en una manifestación estructural que cada día se arraiga más en la cultura del pueblo, en detrimento de nuestra prosapia y tradición. Miguel, rapsoda por antonomasia, desempolvó nuestras raíces larenses en una lucha desigual por revertir este hecho y defender la génesis de nuestra cultura tradicional y autóctona propias de nuestro Estado Lara, quien ha sido pionero en la divulgación y difusión de nuestra música. Creó su grupo de golperos, integrado por él, como director, primer cuatro y primera voz, Ezequiel Escalona, segundo cuatro y segunda voz, Pedro Ortíz, maraquero y Tito Escalona en las tamboras.

Su éxito inicial fue contundente, realizaron varias presentaciones aquí en Lara, así como en Trujillo y Zulia, fueron presentados por Empresas Promar, donde grabaron un video, trataron de grabar un disco pero no consiguieron ayuda oficial y la indiferencia de la misma comunidad de El Empedrado, quien no les brindó el respaldo requerido en una manifestación a todas luces altruista hacia nuestro folklor, terminó por desengañarlos y poco a poco se fueron desintegrando como grupo hasta desaparecer. Yo conservo, como una reliquia, una grabación que les hice con un aparato periodístico, en toda una noche de parranda, lo pasé a CD y se lo regalé a varias personas amantes de nuestra música larense que sabía que lo apreciarían y lo conservarían.

La música ranchera mantiene su preeminencia en este pueblo y lo que es más preocupante, en toda la geografía nacional, relegando a un segundo lugar a la música colombiana y por allá, bien lejos de ellas, a nuestra música autóctona y tradicional.

Es raro escuchar un programa de radio o ver un programa de televisión, donde promuevan nuestra música, y si lo hacen se limitan exclusivamente a difundir la música llanera, que aunque nuestra, lógicamente, es una mínima parte de nuestro folklor. Nuestra música es muy variada, comprende un gran número de géneros musicales que pasa por el vals, el vals-pasaje, el polo, tanto margariteño como coriano, la jota, la fulía, el joropo tuyero, la danza, la contradanza, el golpe tocuyano, la gaita maracucha, etc. Y en cuanto al llano, éste comprende más de veinte géneros musicales, lo que lo hace tan popular.

Sin embargo, el bombardeo de expresiones musicales foráneas, a través de nuestros medios de comunicación, es tan grande, que minimiza nuestras raíces musicales, reduciéndola a pobres manifestaciones folklóricas en eventos especiales esporádicos, donde sólo buscan simular un patriotismo inexistente e hipócrita. La educación musical del niño debería ser una prioridad en todas las escuelas del país, desde los primeros grados, donde al alumno se le daría a conocer todas y cada una de nuestras expresiones musicales, a fin de que aprenda a quererlas y valorarlas. Enseñarlo a ejecutar “El Cuatro”, nuestro instrumento nacional, el cual encierra dentro de sí, una gran versatilidad, no sólo como instrumento acompañante, sino además como instrumento solista y de primer orden.

Miguel Perdomo, con sus conocimientos sobre la música larense y con su habilidad para la ejecución del “Cuatro”, pudo haberse constituido en la punta de lanza para encaminar a nuestros muchachos por esos senderos, pero nadie lo tomó en cuenta; prefirieron traer maestros de música de Carora, que a la larga no hicieron nada, no enseñaron nada, ni despertaron en nuestros jóvenes la más mínima curiosidad por nuestra cultura musical, a pesar de su profesionalismo y su dedicación, que sería mezquino negarles. En la escuela y en la casa de la cultura, hay una serie de instrumentos musicales durmiendo el sueño de los justos por falta de un incentivo oficial y comunal que los anime.

Macedonio Fernández nació poeta, tal como debe ser, pues los poetas no se hacen, nacen con esa virtud que los acompañará durante toda su existencia. Venido de esos campos olvidados de Trujillo, llegó a Los Leones y como era de esperarse, se casó con una Barrios. Procreó varios hijos, buenas personas todos, como era Macedonio, pero sin su don poético, desafortunadamente. Cuando uno saludaba a Macedonio y le hacía alguna pregunta, le brotaba la poesía que llevaba encerrada en su alma de campesino; en una oportunidad, declinando el día, estaba parado en la puerta de su casa y alguien pasó y le preguntó: ¿”cómo estás Macedonio”? “aquí” contestó éste “viendo morir el día, asesinado por la tarde”, esas eran las respuestas de Macedonio, llenas de esa poesía simple, sin rima ni métrica, pero muy expresivas. Murió Macedonio y con él murió su poesía. Son talentos que nacen en estos campos apartados del mundo, y nacen sin la oportunidad de desarrollarse, pues el medio los absorbe.

Cuando yo veo bailar a Yajaira –y perdónenme la redundancia pero quiero enfatizar la frase- cuando veo bailar a Yajaira, repito, me viene a la memoria aquella hermosa frase de Bolívar cuando expresó: “El baile es la poesía del movimiento”; porque los movimientos de Yajaira Arroyo, cuando baila, es eso, poesía; su cuerpo se desplaza por la pista con tanta gracia y donaire, que es imposible mantenerse indiferente ante su virtuosismo; todo su cuerpo es música: sus pies, sus caderas, sus brazos, todo va al ritmo de la pieza musical que está bailando, cada compás de la orquesta, cada bemol, cada sostenido, encuentra la respuesta en Yajaira de inmediato; y ella lo goza, lo vive; en la expresión de su rostro al bailar, resalta el dominio de su arte; no opone resistencia a la conducción de su pareja, es como si tuviera dirección hidráulica; suavecita se deja llevar, mientras su cuerpo interpreta la música con maestría y talento. “Todo fluye” diría Heráclito.

Epaminondas Álvarez, dueño de la hacienda Rancho Grande, vio a Emiliano Rodríguez montando su bestia preferida y montó en cólera, aquel muchacho de 12 años, cuya función en la hacienda era la de becerrero, estaba violando una de sus órdenes expresas de no montar su bestia donde salía a pasear por el pueblo en una que otra tarde, por ninguna circunstancia Epaminondas aceptaría aquello y debería recibir un castigo por esto; por lo tanto ordenó que de ahora en adelante, Emiliano ya no sería becerrero, sino amansador de potros cerreros, ya que le gustaba tanto montar a caballo; quería con esto darle una lección al muchacho. Cuando supo la noticia, Emiliano sonrió para sus adentros, en un principio pensó que lo iban a botar por el desacato a las normas impuestas por el dueño; se había paseado todo el pueblo en el caballo de Epaminondas, pavoneándose ante sus amigos y sabía que aquello le costaría caro, pero lejos de botarlo, Epaminondas quiso castigarlo, sin saber que era aquello precisamente lo que Emiliano quería: montar a caballo.

Desde muy joven, Emiliano sentía una predilección por estos animales, y quería dedicarse a ellos enteramente, así que este “castigo” le venía de perlas para lograr sus propósitos; desde ese momento se entregó en cuerpo y alma a dominar el ímpetu violento de estas bestias, cuya naturaleza libre defendían con ardor, al mismo tiempo que iba conociendo, a profundidad, su modo de ser y de actuar. Cuando se topaba con uno de ellos, cuyas cualidades resaltantes eran la inteligencia y el valor, lo compraba y se lo llevaba para su hogar donde lo encerraba en un corral, aislándolo de la gente.

Ya aislado, Emiliano se acercaba al caballo para alimentarlo, y pasaba horas hablándole y repitiéndole el nombre ya seleccionado, que lo identificaría de allí en adelante. Carmela, la madre de Emiliano, salía y veía aquello: a su hijo hablando con la bestia, y le gritaba: “te vas a poner loco”, Emiliano la oía como si lloviera, y continuaba con su trabajo, hasta que el animal empezaba a entender y asimilar las enseñanzas de su nuevo dueño. Lo enseñaba a bailar, a dar la mano, a hincarse para que lo montara Emiliano y nadie más, a menos que Emiliano lo autorizara y un sinfín de otras actividades que asombraba a muchas personas.

De todos estos animales, Emiliano recuerda con especial afecto a tres de ellos: Lucero, Apache y Clavelito; este último llegó a tanto, que Emiliano, músico y parrandero desde muy joven, lo mandaba a su casa a buscarle la guitarra. Para tal fin, le quitaba las riendas, y le colocaba un estribo sobre la silla y le ordenaba: “vaya búsqueme la guitarra”, el animal se iba, llegaba a la casa y con una de las patas delanteras golpeaba la puerta, la esposa salía y al ver al caballo, sabía lo que quería, sacaba la guitarra, la amarraba a la silla de montar y el caballo se devolvía a donde estaba su dueño. Emiliano me cuenta que la gente quedaba impresionada de la inteligencia de aquel animal, hasta el punto que muchas personas venían de comunidades aledañas, sólo a observar aquello.

Esta predilección por los caballos bonitos, el sombrero negro y una camisa negra que vestía cuando iba parrandear, le valió a Emiliano el sobrenombre de “El Águila Negra” con lo que era conocido en muchos pueblos y caseríos donde iba a cantar, a tocar su guitarra y a exhibir sus caballos. Sólo una persona, y Emiliano lo reconoce, en el caserío de Cerro Libre, Posesión Comunera Cuicas del Estado Trujillo, de nombre Claudio Fernández, primo mío, por cierto, era mejor que Emiliano, educando a estos animales; lo que Claudio lograba en cuanto al dominio de estas bestia y a la diversidad de actos que los hacía realizar, era digno de admiración, por decir lo menos.

Victoriano Rodríguez, ya desaparecido, hermano de Emiliano, era también músico, y fueron muchos los momentos que amenizó en este pueblo, haciendo dúo con su hermano Timoteo, interpretando esas canciones viejas, que sólo en la voz de Andrés Cisneros se han oído. Isidro, también hermano de ellos, no es músico, aunque se mantiene con un cuatro en la mano, es humorista; se acerca a donde hay un grupo de gente y empieza a cantar, él, por un lado y el cuatro por el otro, luego se aleja muy tranquilo, mientras la gente se destornilla de risa; en una oportunidad, estando yo en un bar de acá del Empedrado, sentado a la barra, se me acercó Isidro con su cuatro y se me sentó a un lado. “Isidro- le dije-, es que tú eres músico”, “ajá” me dijo, “y de los buenos, Hugo, yo toco el cuatro solista”; “en una oportunidad-continuó diciendo- entré a una tasca en Caracas, me senté a la barra y me puse a tocar el cuatro, al poco tiempo la gente empezó a salir y sólo quedó un señor a mi lado” “¿a usted si le gusta la música de cuerda? Le pregunté” “no” me dijo el señor, “es que soy mocho de las dos piernas”, “por eso es que dicen que yo toco el cuatro solista, Hugo, porque me dejan solo”, como podrán imaginar, a mí me dio un ataque de risa aquel cuento, inventado, claro está, pero que dibuja el talento humorista de Isidro, que como buen humorista, se ríe de él mismo y no de los demás, que no es el deber ser, pues caeríamos en el campo de la burla y el escarnio, terreno abonado para las dificultades.

El verdadero humorista, el que nació con ese talento, pues con eso se nace, se ríe de sí mismo, hiperbolizando sus limitaciones y defectos. Tiene salidas rápidas y geniales que sorprenden por su agudeza, y que mueven a risa por su originalidad y extravagancia. Rara vez hacen objeto a terceros de sus sutilezas, y si lo hacen, procuran no ofender ni burlarse de sus limitaciones. Pues siempre tienen presente aquel axioma de Don Miguel de Unamuno, filósofo español: “La burla es la máxima expresión de la maldad humana”.

La base fundamental de una amistad, y de toda relación humana, es el respeto; en él se resume lo esencial de la vida diaria, él debe estar presente en: la bondad, la solidaridad, la tolerancia y todo lo referente a la interrelación con nuestros semejantes, sean o no cercanos a nosotros; pues debemos estar conscientes de la fragilidad de las relaciones interpersonales, de la susceptibilidad de la mayoría de las personas con las que nos relacionamos en nuestra vida diaria, y sobre todo, de la importancia de mantener referencias de altura con nuestros semejantes, para una sana convivencia en paz y armonía. Y el humorista, el que verdaderamente nació con ese talento, mantiene, dentro del propósito de sus perspicacias, conservar el respeto hacia los demás, por lo que el objeto de sus burlas y críticas cáusticas, es por lo general, él mismo.

PERSONALIDADES DESTACADAS QUE HAN VISITADO ESTE PUEBLO

A lo largo de su historia, El Empedrado ha sido objeto de visitas de diferentes personalidades que se han destacado en disímiles ramas del quehacer humano y que con su presencia han enaltecido la trayectoria de esta comunidad, por lo general víctima de la indiferencia gubernamental, que ha dificultado el desarrollo de sus áreas turísticas y de esparcimiento, negándole, de esta forma, un mayor atractivo para el flujo de visitantes foráneos que darían brillo y lustre a la comunidad.

No obstante esto, hemos tenido la visita de candidatos presidenciales entre los que se destacan: Rafael Caldera, Oswaldo Álvarez Paz, Carlos Andrés Pérez y Jaime Lusinchi, candidatos a gobernadores como Orlando Fernández Medina, gobernadores en ejercicio como Henry Falcón, Alcaldes en ejercicio, como Javier Oropeza, quien realizó una exitosa labor durante su desempeño como burgomaestre, llevándole la luz eléctrica a todas las comunidades satélites de este pueblo, candidatos a Diputados como Roland Carreño, por quien este pueblo votó mayoritariamente, pero que para desventura nuestra, no pudo alcanzar su objetivo.

Músicos reconocidos a nivel mundial, como Alirio Díaz, adalid de la guitarra clásica, nacido en La Candelaria, comunidad que perteneció al Empedrado en ese tiempo, hoy Parroquia Las Mercedes. Alirio visitó este pueblo cuando aún era empedraense y deleitó a sus habitantes con su virtuosismo y su dominio del instrumento.

Edgardo Chirinos, uno de los más altos representantes del cuatro solista en Venezuela, maestro de profesión y músico por vocación, ha grabado dos CD de cuatro donde hace gala de su versatilidad con nuestro instrumento nacional, en la interpretación de variados temas nacionales y latinoamericanos. Además de músico virtuoso, Edgardo es una persona llena de bondad y de profundo calor humano, en Maracaibo, donde reside, es conocido como “El Pariente”, pues es el trato que él le da a todo el mundo. Me correspondió el honor de traerlo a este pueblo y a Carora, donde brindó un recital de cuatro en la casa de la cultura de esa entidad.

Evaristo Lameda, “Zamurito”, también virtuoso del cuatro, quien dictó cursos en esta comunidad, y nos deleitó con su virtuosismo en el manejo del instrumento en muchas oportunidades, pues era un asiduo visitante de este pueblo, en donde contaba con numerosas amigos. Yendo del Empedrado hacia Carora, donde residía con su familia, sufrió un accidente de tránsito que le costó la vida, perdiendo el Municipio Torres a uno de los más altos exponentes del cuatro “Punteado”, que era el estilo de “Zamurito”, donde el ejecutante precisa del acompañamiento de otros instrumentos, diferente al cuatro “Solista” donde el músico se acompaña él mismo en un ejercicio de “punteo-rasgueo” popularizado por ese gigante del “cuatro”, como lo fue Hernán Gamboa.

Juan de los Santos Contreras, “El Carrao de Palmarito”, quien nos deleitó con su música recia del llano, nos visitó durante unas fiestas patronales en honor a San Miguel, donde interpretó varias piezas, pero la gente recuerda especialmente una: “Furia”, dedicada a un caballo de ese nombre, por su belleza y reciedumbre que representa la idiosincrasia de nuestros llanos venezolanos.

Rafael Torres, pintor de altura, quien ha dado a conocer el nombre de Venezuela por el mundo a través de su arte y quien vivió y trabajó como profesor de educación física en este pueblo. Natural de Curarigüa, población perteneciente también a nuestro estado Lara, Rafael, además de pintor paisajista, es un ser humano excepcional en cuanto a su calidad espiritual, vivió muchos años en esta comunidad donde antes de ser profesor, administraba una bodega, mientras iba desarrollando el arte que lo catapultaría a la fama; es además un destacado guitarrista y cantante; junto a otro músico curarigüeño fundó un dúo llamado “Dueto Curarigüa”, que dio como resultado la grabación de un CD contentivo de hermosas canciones de principios del siglo XX. Dejó descendencia en esta parroquia, de donde nació un nieto suyo, también de nombre Rafael, reseñado anteriormente en este trabajo, con las mismas cualidades artísticas de su abuelo y con un futuro promisor como pintor.

Intelectuales de las letras como Gustavo Ortegana, “Gustavito”, originario de Cuicas, Edo Trujillo, autor de un libro y de varios poemas, inéditos todos, presuntamente en poder de la familia del Maestro Luciano Coronado, quienes, a pesar de todas mis diligencias y rogativas, no me permitieron el acceso a las mismas, así como al resto de papeles y escritos del Maestro Luciano, que hubiesen sido de capital importancia para este trabajo y para realzar la figura de ambos ante la comunidad en la que les tocó vivir.

Gustavito vivió en este pueblo por más de 10 años y dejó descendencia en el mismo; pintor autodidacta, sus pinturas se perdieron, pues las plasmaba en las paredes de las casas que habitaba y las personas que llegaban a residir en ellas después de él, ignorantes del arte allí plasmado, pintaban las casas y sus trabajos se perdían bajo capas de pintura sin sustancia artística; así pasó en su casa de Curuviche y aquí mismo en El Empedrado. Era un ser humilde en apariencia y en conducta, pero de una inteligencia privilegiada.

Adelis Gil, también de Cuicas, autor de un trabajo, inédito, así mismo, titulado “El Camino”, donde expone con maestría los senderos a seguir por el hombre, para alcanzar estadios superiores de desarrollo espiritual, y que en gesto de benevolencia, me hizo el honor de ser depositario del mismo poco antes de su muerte, el cual guardo como una reliquia, en homenaje póstumo a mi gran amigo. En él expone teorías que para muchos pueden ser controversiales, pero que guardan, a mi modesto parecer, una gran fuente de aprendizaje para aquél que se adentre en su estudio y consideración.

Allí encontramos frases de un tenor esotérico, donde él busca iniciar a las personas por el difícil camino del desarrollo interior; dice cosas como: “Es indispensable darse cuenta cabal, de que los caminos son los únicos capaces de asegurar el desarrollo de las posibilidades ocultas del hombre; son estrictos y estrechos; sin embargo, nada se puede alcanzar sin ellos. En el océano de la vida ordinaria, y especialmente de la vida moderna, los caminos aparecen sólo como un fenómeno minúsculo, apenas perceptible, que desde el punto de vista de esta vida, no tiene la menor razón de ser; pero este fenómeno minúsculo contiene en sí mismo todo cuanto el hombre dispone para el desarrollo de sus posibilidades ocultas”.

Indica en varios pasos el camino a seguir para alcanzar ese desarrollo interior tan buscado por los místicos, pero que implica un sacrificio sobrehumano para llegar a la meta. La historia antigua reseña infinidad de casos de este tenor, siendo el de Buda, Lao tsé y Cristo, los más conspicuos. En el lejano Tíbet son frecuentes los casos de monjes que han iniciado, a través de ejercicios espirituales y sacrificios físicos, el camino hacia la perfección que propone Adelis en su trabajo.

“Es manifiesto que la Pólis es algo que existe por naturaleza, y que el hombre, por naturaleza es un animal político”

Aristóteles

EL EMPEDRADO EN EL SIGLO XXI

El Empedrado, en estos 17 años que van del siglo XXI, en vez del progreso lógico que debería estar desarrollándose, por el contrario se observa en él un deterioro progresivo, acorde con el deterioro que hoy sufre el país en todos sus órdenes. La carretera que nos comunica con el resto del país, está en condiciones lamentables y sin esperanzas de arreglo, el desabastecimiento alimenticio, es realmente preocupante, así como la inseguridad, que cada día alcanza mayores niveles de progreso, ante la indiferencia e ineficacia de las autoridades competentes; no ha sido posible lograr un puesto policial, que por derecho nos corresponde como capital de Parroquia que somos, las visitas que nos dispensan las autoridades responsables del mantenimiento del orden, muy de vez en cuando, son más un saludo a la bandera, que un deseo expreso de controlar la delincuencia.

El Aseo Urbano, que religiosamente pagamos a través del recibo de la luz eléctrica, jamás volvió, lo que obliga a los habitantes de esta comunidad, a botar sus desechos sólidos en sitios inadecuados para tal fin, que afea sus alrededores, dándole al pueblo un rostro de descuido y abandono que deja mucho que desear. Las autoridades encargadas de este servicio, ante el incumplimiento de sus responsabilidades, alegan el deterioro de los vehículos recolectores de basura, incomprensible en un país con recursos suficientes para mantener los servicios públicos en óptimas condiciones.

La carretera que nos comunica con el resto del país, está en estado deplorable, asfaltada en 1967 cuando el gobierno del Dr. Raúl Leoni, al presente ya perdió su capa de rodamiento, quedando expuesto el granzón, lo que produce un deterioro acelerado de los cauchos de los vehículos que diariamente deben transitar por allí, aparte de los huecos, que por su número, es imposible evitarlos, sufriendo los vehículos desperfectos mecánicos, que por el costo de los repuestos y mano de obra, incide en el valor de los pasajes y de la mercadería que abastece a las bodegas. Se ha hecho infinidad de reclamos, y llegado al término de paralizar la Panamericana, a fin de presionar a las autoridades competentes, pero sólo se logró que asfaltaran 2 kilómetros de los 6 que componen la carretera y fue tan pobre el trabajo de asfaltado en este pequeño tramo, que a menos de 2 años de realizado, ya está roto, lo que denota, no sólo negligencia, sino más bien corrupción.

La inseguridad nos tiene acorralados, las viviendas no pueden dejarse solas porque las desvalijan, transitar de noche por las calles del pueblo o aventurarse por su carretera, es exponerse a ser asaltado y despojado de sus pertenencias. El consumo de drogas es casi generalizado entre la juventud, los vendedores de drogas se cuentan por docenas, así como las ventas de aguardiente seco, que motivado al alza desmesurado de la cerveza, se ha proliferado descomedidamente. El tránsito de motocicletas, sin la reglamentación necesaria de las autoridades, está creando un caos en todas las calles del pueblo, donde estos conductores, sin importarles la vida de los transeúntes, circulan a máxima velocidad, haciendo lo que ellos llaman “caballito”, es decir, parando la moto sólo en la rueda trasera mientras se avanza a toda velocidad.

Los parranderos consuetudinarios de los fines de semana y sobre todo en épocas de fiestas, que en este país no faltan, se empeñan en competir entre ellos para ver quien tiene en su vehículo el sonido más sofisticado y de mayor volumen, impidiendo el merecido descanso de los habitantes de este pueblo, trabajadores en su gran mayoría; convirtiendo los momentos agradables y de solaz, en tormentos nocturnos generalizados.

El problema del abastecimiento del gas doméstico es preocupante, los camiones distribuidores ya no vienen, alegando falta de cauchos y falta del gas mismo, lo que ha obligado a los habitantes de este pueblo, a recurrir a prácticas ya superadas, como es el cocinar con leña, incrementando las enfermedades respiratorias, en un país con serios problemas de abastecimiento de medicinas.

No obstante esto, El Empedrado sigue siendo un pueblo muy agradable para vivir; aún conserva ese clima fresco durante los meses de Abril-Agosto y bastante frío durante los meses Octubre-Marzo. Todos sus habitantes, inclusive los que no nos dedicamos a las labores agrícolas y pecuarias, vivimos pendientes de las temporadas de lluvia, cuando los alrededores del pueblo se visten de verde con sus pastizales y sus conucos, que trae la abundancia y la prosperidad.

Como antaño, sigue siendo un pueblo de labranza; es común ver a las cinco de la mañana, en la parada de los carritos que van a Carora, grupos de campesinos pidiendo “la cola” para ir a las labores del campo en las haciendas que circundan la carretera principal, cuyos dueños prestan sus tierras para que los que no poseen donde sembrar, puedan hacerlo en sus dominios, en gesto que los enaltece y que también los favorece, pues el conuquero, además de desbrozar sus potreros, al momento de sembrar sus semillas de maíz, caraotas y auyamas, va sembrando al mismo tiempo la semilla de pasto para el alimento de sus ganados.

El conuquero por su parte, no sólo se dedica, luego de conseguir donde sembrar, de rozar el espacio donde va a labrar, sino también de cuidar su siembra, tanto de las bandadas de loros, monos y puercos de montes, así como de los ladrones que se aprovechan de la soledad de los espacios para robar el producto sembrado y cosechado. Para finales de Noviembre, principios de Diciembre, si la lluvia fue abundante y se logaron las cosechas, no hay un solo hogar de este pueblo donde no se coma cachapa mañana y tarde, donde no se deguste una auyama con suero o donde no hierva una olla de caraotas frescas. Todos los que hacen sus conucos y logran el producto, regalan parte de su cosecha a sus amigos y vecinos, en una especie de coparticipación solidaria que los enaltece.

Por la otra parte del pueblo, vía Palmarito, se observa el mismo trajín, grupos de campesinos a pie, en bestias o en motos montañeras, dirigiéndose a sus parcelas a realizar sus labores de sembrado, con entusiasmo y determinación. Es una conjunción de voluntades con un propósito común: subsistir. Luchar. Prosperar. Demostrar valía. En horas de la tarde, se observa el mismo flujo de gente, pero en sentido inverso; vienen de regreso con la satisfacción de la labor cumplida, mirando de reojo hacia el cielo para ver si las nubes benefactoras se están formando.

Este es el día a día laboral de esta comunidad. Con la llegada del fin de semana, el movimiento poblacional se traslada al centro del pueblo. Allí se observa gente de todas las comunidades satélites, y del pueblo mismo, abasteciéndose de comida en las diferentes bodegas, o compartiendo unos tragos de licor en los botiquines, a la vez que juegan sus partidas de dominó o bolas criollas, por lo general en una franca y sana camaradería.

Ya la pelota criolla, muy popular en épocas pasadas, y que dominó casi todo el siglo veinte, ha perdido vigencia; esos desafíos de pelota entre sectores y aún entre comunidades, no se ha vuelto a observar. Durante casi todo el siglo pasado era común ver llegar gente de Cuicas, Chejendé, La Cuchilla, etc. para realizar un desafío de pelota criolla con gente de acá, quienes tenían justa fama de buenos jugadores; inclusive, de aquí iban a Carora a jugar pelota, y por lo general El Empedrado se traía casi siempre el trofeo de ganador.

Pero el mayor problema que enfrenta esta comunidad, es, sin duda alguna, el abastecimiento de agua potable, lo que deja al pueblo a merced de personas inescrupulosas que venden el vital líquido a precios exorbitantes, valiéndose de la necesidad de la gente. Carlos Giménez, reseñado en capítulo anterior, realizó un estudio de este problema, que bien vale la pena analizarlo, aun a casi veinte años de elaborado, pero que nos permitiría tener una orientación profesional de este asunto. El informe en cuestión es el siguiente:


INFORME SOBRE EL PROBLEMA DEL AGUA EN EL EMPEDRADO

El Empedrado 15 de Septiembre de 1999

Se ha constituido un Comité de Trabajo, al que se le asigna la responsabilidad de presentar las alternativas factibles para conseguir el agua de la población de El Empedrado, Parroquia Manuel Morillo, Municipio Autónomo Torres del Estado Lara.

Se trata de una población cercana a los tres mil habitantes en su propia jurisdicción, pero con tres o cuatro veces más habitantes en los grandes centros poblados, lamentable patrón que han tenido los pequeños pueblos venezolanos, bien por la carencia de oportunidades locales, ya por falta de programas prácticos de los gobiernos para atender planeamientos de desarrollo factibles en esas comunidades. Posiblemente el desarrollo de programas viables sea menos costoso que aquellos impuestos por razones distintas a las necesidades sentidas, o de las posibilidades reales de las diferentes localidades.

Con generosa y florida prosa, nuestro paisano columnista del Diario de Carora, Don Iván Ferrer Carrasco, el día 5 de Septiembre, describe la situación real de la población empedraense. Tiene su escrito una particularidad, cual es, el descarte a las solicitudes en paquetes que a veces se convierten en frívolas y en su lugar plantea, ceñirse o concentrarse en una petición que debe constituir el objetivo irrenunciable, en este caso, el agua para El Empedrado.

Esta orientación es clave para el logro efectivo de respuesta o por lo menos para simplificar y canalizar los esfuerzos hacia un objetivo en particular. Estamos conscientes que la solución del agua, encadena otras, y tendrá una suerte de efecto dominó positivo, por cuanto, permitirá adelantar algunos proyectos de microempresas o pequeñas empresas, habrá la oportunidad de desarrollar iniciativas familiares como los pequeños huertos que son parte de una tradición que se ha venido perdiendo ante las dificultades de obtener el preciado líquido.

Una breve historia puede dar cuenta, no sólo de las dificultades que se ha tenido para lograr un servicio de agua permanente en El Empedrado, sino de los errores cometidos en ese proceso.

Partiendo de El Empedrado de la década de los cincuenta, podemos decir que tenía pequeñas fuentes de agua, que en su conjunto y, bajo el esquema de la búsqueda en tinaja, llenaba las necesidades elementales de la población. Las fuentes de agua eran: Paramito, La Piedra, El Higuerón, Las Casas Viejas, Copeicito y La Pilita. Esta última, era el agua del subsuelo que se servía por intermedio de una bomba, en pleno centro de pueblo. Normalmente el agua de La Pilita no se usaba para tomar y la población prefería, por razones de calidad muy evidentes, el agua de El Higuerón, manantial que aún conserva su prestigio en la localidad.

Posteriormente, la fuente de El Higuerón se almacenó en los mal llamados aljibes y mediante una bomba se elevaba hasta el depósito en el centro del pueblo para su ulterior distribución. A la par del emplazamiento del acueducto de El Higuerón, se desmanteló La Pilita.

La falta de capacidad de la fuente (El Higuerón), determinó que posteriormente se instalara un pozo, con su bomba, en la localidad de Pie de Cuesta; se instaló la tubería hasta El Empedrado (aproximadamente 15 kms.) y se aprovecharon las instalaciones de distribución del acueducto existente. A partir de ese momento se canceló el suministro de agua de El Higuerón, se desmontó la motobomba que estaba ahí operando y desde luego se cometió nuevamente el error de no entender que El Higuerón podía ser una fuente suplementaria de suministro de agua, concepto que ha debido manejarse desde un comienzo, partiendo que las tuberías y la motobomba ya estaban en funcionamiento.

Al poco tiempo decae dramáticamente el suministro de agua proveniente de Pie de Cuesta, debido a una baja estacional del acuífero, se presenta una difícil situación para la localidad por cuanto la alternativa de El Higuerón ya no era aplicable para mitigar la necesidad.

Se inicia el proceso de nuevo acueducto para El Empedrado; tal proyecto es basado en las aguas de escorrentías que se acumulan alrededor de la localidad de Cerro Alto para que por gravedad surtiera a El Empedrado. Se instaló un nuevo acueducto y depósito en El Alto y se comenzó a manejar una toma o aducción de varios kilómetros de tubería, que es el sistema actual. Por cierto, esta acometida siempre ha tenido sus inconvenientes, por cuanto, en época de lluvias, ceden las tuberías y a veces, con disponibilidad de agua en Cerro Alto, no se puede servir por avería de los tubos, y en época de excesivo verano, hay carencia de agua por razones opuesta.

Se es recurrente en los errores, por cuanto la instalación del nuevo acueducto significó la eliminación del anterior, en consecuencia, cuando hay la crisis de agua por las razones expuestas, no se presentan alternativas de solución. Se podría decir que las soluciones instrumentadas para el suministro de agua, no han sido acumulativas sino eliminativas de las anteriores.

En 1979, Alejandro Pérez, Nicolás Márquez y Eusebio Villacinda, se trasladaron a Caracas a reunirse con Pedro Pérez Torbello, Eddie Álvarez y Carlos Giménez. Estaban preocupados por la situación y a la vez conscientes que una solución definitiva de suministro de agua para El Empedrado, representa la plataforma definitiva de desarrollo del pueblo; estaban buscando apoyo para llegar a las instancias del gobierno y poder plantear una idea, que luego, mediante la intervención del MAC, FUDECO y Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado, se convirtió en proyecto para la construcción de la represa colinaria de El Empedrado, con unas características como las siguientes: 28 metros de altura de cresta, 12 hectáreas de espejo de agua, acopio de las aguas provenientes de las quebradas La Roncona y María, aliviadero por la quebrada de Matejea, busco natural de la quebrada de La Vega para surtir en riego al valle de Palmarito, posibilidades de empalmar, por intermedio de una bomba y tubería complementaria con el acueducto proveniente de Cerro Alto, para garantizar el agua de forma permanente a la población.

Este proyecto comenzó a ser ejecutado mediante un coordinado MAC-Gobernación de Lara, en 1983. Los estudios socioeconómicos elaborados por FUDECO, los estudio de suelos elaborados por la Universidad Lisandro Alvarado y los proyectos y cómputos de ingeniería hechos por la Dirección de Riego MAC, consumieron cierto tiempo y eran absolutamente necesarios para soportar el presupuesto de obra que ascendió a 8 millones medio de bolívares, que, en partes iguales, serían ejecutados por el MAC y la Gobernación.

El MAC contrató una empresa para iniciar la obra y se daba por hecho la continuidad administrativa, sin embargo, lamentablemente eso no sucedió y con la instalación de nuevo gobierno, en 1984 (Jaime Lusinchi), se descarta el proyecto, se deja la represa a 13 metros de terraplén y se devuelven los equipos ante la cancelación del contrato. Los recursos asignados a la gobernación del estado, son arbitrariamente reformulados para otra localidad por parte del Gobernador de entonces, Sr. Domingo Perera, insólitamente, en 1985 se asignan unos recursos para la represa colinaria (se desconoce el monto de esos recursos), pero no fueron para terminar la obra, sino para hacer una carretera hasta la represa colinaria de El Empedrado, (carretera que existe y está pavimentada), pero lo que no existe es la represa. Esto, además de un error, es una ofensa a la inteligencia de un pueblo que realmente ha podido protestar de una forma airada, por cuanto las actuaciones del Gobierno así lo determinaban.

Con esto se culmina una historia cuyo colofón es la frustración y que deja como enseñanza algo que se dijo en un comienzo, si los recursos se hubiesen aplicado para lo que se necesitaba, ellos hubieran rendido y quizás han podido ser menos, pero los recursos se aplicaron sobre bases distintas a una necesidad y que fue en base a la conveniencia del contratista, un contratista que sabía hacer y pavimentar carreteras, pero que no sabía hacer represas que era lo que se necesitaba. La argucia fue decir que era una carretera para la represa para justificar las partidas presupuestarias, triste epílogo de una situación que se inició con todos los requisitos técnicos para que no se frustrara, pero que pudo más la corrupción, que los trámites profesionales y las buenas intenciones. Ahora bien, lo importante es identificar las soluciones apropiadas. En tal sentido, son variadas las alternativas que pueden servir, o bien para mitigar la escases de agua, bien para garantizar de forma definitiva el preciado líquido.


 

SOLUCIONES PARA MITIGAR LOS EFECTOS DE ESCASES DE AGUA

Pareciera que el planteamiento razonable es el uso apropiado de la disponibilidad existente en el pueblo. En tal sentido podría pensarse en: a) reivindicar El Higuerón y conectarlo al viejo acueducto (reinstalando el depósito en el pueblo), en cuyo caso complementaría al acueducto principal y la puesta en marcha se lograría con la motobomba que antes existió; b) conectar el agua de La Piedra y Casas Viejas al sistema que surte a La Manga, con montaje de tuberías complementarias y motobombas; c) conectar el agua de Copecito al sistema que surte a Hato Gogo, cuestión que puede lograrse sin el uso de motobomba y solamente con instalación de tubería complementaria; d) explorar nuevamente el acuífero de El Empedrado, en el mismo lugar en que existió la pilita o su área de influencia; e) conectando nuevamente al pozo de Pie de Cuesta, que implicaría la adquisición de una motobomba grande o reparación de la que ya existió. Es importante señalar, que todas las recuperaciones descritas, pasan por programas de mantenimiento y reforestación adecuados.


 

SOLUCIONES DEFINITIVAS PARA EL SUMINISTRO DE AGUA AL EMPEDRADO

La solución definitiva del agua para el pueblo de El Empedrado, nos coloca en dos alternativas: a) reivindicación del proyecto de la represa colinaria de El Empedrado, cuestión que luce muy onerosa debido a la sedimentación acumulada con motivo de haber comenzado y no culminado la obra desde 1983 y b) la posibilidad de conectarnos con la represa de Los Quediches, represa que surtía a Carora y que llega hasta Las Veras. De Las Veras a Pie de Cuesta, existen aproximadamente 23 kilómetros. Puede pensarse entonces en una estación de bombeo en Pie de Cuesta, aprovechando que las tuberías que salen del pozo de Pie de Cuesta, ya existen y puede evaluarse esa posibilidad que pareciera ser la más factible y menos onerosa.

Además de este informe, por demás interesante, Carlos realizó una composición poética con referencia a este hecho, que bien vale la pena conocer, por lo que a continuación se las transcribo:

EL EMPEDRADO

Empedrado, pueblo sediento

Un día tú te alegrares

Porque el agua represares

Pero fue por un momento

 

I

Pueblo de mucho valor

Con vocación de cultura

Mediante la agricultura

Proyectará el pundonor

De su gente y del esfuerzo

Saldrá de lo más contento

Porque sabrá convocar

Y su inteligencia aunar

Empedrado pueblo sediento

II

Aun con el poco confort

Que le has brindado a tu gente

Se te aprecia firmemente

Con cariño y con amor

Porque con el corazón

Es mucho lo que se hace

Cuando el ánimo renace

Y la convicción impera

Por eso, a tu manera

Un día tú te alegrares

III

Se habla mucho de las mezclas

De razas y de costumbres

Llevándose hasta la cumbre

La importancia y sus molestias

Sin dar ninguna sorpresa

Ya tenemos el contraste

Entre lo que amas y amares

Para el disfrute de todos

Se te agradece, ni modo

Porque el agua represares

IV

Casi andino en sus modales

El pueblo se siente mal

Falta el líquido vital

Y también recios reclames

Porque no tienes raudales

Pero sí una voz de aliento

Que llenas de sentimientos

Has querido ser acreedor

Por dar un mayor confort

Pero fue por un momento.


 

Hasta aquí el detallado informe que Carlos Giménez realizó en 1999, más su trovo con referencia al tema en cuestión, y que para la época, esta exposición ciertamente era valedera, pero luego de 18 años, el panorama luce distinto y por supuesto más complicado, a saber: primeramente la represa colinaria es irrecuperable, estuve en el sitio durante la realización de este trabajo, y pude observar que el grado de sedimentación es de tal magnitud, que si no me dicen que esa era la represa, ni por asomo la hubiese encontrado o percibido. Las tuberías están allí, así como las llaves de paso, que es de suponer que el deterioro interno de las mismas es irreversible, por lo que colijo que esa posibilidad debe ser descartada de plano, pues el trabajo habría que hacerse desde un comienzo, lo que es un imposible, dado el desinterés del gobierno en invertir en obras que no le aportará ganancias, y lo más importante, dado el estado financiero del país, que es a todas luces deficitario motivado al desastre administrativo prevaleciente.

En cuanto a los acuíferos que cercan al pueblo, y que estoy seguro fue el motivo fundamental para que los primeros pobladores se asentaran aquí, hoy están realmente disminuidos, lo mismo que las quebradas que alimentan al acueducto y que sólo en épocas lluviosas restablecen su caudal. La perforación del antiguo acuífero La Pilita, podría ser una posibilidad, no para solventar el problema de una vez por todas, sino para paliar un poco la necesidad reinante, pues es casi seguro que allí hay todavía suficiente agua bajo el subsuelo, como para activar el antiguo acueducto.

¿Están las autoridades competentes, llámese Gobernación, Alcaldía o el Gobierno Nacional, dispuestas a realizar una erogación de miles de millones de bolívares para solventar la terrible carestía de agua que padece El Empedrado? Permítaseme ser escéptico al respecto, Venezuela está atravesando una terrible crisis financiera, sólo comparable, según los entendidos, con la crisis que padeció durante la devastadora guerra de independencia, donde nuestra República emergió realmente asolada, en cuanto a los recursos públicos se refiere. Hoy día estamos en una situación similar. El déficit presupuestario alcanza el 20% de su Producto Interno Bruto, lo que sería un indicativo de la anarquía administrativa que nos domina; Grecia, hace sólo un año, para poner un ejemplo, se declaró en quiebra cuando su déficit administrativo alcanzó el 13% de su PIB, y gracias a la ayuda europea, sobre todo Alemana, pudo superar la crisis.

Venezuela no quiere recurrir a los organismos internacionales para solventar el problema, enmarañada en una ideología trasnochada, culpable de nuestras desgracias, pretendiendo hacer creer al mundo que vamos por el camino correcto, cuando la verdad es que estamos viviendo momentos de verdadero apremio, sin soluciones a la vista. Por lo que la solución definitiva de este grave problema del agua, luce inalcanzable.

Riecito, quien mantiene un caudal bastante aceptable, podría ser una solución, pero el costo, para llevar el agua desde allí hasta Plan Bonito, de donde bajaría hasta el pueblo por gravedad, es muy alto. Pienso que por Pie de Cuesta, tomando en cuenta la represa “Los Quediches” habría más posibilidades de solución, activando la tubería ya instalada y comprando una nueva motobomba, pues la vieja se la robaron; que es otra de las desgracias de este pueblo, el latrocinio depredador; actualmente están instalando los postes para llevar el servicio de CANTV hasta el pueblo, lo que significaría un mejor servicio de telefonía y la incorporación de la comunidad a internet, y ya la gente está temiendo que nos roben las guayas o los postes mismos, dado el alto índice delictivo en la zona.

En la zona de La Vega, Posesión Comunera El Alto, realizaron una perforación para buscar agua, algo insólito puesto que en esa parte del pueblo el agua que se ve es la que corre de las partes más alta de estos territorios, lo que motivó a hacer allí la represa, pero hallar agua en el subsuelo de esta zona es una incoherencia, por decir lo menos, máximo si previamente no realizaron los estudios reglamentarios en estos casos. ¿Resultado? Millones de bolívares perdidos y murmuraciones entre los habitantes del pueblo de una escandalosa corrupción entre los que consiguieron el contrato.

Por donde quiera que volteemos a mirar, sólo hallamos ineptitudes, corrupciones, desidias y toda clase de vicios que imposibilitan el desarrollo armónico de estas comunidades y del país en general, deteriorando nuestra calidad de vida por la ausencia absoluta de servicios públicos eficientes, y por la falta de voluntad de nuestros gobernantes para solucionar problemas que son de vital importancia para la sobrevivencia, la permanencia y la estabilidad de todos y cada uno de los grupos humanos que componen esta gran nación

Por lo tanto, y como consecuencia del difícil período que atravesamos, y en un ejercicio imaginativo, plasmé, en un artículo de opinión publicado en El Caroreño, una comparación entre la mitología griega, de la que soy un aficionado, y la problemática política que hoy padecemos, y que es la responsable directa de nuestras desgracias actuales, el cual quiero reproducir aquí.


 

VENEZUELA EN SU LABERINTO

Diez años duró Dédalo construyendo el Laberinto donde introduciría a Venezuela antes de que Minos, Rey de Creta y Juez de los Infiernos, procediera a encerrarlo en el mismo para siempre. Cuando sintió el llamado de Minos, sabía que sus alas, que se había fabricado de plumas y cera, no le servirían para nada, y que su partida al reino de Hades, era inminente. El Laberinto no debía quedar solo y recordó entonces que Pasifae (Colombia), en un arrebato de lujuria anti natura, habíase enamorado y copulado con un toro, procreando un hijo, mitad hombre y mitad bestia, quien sería el ideal para ocupar su Laberinto y preservar, de esta forma, su diabólica creación.

El Minotauro, que así llamaban al hijo de Pasifae, se instaló gustosamente en El Laberinto, luego de la muerte de Dédalo, ejerciendo la antropofagia sin restricción ni control de ninguna clase, imponiéndole a Atenas (Venezuela), un sacrificio sin precedentes en la historia de esta región.

Egeo (Bolívar), está desesperado. El sacrificio que está sufriendo su pueblo es insoportable. Observa, desde las alturas de su reino, cómo las fauces babiantes del monstruo, va engullendo a sus hijos sin misericordia alguna, mientas que otros huyen despavoridos hacia extrañas tierras, buscando salvarse de una muerte segura.

Impotente mira a su hijo, Teseo, único capaz de eliminar al Minotauro y devolverle a su patria la tranquilidad perdida. Pero tiene miedo. El monstruo está cada vez más fuerte, y sus rugidos se oyen en los confines del mundo. El Laberinto creado por Dédalo, es perfecto, los vericuetos que conforman su estructura, están tan bien diseñados, que es imposible salvarlos sin ayuda.

Desesperado ante el desastre, permite que Teseo navegue hacia el encuentro con El Minotauro, rogándole a Dios el triunfo de su hijo, para satisfacción de su pueblo. Teseo llega ante El Laberinto y es encerrado en una celda (La Asamblea Nacional), antes de su épica batalla con el Minotauro. Entonces Ariadna (La Constitución), queda prendada de Teseo, y le entrega un rollo de hilo para que pueda salir del Laberinto, luego de vencer a la bestia.

Ya Teseo tiene en su poder la espada de su padre Egeo, la cual recuperó luego que tuvo la fuerza necesaria para levantar la roca (El Pueblo), bajo la cual se hallaba el arma. Ya Teseo tiene todo para enfrentar al Minotauro: tiene el hilo para salir del Laberinto, ya levantó La Roca y ya tiene en sus manos el arma de su padre (La Razón), para su trascendental batalla contra la barbarie y el primitivismo.

¿Vencerá Teseo a la Bestia? ¿Podrá salir del Laberinto creado por Dédalo, sin dificultad? ¿O quedará atrapado en la madeja de pasadizos que conforman el mismo, para desgracia de él y de su pueblo? Mientras tanto, Egeo espera impaciente el regreso de su hijo. ¿Traerá izadas las velas blancas en señal de victoria? ¿O las velas negras en señal de duelo? Si triunfa Teseo, ¿Abandonará a Ariadna? ¿O se casará con ella, como lo desea el pueblo?

La épica batalla ya se está desarrollando, hasta nosotros llega el crujir de huesos y el ruido de los hierros al chocar. Los gritos de la bestia se oyen por doquier. Mientras tanto, el pueblo espera que los albores de la mañana traiga un nuevo amanecer. Fin del artículo.

Y ya que nos referimos a los griegos y su sapiencia, sería conveniente que nos remontáramos a los orígenes de su civilización, tan productiva para la humanidad, a fin de conocer los inicios de la democracia, creación de ellos, considerada el sistema de gobierno más perfecto, hoy tan cuestionada y vapuleada en nuestro sufrido país.


 

ORÍGENES DE LA DEMOCRACIA

La Democracia Directa

Para conocer los orígenes de la Democracia, que es, sin duda alguna, la más perfecta forma de gobierno inventada por el hombre, debemos remontarnos a la Grecia antigua, a la Grecia sabia, a la Grecia clásica, y buscar entre la pléyade de grandes personajes, al más sabio de su época, al más grande legislador, a Solón. De noble cuna, Solón nace hacia el 620 A. C., aproximadamente, era descendiente de una de las familias más nobles del Ática, cuya capital era Atenas, ciudad cuyo nombre se debe a la diosa Atenea y que en el transcurso de 200 años, haría vivir a la humanidad sus momentos más sublimes.

Hacia el 594 aproximadamente fue nombrado Arconte, es decir: Magistrado encargado del gobierno en Atenas, a fin de que con su proverbial sabiduría, producto de sus lecturas y de sus viajes alrededor del mundo conocido para esa época, resolviera los conflictos de clases que hacía siglos perturbaba a la ciudad. Es allí, como Legislador, que Solón despliega todo su ingenio, efectuando trascendentales reformas en el arte social, económico y político, que lo llevarían a inscribir su nombre en los anales de la inmortalidad.

Una de esas reformas fue la creación de una Asamblea de Ciudadanos o “Ecclecia”, donde se admitía a todos los habitantes de la ciudad, quienes podían tomar la palabra, discutir las proposiciones y luego votarlas a fin de elegir la de mayor consenso y aceptación, esta sería, sin duda alguna, la piedra angular de un nuevo sistema político más justo y equilibrado, y que daría pie para que Solón fuese conocido por la posteridad como “El Padre de la Democracia”, de “Demos”: pueblo y “Cracia”: poder, la cual se resume en una frase rotunda: “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” y que alcanzaría su máximo esplendor con Pericles, también ateniense. Solón dio a los campesinos la propiedad absoluta de las tierras que cultivaban, y creó un organismo nuevo, El Senado, compuesto por 400 ciudadanos, quienes debían preparar los proyectos para someterlos a votación en la Asamblea. La base fundamental de la Democracia en el mundo, ya estaba formada.

Pericles, nacido en 499 A.C., llevó a tan altos estrados su gobierno, que el siglo en que vivió y reinó, siglo v A.C., es llamado con justicia “el siglo de Pericles”. Junto a Aspasia, su mujer, fomentó las letras y las bellas artes en general, convirtiendo a Atenas en un centro de estudios filosóficos y científicos que hoy, a más de dos milenios de distancia, nos asombra por la profundidad de los planteamientos y la grandeza de los personajes; filósofos, poetas, escultores, y en general grandes pensadores, acudían al palacio de gobierno a fin de participar en las tertulias que allí se escenificaban.

Era común ver a Anaxágoras, uno de los más grandes filósofos de la antigüedad, compartiendo con Heródoto, considerado “el padre de la historia”, con Fidias, el más grande escultor de todos los tiempos, y en fin con los más conspicuos representantes de la intelectualidad del mundo antiguo, bajo la batuta de Pericles y de su mujer Aspasia.

Tucídides, otro grande de la historia, autor del libro “La guerra del Peloponeso”, recoge para la posteridad estas palabras de Pericles, pronunciadas durante un discurso a sus conciudadanos: “Nuestro gobierno no pretende imitar el de nuestros vecinos, somos, muy al contrario, un ejemplo para ellos. Porque si bien es verdad que formamos una democracia, por estar la administración en manos de muchos y no de unos cuantos, en cambio, nuestra ley establece igual justicia para todos. Además, nuestro pueblo reconoce la superioridad del talento, y cuando un ciudadano se distingue de los demás por su carácter, el pueblo lo designa para los cargos públicos, no por derecho de clases, sino como una recompensa a su mérito.

Ni la pobreza es un impedimento entre nosotros para desempeñar cargos públicos; cualquier ciudadano puede servir a la patria, por humilde que sea su nacimiento. No hay privilegios en nuestra vida política ni en nuestras relaciones privadas; no recelamos unos de otros, ni nos ofendemos por lo que haga nuestro vecino, aunque no nos guste. Mientras vivimos así libres en nuestra vida privada, un espíritu de mutua reverencia prevalece en nuestros actos públicos, y el respeto a la autoridad y a las leyes, nos impide obrar mal. Tenemos además en gran estima a los que han sido elegidos para proteger a los débiles y practicamos la ley moral que castiga al transgresor con un sentimiento general de reprobación”.

Es admirable la vigencia de estas palabras a 2.500 años de ser pronunciadas. Hoy cuando la democracia en muchas partes del mundo y especialmente en nuestro país, está seriamente cuestionada y amenazada, cuando el militarismo, antítesis de la democracia en todos sus postulados, se extiende como una sombra nefasta por todo el cuerpo social de nuestro país, invadiendo espacios reservados únicamente para la civilidad, leer este discurso de Pericles, pronunciado en los albores de la civilización, cuando se supone que el ser humano no había alcanzado el grado de desarrollo intelectual que hoy presuponemos más avanzado, nos llena de estupor y de cierta preocupación al pensar, no sin justificación, en el estancamiento intelectual y moral del hombre, cuyo desarrollo evolutivo parece haberse paralizado en el tiempo, retrotrayéndonos a estadios ya superados y que creíamos olvidados. El mundo actual necesita de muchos Pericles, de estadistas, que es la antinomia del populista, pues mientras éste piensa en las próximas elecciones, aquel piensa en las nuevas generaciones, teniendo como norte “el respeto a la autoridad y a las leyes”, como lo dice Pericles en su disertación.


 

DEMOCRACIA REPRESENTATIVA

Motivado a la explosión demográfica que ha experimentado el mundo desde los antiguos griegos hasta la época actual, la implementación de la democracia directa era imposible por razones obvias, por lo que el hombre, en su proceso evolutivo a través de la historia, se vio en la necesidad de recurrir a nuevos métodos que hiciera posible la representación del pueblo en las decisiones a tomar, sobre las funciones propias de gobierno, a fin de permitir la expresión del pueblo en asuntos que lo afectaban directamente y que permitiría la continuidad de la democracia por otros canales.

Es así como nace la “Democracia Representativa”. También llamada “Democracia Indirecta”, es una forma de gobierno donde los ciudadanos ejercen el poder político indirectamente; es decir a través de representantes elegidos mediante sufragio, en elecciones libres y periódicas, donde voceros del pueblo, es decir: que tienen voz, ejercerán el mandato conferido por el soberano, para discutir asuntos de su expresa competencia. En teoría, el titular del poder político es la ciudadanía, pero no lo ejerce por sí misma como en la Democracia Directa implementada por Solón, sino a través de los representantes elegidos en votaciones directas y secretas, creando la figura de la representatividad.

Como es lógico suponer, esta representatividad es ejercida por la mayoría, para lo cual se activan los mecanismos de la democracia, a fin de elegir los mejores en un universo de opciones, quienes serán los encargados, por un período estipulado de tiempo, de representar a sus electores ante las instancias del estado; principalmente a nivel de poder ejecutivo, gobernaciones y alcaldías, y de poder legislativo, en congresos, cámaras o asambleas. Para tal fin y para hacer más expedito el proceso, los ciudadanos se agrupan en partidos políticos, que son organismos legales de corte ideológico diferente, pero de similar estructura organizativa. La Democracia Representativa es el sistema político mayormente aceptado por las democracias del mundo, y es además, el sistema característico de las naciones liberales.

Este sistema de gobierno fue el utilizado por Venezuela desde 1959 luego de salir de una oprobiosa dictadura que abarcó toda su historia republicana, salvo contadísimas excepciones, y que impidieron el normal desarrollo y evolución de nuestro pueblo, hasta 1999, cuando llega al poder un nuevo gobierno de corte militar de izquierda, que cambió las reglas del juego abruptamente, pasando de una democracia representativa, a una democracia participativa que analizaremos a continuación.


 

LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

La característica principal de la Democracia Participativa y Protagónica, como gustan llamarla los nuevos jerarcas del poder, es la mayor participación de la ciudadanía en la toma de decisiones políticas, que, aunque sobrepasa a la Democracia Representativa, no llega, obviamente, a la Democracia Directa de los Griegos. Permite a la ciudadanía asociarse y organizarse de tal modo, que faculta a la misma para ejercer una influencia directa en los negocios públicos, a través de Asociaciones de Vecinos, Concejos Comunales, Juntas Parroquiales, o simples consultas populares, que representa un respeto a las minorías, aunque las decisiones siguen estando, o descansando, como es lógico, en la representación mayoritaria de la población.

Este tipo de democracia, la participativa, que pudo haberse constituido en la base fundamental de un país próspero, y vanguardia de una comunidad latinoamericana en decadencia, se desvió por derroteros equivocados cuando quisieron amalgamar un marxismo ya decrépito y desvirtuado, con una corriente ideológica que ha sido luz de los pueblos civilizados y que no admite la rigidez propia de doctrinas que atenazan y conculcan derechos fundamentales de la persona humana. No se puede ser demócrata y comunista al mismo tiempo, ambas se excluyen; sobre todo cuando hablamos de un comunismo que nada tiene que ver con el pensamiento marxista originario, que buscaba en sus inicios la liberación del hombre de la alienación capitalista, pero que mentes distorsionadas lo convirtieron en una caricatura de su génesis y que hoy se ha constituido en uno de los sistemas políticos más ominosos que se hayan conocido.

Y para dar piso sólido a mis aseveraciones, paso a enumerar las características fundamentales que identifican a una verdadera democracia sea esta directa, representativa o participativa y que no se observa en ninguna otra corriente ideológica hasta hoy conocida, a saber: 1) Alternabilidad en el poder, vale decir que cada presidente, gobernador o alcalde, debe dejar su cargo al término del período para el que fue elegido. 2) Independencia de poderes. Todos los poderes deben ser autónomos, para un mayor equilibrio en el desempeño del gobierno. 3) Libertad de expresión. Todo ciudadano está en el derecho, según la constitución, de decir lo que quiera sin temor a ser sancionado por lo que diga. 4) Pluralidad ideológica. Permite la creación de una gama de partidos políticos con ideologías diferentes, en una diversidad de pensamientos inherente a la personalidad del hombre, en oposición al pensamiento único que busca imponer el totalitarismo.

Y para finalizar este análisis sobre la democracia, que quise incluir en este trabajo, como una forma de aleccionar a la juventud que se adentre en estas páginas y como una forma de reivindicar un sistema político sublimemente superior, que hoy está injustamente cuestionado y desacreditado, debo decir, que hasta el presente, no se ha podido inventar un sistema de gobierno que supere a la democracia en ninguno de sus postulados, como dador de felicidad, prosperidad y seguridad social, dentro de un marco de respeto a los derechos inalienables de la persona humana, que sería, con mucho, la base fundamental del desarrollo de los pueblos y de las sociedades.


 

EL EMPEDRADO Y LA IGLESIA CATÓLICA

Voy a referirme ahora a la relación existente entre la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y nuestro pueblo, aun a sabiendas de la susceptibilidad de la misma ante la crítica, por muy sana que esta sea; pero debo hacerlo, a despecho de cualquier retaliación, a fin de hacerle honor a la verdad, por lo menos a la mía.

El pueblo de El Empedrado y todas las comunidades periféricas que le pertenecen, son profundamente católicas. Todos sus actos: sociales, comerciales, festivos, etc. están en función de la Iglesia Católica, y bajo la dirección del sacerdote de turno y la respectiva dirigencia superior de la misma.

Pero, ¿está la Iglesia en función de las necesidades del pueblo? ¿Diligencia la Iglesia Católica, soluciones viables a los múltiples y variados problemas de todo orden, que enfrentan estas comunidades? ¿Alza su voz de protesta ante el abandono a que han sido sometidos sus pobladores, por parte de las autoridades competentes?

Muchas personas pensarán y comentarán ante estas interrogantes, que el papel de la Iglesia es solamente de guía espiritual, y que su competencia está limitada a cuestiones de fe. Bueno, es posible que esto sea así, aunque no estoy de acuerdo; pero es que ni en esto le veo a la Iglesia un papel preponderante.

El consumo de drogas, de diferentes tipos, se ha ido extendiendo como un cáncer, en casi todo el cuerpo social de estas comunidades, y como consecuencia de ello, la promiscuidad amenaza las bases sociales del núcleo familiar; mientras que los sacerdotes de turno, salvo muy contadas excepciones, se limitan a unas eucaristías sin sustancia, a lecturas bíblicas que aunque llevan un mensaje, debería, sin embargo, ajustarse a los tiempos y circunstancias presentes, pues de otra manera lucen ajenas completamente a nuestra idiosincrasia actual, sin abordar los problemas reales que ponen en peligro la salud espiritual de nuestros jóvenes y aun de los no tan jóvenes.

El consumo de drogas, y la práctica irresponsable de las relaciones sexuales, tienen su origen en fallas estructurales en la formación del niño en el seno de su hogar, y que la Iglesia, como guía espiritual que es, está en el deber de corregir, a través del contacto directo del sacerdote con grupos de adolescentes, en reuniones periódicas, donde se aborden estos temas de una manera didáctica, es decir, sencilla y clara, que el adolescente entienda y asimile, permitiendo, al mismo tiempo, un intercambio de ideas entre el grupo, que haga amena la reunión y por lo tanto productiva.

Muchos sacerdotes quizás no se den cuenta, o no les importe, pero su responsabilidad va mucho más allá que la de oficiar una misa, o dirigir una procesión. La verdadera responsabilidad de un sacerdote, como guía moral que se supone debe ser, es la orientación espiritual de una comunidad, especialmente de los más jóvenes, quienes son los que realmente precisan de consejos y orientaciones pertinentes para un sano desarrollo intelectual, moral y espiritual, y advertirles, de igual modo, sobre el peligro de la concupiscencia, que los llevaría por caminos no deseados y lejos de las metas deseadas por sus padres.

Esta apatía de la Iglesia en cuanto a su labor orientadora, es lo que ha permitido que otras tendencias religiosas, aunque basadas en la Biblia, pero ajenas a la Iglesia Católica, avancen lenta, pero sostenidamente en la preferencia de la población, huérfana de orientación en un mundo ayuno de valores, buscando, sin lugar a dudas, una asistencia espiritual que la Iglesia, en su apatía, no les brinda suficientemente, a fin de que puedan alcanzar un mejor desarrollo existencial, dentro de la moral y las buenas costumbres que debe prevalecer en el seno de la sociedad. Y más grave aún para el catolicismo, es la indiferencia que se capta en la feligresía ante las actividades eclesiásticas, que deja entrever su desánimo y desinterés ante un discurso repetitivo y sin sustancia.

A través de los siglos, la Iglesia Católica ha sido la institución con mayor aceptación y preponderancia en la corriente espiritual de estos países, estoy claro en eso, pero es absolutamente necesario la renovación de su discurso, la inclusión de sus miembros en los variados problemas que afectan a las comunidades bajo su dominio y en la asistencia espiritual de los más vulnerables, que son los jóvenes. Es voluntad de ser y de hacer que se les pide a los sacerdotes responsables de cada parroquia, para que hagan ciertas las enseñanzas de Jesús y los preceptos de la institución que ellos representan.

Ya es tiempo de que la Iglesia deje de mirar al hombre como un ser conclusivo, “hecho a la imagen y semejanza de Dios”. No. El hombre es un ente en pleno proceso evolutivo, en camino hacia una excelencia biológica, que requiere, por sobre todas las cosas, una perfección espiritual que sobreentienda lo moral y lo ético, y corresponde a la Iglesia, por lo menos en esta parte del mundo donde su liderazgo es incuestionable, asumir esa responsabilidad con determinación, como vector espiritual que se supone debe ser.

EPÍLOGO

La realización de este trabajo ha sido, sin duda alguna, una tarea titánica y extremadamente difícil por varios aspectos: primero, por lo prácticamente nulo de información escrita sobre la fundación, población y evolución de estas comunidades que conforman la parroquia en estudio; segundo, porque las personas que conocían el proceso fundacional de este pueblo, ya habían desaparecido al momento de iniciar este trabajo, y tercero, por mis limitaciones y falta de talento como escritor, dicho sin falsas modestias, pues las pruebas están a la vista.

Fueron momentos duros, frustrantes en muchos casos; sobre todo cuando recibía información, que luego de analizada, resultaba contradictoria, o peor aún, inverosímil; hallé lagunas y espacios vacíos a cada paso, que me exasperaban. Pero no me rendí. Seguí adelante con voluntad, determinación y la mirada fija en el objetivo a cumplir.

Traté, en todo momento, de ser honesto. Cité con nombre y apellido a todos los que de una u otra forma contribuyeron a la realización de esta pequeña obra; tanto a los autores consumados, como a la legión de amigos que sin mezquindad, me aportaban datos e informaciones, que en la mayoría de los casos era irrelevante, pero que apreciaba por su espontaneidad.

Sé que habrá críticas. Bienvenidas sean. Sabré tolerar las cáusticas y agradecer las positivas. Todas me harán crecer como ser humano, pues de todas obtendré un aprendizaje y una lección de vida. Y como dijo Cayo Cornelio Tácito, historiador latino, quien vivió en los primeros años de la era cristiana: “Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas”. Hice este trabajo con dedicación y cariño, pues quería conocer y dar a conocer, los orígenes del pueblo que me vio nacer y que probablemente me verá morir. Y aunque no llené las expectativas que deseaba, me siento satisfecho por la labor cumplida, al dar a la tierra que guió mis primeros pasos, un pequeño aporte para el conocimiento de su historia y de sus vivencias, como reza el título.

Lo hice con la finalidad de que tanto la juventud que se está levantando en sus predios, como los no nacidos aquí, pero descendientes de empedraenses, conozcan la tierra de sus padres y aprendan a quererla y respetarla. Pues conociendo sus orígenes, defenderán sus ancestros y valorarán sus costumbres. Esa es la meta.

Dediqué este trabajo a la memoria de mi madre muerta, Juana María D´ Santiago a quien amé profundamente, a quien admiré por su entereza en los momentos difíciles, que fueron muchos, a su valor ante las adversidades, a su solidaridad con el caído, a su familiaridad y en fin, a su carácter, muchas veces incisivo, pero nunca exento de nobleza y gallardía. Sentía por su familia un amor infinito, una especie de culto que expresaba con largueza y sin empacho, y era retribuida de igual forma; la amaban, la respetaban y yo creo que hasta le temían un poco, porque cuando Juana María se disgustaba, su verbo, de natural franco y directo, se convertía en un ariete que golpeaba sin conmiseración. Era inteligente y hacendosa, hacía unos bordados de exquisita belleza; profundamente católica, le regaló a la iglesia un mantel precioso elaborado por ella. A ella, a mi madre, dedico este humilde trabajo.

AGRADECIMIENTOS

Quiero y debo hacer un reconocimiento a todos los amigos que con la mayor voluntad y buena fe me ayudaron a realizar este pequeño trabajo. Voy a tratar de nombrarlos a todos, esperando que no se me escape ninguno, reiterándoles mi agradecimiento, amistad y consideración.

Adriano Márquez, al que considero y en alguna parte de esta obra lo dije, cronista de este pueblo, por esa capacidad de memoria que posee para recordar nombres, fechas y hechos, fue uno de los pilares fundamentales de esta historia; cuando tenía una duda, cuando requería un dato preciso, recurría a Adriano y siempre lo hallaba con disposición de ayudar, de aportar, de aclarar, dispuesto siempre a exponer sus recuerdos sin mezquindad. Adriano quería sacudir del pueblo ese lastre, esas opiniones malsanas que formaron otros autores con respecto a la fundación y conformación de este pueblo como comunidad, manteniendo esa tesis, por demás peregrina, de que esta colectividad fue fundada por delincuentes; creo que logramos aclarar el asunto suficientemente para beneplácito de Adriano.

José Rafael Coronado (Cheché), también de memoria prodigiosa para recordar datos y con una gran capacidad analítica para llegar a conclusiones lógicas donde la información no estaba o estaba incompleta. Aportó datos de capital importancia, sobre todo en lo referente a la sectorización de la carretera que une al pueblo con la Panamericana, es decir, la carretera actual.

Benito García, con quien disfruté largos ratos de amena conversación, oyéndole contar cosas pasadas hace mucho tiempo, cuando él era aún un niño, pero que sin embargo recordaba con claridad, y las contaba con tanto calor y propiedad, que provocaba oírlo sin interrupción. Fue quien me contó todo lo referente a Federico Torres, su relación con los Britos, y muchas otras cosas de importancia.

Juan Perdomo, quien me aportó todo lo concerniente al latifundismo trujillano y fue quien me aclaró que en Los Mosquitos había una comunidad, que justificaba el campo santo allí existente y que para mí representaba un verdadero misterio. Fue una de las informaciones de mayor relevancia, que estoy seguro, nadie más sabía.

Henry D´ Santiago, quien me facilitó los papeles sucesorales de su finca, lo que me ayudó un mundo para comprender que la fundación de este pueblo era muy diferente a como lo habían concebido cronistas anteriores, donde daban protagonismo a un personaje único, en detrimento de una colectividad que con su prosecución logró un objetivo común. A través de esos documentos pude vislumbrar, sin sombra de dudas, que la antigüedad de este pueblo se remontaba mucho más atrás de lo que muchos creían.

Frank Montes, amigo, intelectual de fuste, quien me facilitó libros de capital importancia para conocer y entender hechos históricos, que ni por asomo me imaginaba. Disfruté largas conversaciones con Frank, pues heredó la chispa y el humor de su padre Feliciano, por lo que estas tertulias eran muy agradables, además de aleccionadoras. Me aclaró conceptos y dudas que para él estaban claros, pues su padre era un profundo conocedor de la idiosincrasia de este pueblo, y le transmitía esas informaciones a Frank

Oscar Frankis, autor de un libro sobre Pie de Cuesta, ampliamente comentado en esta obra y quien demostró un gran interés por mi trabajo, facilitándome material invalorable para la realización del mismo. A partir de allí nació una gran amistad entre Oscar y yo. Las pequeñas discrepancias con él, que salen a relucir cuando estudié la historia de Pie de Cuesta, son más una cuestión de forma que de fondo, que no desmeritan, de ningún modo, su hermoso trabajo sobre ese pueblo y que yo admiro profundamente.

Luis Cortés, Dr. en historia, cronista de Carora, me dio consejos invaluables y me aportó material de capital importancia para mi trabajo. A partir de allí nació una bonita amistad entre Don Luis y yo, la cual valoro en alto grado.

Yeyo Fernández; por él conocí la historia de Los Leones y sus consecuencias. La historia de la quebrada Las Trincheras, la conocí por Yeyo, y luego leyendo a Chío, comprobé la versión por deducción lógica.

Williams Escalona; con él fui hasta Matías, a pie un largo trecho, porque mi carro no pasaba hasta allá, donde tuve mucho tiempo para conversar con él y obtener datos invalorables sobre los primeros habitantes de esa zona. Williams es un arqueólogo empírico, que hizo una gran labor recolectora de restos arqueológicos en esa zona de Matías, que desafortunadamente la mayoría se ha perdido.

Iraima Rojas de Lúquez; quien realizó la transcripción de gran parte de este trabajo y me orientó en el uso de la computadora, lo que me facilitó grandemente la labor. Aun, cuando tengo dudas, o cuando el ordenador (que lo que quiere es ordenar él) no quiere seguir mis órdenes, recurro a ella para hacerlo obedecer; admiro el dominio de Iraima sobre la computadora, su paciencia ante mi ignorancia en el tema y su voluntad de ayudarme cuando pedía su asistencia. Sin ella, este trabajo hubiese sido muy cuesta arriba.

Rangel Méndez; Director del Liceo Baudilio Lara cuando comencé este trabajo, ahora ex –director, quien me facilitó material y me dio indicaciones para los pasos a seguir. También se ofreció para la transcripción del manuscrito, cosa que le agradecí.

La Profesora Roxana; me facilitó un trabajo sobre El Empedrado, que fue de invaluable ayuda, sobre todo en la cronología de hechos, vivencias y creencias del pueblo.

Fidencio Márquez, Lencho, y su esposa Lorena, me llevaron a Matías, donde me entrevisté con Ceferino, cultor del velorio de San Antonio, “Loista” de fuste, con una gran capacidad para la improvisación de historias que alimentaban sus “loas” y con una mente ágil para el verso pronto. Luego fuimos a Cerro Alto, tan cercano a mí en los recuerdos, pues allí pasé gran parte de mi niñez, en casa de mis abuelos maternos, cuando esta comunidad estaba en el esplendor de su existencia. Allí, en Cerro Alto, fue donde conocí a Ceferino, cuando yo era un niño de 7 años aproximadamente. Un grupo de zagaletones nos reuníamos todas las tardes en su casa para oírle contar infinidad de historias que iba hilvanando con maestría, inventadas todas y que hacía las delicias de todos nosotros. Contaba primero las bonitas, las que tenían un final feliz, ya entrada la noche, empezaba a contarnos cuentos de fantasmas y aparecidos, que nos ponía la piel de gallina al momento de irnos cada quien a su casa, en un poblado en obscuridad total, sin luz eléctrica. Me imagino la risa de Ceferino al vernos salir de su casa, con el miedo en el cuerpo, en esas tinieblas, a toda velocidad, sintiendo que un espanto nos perseguía y que su mano nos arañaba la espalda.

Pero al siguiente día estábamos de nuevo en su casa para oír sus historias. Recuerdo una en particular, de las bonitas, que voy a contárselas: “había una vez un Rey- comenzaba Ceferino- que tenía una hija muy bonita y quería casarla con un príncipe, pero las mujeres, tercas por naturaleza, siempre hacen las cosas a su modo, y la princesa, que no era la excepción, se enamoró de un muchacho pobre. El Rey trató de disuadir a su hija de estos amoríos, pero la princesa no oía razones. Impotente el Rey ante esta situación y viendo la imposibilidad de cambiar el rumbo de los acontecimientos, llamó al muchacho al palacio y le dijo: si quieres casarte con mi hija debes pasar una prueba, quiero que me traigas en un lapso de un mes, medio de hay y medio de no hay; pretendía el Rey que el muchacho, al no pasar la prueba, desistiera de sus propósitos y se olvidara de su hija.

27 días habían pasado sin que el muchacho, desesperado, diera con la solución del problema, y ya veía perdida la prueba y perdido su gran amor, cuando una idea llegó a su cabeza como un rayo de luz; salió al campo, cortó una tuna, le quitó por un lado las espinas y se las dejó por el otro, colocó un pedazo de tela encima de la tuna por el lado de las espinas, la agarró por el lado sin espinas y se presentó ante el Rey: aquí tiene mi Rey le dijo y le extendió el pedazo de tuna para que el Rey la agarrara por donde estaba la tela, el Rey la tomó, se espinó y lanzó un grito: ¡Ay!. Por aquí no hay, le dijo el muchacho y le presentó el otro lado de la tuna; el Rey perdió la apuesta y los novios se casaron y vivieron felices por siempre”. Este cuento de Ceferino nos da una idea de la riqueza de nuestro idioma: el “¡ay!” del Rey es una interjección de dolor, mientras que el “hay” del muchacho es un adverbio de lugar, pero con una misma connotación fonética. Es decir, son “parónimos”.

Para todos ellos mi más profundo agradecimiento y consideración por su generosidad.

Y como una prueba de mi gratitud, voy a regalarles, a todos ellos, una poesía de mi inspiración acorde con lo que estamos tratando, es decir, la amistad. No soy poeta, ni pretendo serlo, pero a veces llegan musas sin orden ni concierto y es bueno escribirlas, decirlas, para beneficio de nuestro corazón. No conozco de rimas perfectas o imperfectas, masculinas o femeninas, ni de elementos métricos basados en cantidades silábicas, ni de consonancias, ni de tercetos, ni de cuartetos, ni de quintillas sencillas o reales, nada. Sólo me llegó esta inspiración y la escribí, muy a propósito para todos mis amigos. Aquí voy, y me perdonan lo malo.


 

UN CANTO A LA AMISTAD

I

¿Amigo? Yo lo soy

Y lo pruebo con hechos

Donde quiera que voy.

II

Llevo en mi alma simple

La pasión del que ama,

Que alimenta mis horas

Con la luz de su llama

III

Soy amigo. En un mundo perdido

Sin valores, sin fe,

Quizá sea un iluso

Como Cristo lo fue,

IV

Pero sé que en el fondo

De las almas sufridas,

Donde impera el misterio,

Donde nace la vida,

V

Hay una llama eterna,

Una luz encendida,

Que vacila, que amaga,

Que a veces desfallece,

Pero nunca se apaga.

VI

Es la luz del amor,

La que nos hace humanos,

La que nos lleva a Dios

Tomados de la mano.

VII

Es la luz del perdón,

De la solidaridad,

Es la luz que ilumina

Una bella amistad.

VIII

Quiero un mundo de amigos,

Un mundo sin fronteras,

Quiero un mundo sin odios

Como soñó Mandela.

IX

Donde reine la Madre,

Teresa de Calcuta,

Donde Sócrates triunfe

Sin beber la cicuta.

X

Donde Cristo camine

Difundiendo su Luz,

Sin que deba morir

De nuevo en una Cruz.

XI

¡Donde seamos Quijotes!

¡Con pasión y locura!

Pero siempre encendida

La luz de la ternura.

XII

Quiero creer que Dios

Nos mira desde el Cielo,

Que nos tiende su manto,

Que nos cubre su velo.

XIII

¡Que implantará aquí su Reino!

¡Como Cristo nos dijo!

Y por esa promesa,

Nos entregó a su hijo.

XIV

Sería un mundo sin odios,

Un reino de hermandad,

Un mundo donde siempre…

Reinaría la amistad.

 

ACLARATORIA

El Empedrado, como cualquier pueblo de nuestra geografía nacional, ha tenido, además de esos momentos de alegrías, de esparcimientos, de solaz, en fin, de concordancia entre sus pobladores, también momentos de tristezas, de dolor, producto de desgracias acaecidas en sus calles y entre sus gentes, la mayoría de ellos por motivos insustanciales que han derivado en crímenes absurdos, que no quise ni quiero comentar, por dos razones fundamentales: primero, porque avergonzaría a la familia de los victimarios, trayendo a colación hechos pasados que deberíamos enterrar, y segundo y lo más importante, porque abriría heridas ya cicatrizadas por el tiempo y que nadie, y en especial ellos, los familiares de las víctimas, quisieran recordar.

Hago esta aclaratoria, porque muchos pensarán que estoy tratando de dar una visión tergiversada de mi comunidad, presentándola como un dechado de virtudes, prototipo de colectividad, cuyos pasos y ejemplos debemos imitar. No. Hemos cometido nuestros propios errores, que ha sido, en muchos casos, fardos de difícil transporte en el camino de nuestra existencia como pueblo y en nuestro acontecer como comunidad. Allí hay mucha tela para cortar, pero me resistí a la tentación por las razones expuestas y porque considero que en la vida de las personas, y en este caso de los pueblos, se debe resaltar lo bueno, teniendo presente lo malo para corregirlo y enmendarlo. Animus meminisse horret. (Mi alma se horroriza al recordarlo). Abyssus abyssum invocat. (El abismo llama al abismo).

 

Saliendo de mi casa vi una hoja de papel suelta en el piso, la recogí y me encontré con esta joya que quiero transcribírselas a ustedes, dado la sabiduría que contiene:


 

EL CAMINO DE LA SABIDURÍA

La austeridad es la riqueza de los sabios.

Un sabio ve a todos como potenciales sabios.

Poder servir es poder ser feliz.

Eres un tesoro eterno. Cuida tu alma.

Donde manda el corazón ya no manda la razón.

Para que el resultado sea bueno, el esfuerzo tiene que ser bueno.

La ira es una espada filosa que corta las buenas virtudes.

Tengo que preocuparme por los demás más que por mí mismo, porque mi bienestar vendrá por sí solo.

El beneficio del poder espiritual, es que los problemas materiales se resuelven prácticamente en forma automática.

La sabiduría nos da la alegría de poder luchar por lo valioso.

El amor puro es la meta suprema. Todas las demás metas son diferentes formas de perder el tiempo.

Si no eres agradecido, eres arrogante.

Corregir es bueno, pero entusiasmar es mejor.

La vida humana se vuelve dulce cuando tus ideales coinciden con el propósito esencial de tu vida.

Feliz en este mundo es aquel que no tiene necesidades materiales.

Con respecto a este último pensamiento voy a contarles una anécdota de Sócrates, el padre de la filosofía, quien vivió hacia el siglo V a.c.: Paseando un día por Atenas, como era su costumbre, se paró ante un puesto donde vendían toda clase de artículos, al cabo de un rato de estar observando aquello, exclamó: “Cuantas cosas que no necesito” y siguió su camino.

GOTAS DE SABIDURÍA


 

La vida humana es muy corta para hacer estupideces. Trata de ser inteligente siempre. Da lo mejor de ti mismo con amor.

Si quieres tener el efecto de la humildad en tu vida, debes tener una actitud amable con los otros en todas las circunstancias.

Nadie esperaría darle descanso al amor, porque su flujo es contínuo.

Nuestro libre albedrío nos permite bajar por la escalera de la evolución o, por el contrario, subir hacia nuestra autorrealización.

Hay personas que tienen todo, pero siempre temen no tener lo suficiente.

Aquel que canta, sus males espanta.

La ira es tan poderosa, que lo empuja a uno a actuar en contra de su propia inteligencia.

Si estoy haciendo lo que mi corazón me manda hacer, y es lo que quiero hacer, estoy viviendo eternas vacaciones.

La persona inteligente debe tener siempre la disposición y el aprecio porque personas con más experiencia lo corrijan.

La vida es una universidad. Aprende, vuélvete un sabio y no lastimes a nadie.

Lo más importante en la vida son los momentos sinceros y amorosos.

Los principios de los indígenas andinos son: no mientas, no robes, no seas ocioso.


 

CHISMES Y MURMURACIONES

En todo asentamiento humano, donde prevalece la interrelación diaria entre sus miembros, es común observar murmuraciones, maledicencias y toda clase de habladurías, por lo general en forma ignominiosa, que lejos de contribuir a la sana relación que debe existir entre los integrantes de una colectividad, por el contrario coadyuva al deterioro de la misma, poniendo en tela de juicio la moralidad y los principios de las personas víctimas de estas anomalías, a todas luces execrables. Y El Empedrado, asentamiento de una comunidad dinámica, no está exenta de estas desarmonías que por la asiduidad de las mismas, se ha constituido en una cultura y en una forma de ser. Aquello de: “No veas la paja en el ojo ajeno, ve la viga en el ojo tuyo”, que tan sabiamente contempla la Biblia, es absolutamente ignorado por la generalidad de las personas que hacen vida común en esta y otras comunidades, sin importar el daño que puedan causar con esta práctica nefasta de la crítica y la murmuración.

Por tal motivo, voy a regalarles una metáfora, de autor anónimo, que dibuja a las claras el deber ser de una persona cuando no quiere formar parte de esa funesta práctica de la maledicencia, es decir cuando no quiere contribuir a tan cuestionable conducta:

LAS TRES REJAS

“Un joven discípulo de un filósofo sabio, llega a casa de éste y le dice: “Escucha Maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…”. ¡Espera!, le interrumpe el filósofo; ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? ¿Las tres rejas? pregunta el alumno. Si, dice el filósofo: la primera es la verdad: ¿estás seguro de lo que quieres decirme es absolutamente cierto? No, dice el alumno, lo oí comentar a unos vecinos. Al menos, dice el filósofo, lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad: eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien? No, en realidad no, dice el alumno, al contrario…!Ah, vaya!, dice el filósofo, la última reja es la necesidad, ¿es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?, A decir verdad, no, contesta el alumno. Entonces, dice el sabio sonriendo, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido”. Fin del mensaje.

Ahora bien, los chismosos están en todas partes, pendientes del momento propicio para inocular su veneno, está en uno no servirle de receptáculo para sus propósitos funestos y mal intencionados. Todos tenemos nuestro lado positivo y nuestro lado negativo, pero es necesario y conveniente mirar el lado positivo de las personas, su lado bueno; no juzgar a priori las conductas ajenas, sin antes darles el beneficio de la duda. Hay un proverbio italiano que dibuja claramente este tema y quiero regalárselos: “Para preservar un amigo, tres cosas son necesarias: honrarlo cuando esté presente, valorarlo cuando esté ausente, y asistirlo cuando lo necesite”.

Acta est fábula. (La comedia ha terminado).

BIBLIOGRAFÍA

 

1) Alejandro Barrios: El Valle de los Carora. Camay.

2) Arturo Sosa: Colonia y Emancipación en Venezuela. (1498-1830)

3) Bernardo Yépez: San Isidro les Cuenta su Historia.

4) Cecilio Zubillaga Perera: Temas Sociales y de Economía. Tomos 1 y 2.

5) Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano- Municipio Torres.

6) Carlos Rangel: Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario.

7) Homero Álvarez: Cronología del Empedrado.

8) Helena Plaza: 23 de Enero del 58.

9) Juan Páez Ávila: Chío Zubillaga, Caroreño Universal.

10) José Carlos Astolfi: Síntesis de Historia Universal.

11) Juan José Salazar: Sociedades Complejas.

12) José Gil Fortoul: Historia Constitucional de Venezuela.

13) Mario Sanoja e Iraida Vargas: Razones para una Revolución.

14) Oscar Frankis: Pie de Cuesta Bravo Pueblo.

15) Renzo Begni: Historia Menor de Carora y sus Pueblos.

16) Margarita Montes: Ensayo Biográfico sobre Rigoberto Segovia.

17) Rafael Arráiz Lucca: Venezuela: 1830 a Nuestros Días.

ÍNDICE

Introducción

Las Primeras Migraciones

Arawacos

Los Ajaguas

8 de Septiembre de 1777

Quema de El Empedado

Julían Montes de Oca

Posible Fundación

Capital

Latifundio

Un Ejemplar Terrateniente

Cómo se Fundó El Empedrado

Despojo Territoria

Encomiendas, Misiones y Posesiones

Caseríos de la Periferia: (Berberé)

Los Dos Cerros

Montenegro y La Campana

La Media Ladera

Altos de Parajá

Palma Sola

San Isidro

Los Mosquitos

Cerro Alto

Plan Bonito

Matías

Los Leones

Los Gavilanes-El Valle-Santa Rosa-Plan Grande

Hato Gogo

Palmarito

El Picudo

Pie de Cuesta

El Escondido

La Cooperativa de Boraure

El Cano

Los Morochos

Cumbre del Cerro y Corralito

El Empedrado en el Siglo XX

El Empedrado y sus Sectores

Sector La Manga

Sector Calle Abajo

Sector Bolívar

Sector El Higuerón

Sector Cruz Verde

Sector El Centro

Sector Cachimbal

Sector El Alto

Costumbres y Tradiciones

Semana Santa

Velorio de San Antonio

Oros Velorios

Las Navidades

Las Rogativas

Canto a Los Angelitos

Los Locos

Creencias y Supersticiones

Actividades Comerciales

Personalidades Destacadas

Personalidades Destacadas que han Visitado el Pueblo

El Empedrado en el Siglo XXI

Informe sobre el Problema del Agua

Soluciones para la Escases de Agua

Venezuela en su Laberinto

Orígenes de la Democracia

Democracia Representativa

Democracia Participativa

El Empedrado y La Iglesia Católica

Epílogo

Agradecimientos

Un Canto a la Amistad

Aclaratoria

El Camino de la Sabiduría

Gotas de Sabiduría

Chismes y Murmuraciones

Las Tres Rejas

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